Aunque suene frívolo, este hecho es un negocio muy importante. La negativa a envejecer mueve miles de millones de euros en todo el mundo, sea mediante cremas, retoques, operaciones… E irónicamente, las emociones existentes detrás de estas inyecciones y cirugías -la envidia, la depresión, la ansiedad- ayudan a envejecer. Es como una especie de atrapadedos: cuanto más estiras, más te atrapa.
Por eso, es mejor relajarse frente al pánico. Y esto nos lleva a Corea del Sur. En el Centro de Curación Hyowon, que funciona gracias al respaldo de una empresa de servicios funerarios, ayudan a las personas a afrontar sus medios a la muerte. Mientras que pueda parecer simplemente un negocio, huelga destacar que es un servicio gratuito y realmente tiene sus beneficios y, los que lo han probado afirman que ayudan a interiorizar esa idea y a apreciar la vida.
Los budistas tibetanos crearon un elaborado ritual para viajar a través del bardo, un supuesto estado límite entre la vida y la reencarnación. Independientemente de los propios sentimientos de la reencarnación -algunos budistas lo aceptan y otros lo rechazan- el bardo es reconocido como la creación de una mentalidad preparada para la muerte que ayuda a vivir bien.
En Corea del Sur adoptan esta ideología. Atan y tapan los ojos de las personas que quieren probar este hecho y les encierran en un ataúd durante diez minutos. Durante los últimos 4 años, hasta 15.000 personas han probado a sentir qué se siente. Los trabajadores afirman que los que piden el servicio tienen diversas motivaciones, desde profundizar sobre la conciencia de sí mismo hasta aliviar los impulsos suicidas.
“La mayoría de los clientes dicen que se sienten extrañamente aliviados después, ganando una nueva perspectiva de las cosas que importan en la vida, como la familia”, afirma uno de los directores del programa.
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