Uno de los usos tradicionales de los polvos de talco ha sido en la higiene vaginal femenina, como polvos secantes y por lo tanto que retienen los olores de los productos volátiles segregados en el flujo vaginal. Otros usos han sido en las ingles o en las axilas para evitar rozaduras cuando se suda mucho, la piel se humedece y tiende a llagarse. También se ha empleado con este fin profusamente en bebés.
La polémica de los asbestos
Algunos de estos usos ya no se recomiendan y otros sí, pero por distintos motivos. En el caso de la higiene vaginal, y genital en general, se achaca a los polvos de talco una relación causal con el cáncer de ovario por la posible entrada del polvo en el conducto vaginal, lo que podría provocar inflamación de la zona de las trompas de Falopio y, en consecuencia, aumentar el riesgo de aparición de células cancerosas.
A este respecto, una investigación de 1971 relató el hallazgo de polvo de talco en cánceres de ovario, pero se lo relacionó con la presencia de asbestos -un mineral muy similar y cancerígeno, también comercializado como amianto- en el talco. El motivo es que el talco -que son silicatos magnéticos fundamentalmente- es un mineral que suele obtenerse en los mismos yacimientos que los asbestos, muy similares, por lo que antiguamente se comercializaba con restos de estos.
Pero a partir de los años 70, y tras el progresivo conocimiento de los peligros de los asbestos, se prohibió su presencia en los polvos de talco, por lo que en teoría su poder cancerígeno debería estar descartado, al menos en la higiene genital. Sin embargo, sucesivas sentencias en Estados Unidos contra fabricantes por casos de uso de talco siguen manteniendo la creencia de que provocan cáncer de ovario.
Disparidad de opiniones
Este hecho deja la puerta abierta a otras teorías que relacionen talco y cáncer de ovarios, pero sin acuerdo científico. En la actualidad, la Sociedad Americana contra el Cancer, una de las más potentes de Estados Unidos, pide que no se recomiende su uso en la zona genital, pero la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos (FDA) alega que no hay argumentos sólidos para incluir esta advertencia en el etiquetado de los envases.
También la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, dependiente de la OMS, tacha al polvo de talco de "posible cancerígeno cuando se emplea en el área genital" y reclama que se hagan más estudios actualizados sobre el tema. Ahora bien, la Sociedad Estadounidense de Oncología replica que en base a los estudios existentes no hay evidencias científicas de que su uso implique peligros.
En todo caso, tanto oncólogos como dermatólogosdesaconsejan preventivamente su uso en zonas genitales o bien donde haya heridas o erosiones previas, al menos hasta que existan estudios aclaratorios sobre sus posible mecanismo de acción o bien su inocuidad.
No recomendados en bebés
Según explica la OCU, el uso de polvos de talco en la higiene genital femenina es actualmente poco usual en nuestro país y está en desuso, a diferencia de lo que sucede en Estados Unidos, donde se siguen empleando. Tampoco se recomiendan ahora en bebés, sobre todo en las nalgas y las ingles, donde el uso del pañal y los orines pueden provocar excesos de humedades que generen llagas.
El problema es estos casos no es tanto los posibles efectos tumorales, sino el peligro de que el bebé respire el polvo de la nube de talco, aunque esta lejos de demostrarse que pueda estar implicado en futuras enfermedades respiratorias y menos en cáncer de pulmón.
Se trata más bien de una recomendación preventiva, aunque con la mejora de los pañales en la contención de humedad, y el uso de otro tipo de protectores de la piel, el talco es cada vez menos frecuente. Por lo demás su uso en otras actividades -en peluquería como calmante, en higiene axilar como desodorante y otros empleos- no tiene ningún tipo de contraindicación.
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