¿Por
qué los perros se huelen la cola?
Adaptación
de una antigua leyenda de México
En un
pueblo de Centroamérica existe una vieja leyenda que cuenta que hace muchísimos
años, los perros se sentían muy tristes. Según esta historia, los cachorritos,
desde que nacían, se comportaban de manera bondadosa con los humanos, les
ofrecían su compañía sin pedir nada a cambio y siempre trataban de ayudar en
las tareas del campo hasta que la vejez se lo impedía.
Desde
luego, los hombres y mujeres de las aldeas no podían quejarse, pues no había en
el mundo amigos más fieles y generosos que ellos.
La razón
de su desconsuelo era que, a pesar de todo eso, algunas personas los
trataban mal y no les daban ni un poco de cariño. Con toda la razón,
consideraban que merecían un trato más digno y respetuoso por parte de la raza
humana.
Un buen día,
varias decenas de perros se reunieron en un descampado para poner fin a esa
situación tan injusta. Hicieron un gran corro y debatieron largo y
tendido con el fin de encontrar una solución. Después de deliberar y estudiar
los pros y los contras, llegaron a una conclusión: lo mejor era pedir ayuda al
bueno y poderoso dios Tláloc. Él sabría qué hacer y tomaría medidas
inmediatamente.
Redactaron
una carta para entregársela al dios y el perro más anciano la firmó en nombre
de todos. Después, se hizo una votación. Salió elegido un perro negro de cuerpo
musculoso y famoso por tener muy buen olfato para llevar a cabo la importante
misión: recorrer cientos, quizá miles de kilómetros, hasta encontrar al dios
Tláloc y entregarle el mensaje.
¡Qué
orgulloso se sintió el joven perrito de poder representar a su comunidad y de
que todos confiaran en sus capacidades! Sin embargo, cuando estaba listo para
partir, surgió un pequeño problema: ¿Dónde debía guardar la carta?
En las patas
era imposible porque necesitaba las cuatro para caminar día y noche; tampoco
podía ser en el hocico, ya que el papel llegaría húmedo y además tendría
que soltarlo cada vez que quisiera comer o beber ¡El riesgo de perderlo o de
que se lo llevara el viento era muy alto!
Al final,
todos se convencieron de que lo mejor sería que guardara la carta bajo la cola,
sin duda el lugar más seguro. El perro aceptó y se despidió de sus amigos con
tres ladridos y una sonrisa.
Desgraciadamente,
han pasado muchos años desde ese día y el pobre perro aún no ha regresado. Se
cree que el dios vive tan lejos que todavía sigue caminando sin descanso por
todo el mundo, decidido a llegar a su destino.
Después de
tanto tiempo, sucede que los demás perros ya no se acuerdan
muy bien de su cara ni del aspecto que tenía; por eso, cuando un perro se cruza
con otro al que no conoce, le huele la cola para comprobar si esconde la vieja
carta y se trata del valeroso perro negro de cuerpo musculoso y buen
olfato que un buen día partió en busca del dios Tláloc para pedirle ayuda.
¿Por
qué los perros se huelen la cola?(c)
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