Mujer y mayor de 65
años: las víctimas invisibles y silenciosas de la violencia machista
Son los casos más silenciosos. A Lidia, de 83 años, la
encontraron tirada en el suelo de su cocina a finales de 2018 junto a su marido
Felipe, militar retirado de 89 años. No había señales de que nadie hubiera
entrado en su casa, en el pueblo de Barbastro (Huesca). La Guardia Civil confirmó ocho meses que la había matado él y después se suicidó.
Fue un caso de violencia machista. A Dolores, ama de casa de 74 años, la mató
el 19 de agosto a golpes con una barra de hierro su marido, del que estaba en
trámites de separación. María, de 73 años, fue apuñalada este miércoles por su marido,
Manuel, en un pueblo de Granada. El hombre confesó su crimen tras presentarse
desorientado en el hospital. Ni Lidia, ni Dolores ni María habían denunciado
previamente a sus agresores, como ocurre en la mayoría de los casos y, de forma aún más pronunciada,
entre las mujeres más mayores.
Entre todas las
asesinadas por sus parejas o exparejas —1.137 desde 2003— aquellas con más de
60 años fueron quienes menos dieron la voz de alarma. En el 92% de los casos o
no habían denunciado o no consta que hubiera denuncia (frente a casi un 80% de
media). Están infrarrepresentadas en las estadísticas y son las víctimas más
invisibles. Tanto que ni ellas mismas se ven.
La violencia que sufren las mujeres en la tercera edad constituye
“una suerte de punto ciego”, según un estudio del Instituto Aragonés de la Mujer (IAM). Entre las
causas, “la propia dificultad para estas mujeres, socializadas en un régimen
conservador, de identificarse como víctimas de malos tratos”, según el trabajo
de diciembre de 2018, centrado en la población aragonesa. Son mujeres que
nacieron durante el franquismo, cuando el destino habitual de ellas en España
era el matrimonio, católico y para siempre (la ley del divorcio se promulga en
1981), y su papel como esposas y cuidadoras estaba además subordinado al del
marido. No podían abrir una cuenta bancaria sin el permiso de ellos, trabajaban
en mucho menor porcentaje que los hombres fuera de casa y estaba vigente el
débito conyugal.
“Son víctimas de
libro pero no lo ven”, ahonda Altamira Gonzalo, abogada especialista en
violencia de género. “Tiene una relación de obediencia con sus maridos, una
dependencia económica tremenda y no lo viven como si fuera una relación
violenta", explica por teléfono Gonzalo, vicepresdienta de Mujeres
Juristas Themis. “Cuando una mujer sufre tantos años de maltrato continuado es
mucho más difícil que denuncie”, añade Mariti Pereira, responsable de la
federación que asiste a víctimas de violencia sexual y de género Famuvi.
Economía propia y alguien a quien
contar
El Instituto Aragonés de la Mujer, que investigó la
violencia machista enla tercera edad, recomienda ofrecer también a las mujeres
mayores “una solución económica” para salir del círculo de la violencia. Por
ejemplo, que los juzgados embarguen la pensión o nóminas de los agresores y que
la mitad sea para la víctima “hasta que se resuelva el divorcio”. También
ofrecen como soluciones talleres de detección de violencia en centros para
mayores o formacion con perspectiva de género al personal sanitario que les
atiende. Reclaman “abandonar la idea de que un enfoque único, o un protocolo
específico, va a ser adecuado para todas las mujeres mayores”, alertan. Su
recomendación principal es que hay que escucharlas.
131 mujeres
mayores de 61 años han sido asesinadas desde que arrancó la contabilidad
oficial en 2003. Representan el 12% del total. Las víctimas en esa franja de
edad —de 60 en adelante— apenas suponen el 2,2% de los casos activos para los
que hay algún tipo de control de la policía, según datos del Ministerio de
Interior. “Es muy común que no denuncien a la policia su situación. Algunas lo
comentan con los servicios sociales, lo cual ya es un paso, pero una buena
parte, que no podemos cuantificar actualmente, está sufriendo estos abusos sin
aparecer en ninguna estadística, y es probable que sin hablarlo con nadie”,
subraya el informe aragonés.
“Ya sabes lo que
pasa en los pueblos. Pues todo comentarios. Y te duele”, contaba una de las 17
mujeres mayores entrevistadas en el trabajo del IAM. “Personas que a lo mejor
has tenido mucha amistad y te hacen preguntas: .‘¿Y qué ha pasado pues chica?
Que no me lo creo yo que sea así’. Oye pues haber convivido con él y lo
hubieses sabido”. El entorno rural es en el que hay menos medios y cuesta más
detectar los casos, según diferentes especialistas. Y es justo el entorno donde
se concentra más la población de la tercera edad.
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