Capítulo 9: Las Sombras del Archivo
Al amanecer, Nuestra Cartera estaba ya frente
al edificio donde vivía Clara. Con el sobre marrón apretado contra el pecho,
tocó el timbre con decisión. Clara tardó en responder, pero cuando abrió la
puerta, su rostro se iluminó al verla.
—¡Hija mía! ¿Tan temprano? ¿Traes alguna buena noticia?
—preguntó Clara, siempre cálida.
—Quizás no tan buena, pero necesito que me ayudes con
algo —respondió, mostrando las fotografías del sobre.
Clara se quedó en silencio, mirando las imágenes como
si reviviera algo doloroso. Finalmente, con un suspiro profundo, señaló al
hombre de cabello gris en una de las fotos.
—Ese es don Álvaro Guillén. Él era… bueno, era el
director del Archivo Municipal. Un hombre intocable, de los que piensan que el
mundo les pertenece. David trabajaba para él como administrativo antes de
desaparecer.
Nuestra Cartera sintió que una pieza del rompecabezas encajaba. El
Archivo Municipal había sido mencionado antes, un lugar donde se guardaban
documentos históricos y secretos oficiales.
—David descubrió algo allí, ¿verdad? Algo que no debía
saber.
Clara asintió lentamente.
—Sí, eso creo. Nunca me dijo qué era, pero recuerdo
que una noche llegó a casa muy alterado. Me dijo que había encontrado algo
importante, algo que podía cambiarlo todo. Luego desapareció… —su voz se quebró
al final.
Nuestra Cartera decidió que era hora de ir al Archivo Municipal. Si
David había descubierto algo allí, ese era el siguiente paso.
El edificio del Archivo era imponente, con columnas de
piedra que hablaban de otro siglo. Dentro, las paredes estaban forradas de
estanterías repletas de carpetas y documentos, mientras que el eco de los pasos
resonaba en el silencio.
Ella se presentó como visitante y pidió acceso a los
archivos de 1985, el año en que David había trabajado allí. Le dieron un
permiso limitado y la condujeron a una sala de lectura. Pasó horas revisando
documentos polvorientos, sin encontrar nada relevante.
Entonces, un archivador diferente llamó su atención.
No estaba en el catálogo, pero llevaba una etiqueta con un nombre familiar: Álvaro
Guillén.
Al abrirlo, encontró informes confidenciales y cartas
escritas con un lenguaje encriptado. Entre ellas, una lista de nombres,
incluido el de David Gómez, con la palabra "eliminado" anotada a mano
al lado.
Un sonido detrás de ella la hizo girar. Un guardia de
seguridad la miraba fijamente, y su expresión no era nada amigable.
—Ese archivador no está permitido —dijo, dando un paso
hacia ella.
Con los documentos aún en la mano, Nuestra Cartera
sintió cómo el corazón le martilleaba en el pecho. ¿Qué debía hacer?
¿Entregarlo o intentar salir con él?