Ómicron: cómo actúa y cómo defendernos
Ómicron
suena a apocalipsis. La OMS decidió nombrar a las distintas variantes siguiendo el alfabeto
griego: Alfa: B.1.1.7; Beta: B.1.351; Gamma: P.1; Delta: B.1.617.2; Epsilon:
B.1.427/B.1.429; Zeta: P.2; Eta: B.1.525; Theta: P.3; Iota: B.1.526; Kappa:
B.1.617.1; Lambda: C.37; Mu: B.1.621.
La siguiente en la lista tenía que ser Nu, pero como sonaba a New (nuevo)
decidieron pasar a la siguiente, Xi. Pero resulta que el presidente chino se
llama Xi JinPing y mejor no tocarle las narices. La siguiente letra del
alfabeto era Ómicron. Por eso, la nueva variante B.1.1.529 se llama Ómicron. Y
con Ómicron llegó el caos.
En momentos
de fatiga pandémica generalizada es fundamental recordar que el miedo en la
comunicación no suele funcionar. Lo hemos comprobado con el cambio climático:
los mensajes catastrofistas acaban aburriendo y mucha gente desconecta, como en
el cuento infantil de Pedro y el lobo.
De
nuevo, con Ómicron es el momento del rigor, la transparencia (decir lo que se
sabe y lo que no se sabe) y, sobre todo, de proponer soluciones.
¿Ómicron es mucho más transmisible?
Desde
que se detectó hace unas semanas, la variante se está expandiendo de forma muy
intensa por muchos países. Parece ser que su crecimiento está disparado, es
exponencial, y que en unas semanas desplazará a la variante Delta, hasta ahora
dominante. Sin embargo, aunque todavía es muy pronto para saberlo, algunos
datos sugieren que esa alta incidencia no está suponiendo una mayor mortalidad.
Sobre esto
todavía hay datos contradictorios y es difícil saber qué ocurrirá. El nivel de
incertidumbre sigue siendo muy alto. Es verdad que las hospitalizaciones,
ingresos en UCI y fallecimientos ocurren con un desfase de unas cuantas
semanas.
El
problema es que una variante mucho más transmisible, aunque sea menos
virulenta, no necesariamente significa que cause menos muertes: si crece a tan
alta velocidad, si hay muchos casos en muy poco tiempo, puede haber más
fallecimientos.
Una
sexta ola intensa y rápida en número de casos generará un colapso en el sistema
sanitario, algo que ya hemos visto que tiene consecuencias muy graves. Las agencias
sanitarias internacionales califican la situación de riesgo muy alto. Por eso,
algunos afirman que “hay que prepararse para lo peor”.
No sabemos
si es más grave, pero tampoco si será más leve
Aunque
el número de hospitalizaciones permanece bajo, no hay evidencia de que Ómicron
sea menos virulenta que la variante Delta.
En
comparación con otras variantes, resultados preliminares sugieren que
Ómicron se multiplica 70 veces más rápido en los bronquios humanos, lo que
podría explicar por qué esta variante puede transmitirse más rápido.
Sin
embargo, el mismo estudio muestra que la infección por Ómicron en el pulmón es
significativamente menor que con el SARS-CoV-2 original. Esto quizá podría
explicar que produzca una menor gravedad de la enfermedad.
Otros trabajos también preliminares sugieren
que los sueros de individuos vacunados neutralizaron la variante Ómicron a un
nivel mucho menor que cualquier otra variante. Sin embargo, en el mismo trabajo
también apuntan a que los sueros de individuos superinmunes (los que habían
sido infectados y vacunados o que habían sido vacunados y posteriormente fueron
infectados) sí que pudieron neutralizar la nueva variante.
Los
anticuerpos previenen la infección, por lo que este escape parcial de la
respuesta inmune (anticuerpos) también podría influir es su mayor
transmisibilidad.
Contra
Ómicron, o contra cualquier otra variante incluso más peligrosa, lo que tenemos
que hacer es recordar lo que ya sabemos… y hacerlo: vacunas, mascarillas,
ventilación, distancia, test de antígenos, autoconfinamientos, refuerzo
sanitario…
Las vacunas
funcionan, claro que funcionan
Con
la incidencia actual, si esta sexta ola nos hubiera cogido sin vacunar esto
sería una auténtica carnicería. Ya lo comprobamos con la quinta ola, en la que
el número de casos aumentó (entonces Delta, que era más transmisible, fue
dominante) pero no se reflejó en un aumento de fallecimientos como en oleadas
anteriores. La diferencia es que la mayoría de las personas mayores más
vulnerables ya estaban vacunadas. Ojalá ahora ocurra algo similar. En tres o
cuatro semanas lo sabremos.
Con la
tremenda transmisibilidad de Ómicron, lo más probable es que muchos nos
contagiemos. Si nos infectamos, lo mejor es que el virus nos pille vacunados.
Las personas sin la protección (sin vacuna o sin infección previa) son las que
están en mayor riesgo. Las vacunas no son una armadura de acero impenetrable,
nos podemos infectar y podemos infectar a otros, aunque con menor probabilidad.
Pero
eso no quiere decir que las vacunas no estén funcionando. Estas vacunas están
evitando los casos graves de la enfermedad, disminuyen los ingresos
hospitalarios y en UCI y reducen la mortalidad. Ese era su objetivo. Por eso
hay que vacunarse, no solo para protegernos nosotros, sino para proteger a los
demás.
Las
vacunas inducen una potente respuesta inmunitaria. La inmunidad es mucho más
que anticuerpos. Los anticuerpos previenen la infección y la inmunidad celular
previene la enfermedad grave y la mortalidad. Pero se necesitan ambas. Por eso,
las personas más vulnerables necesitan anticuerpos e inmunidad celular, porque
solo la infección puede llevarlos al hospital. En las personas más mayores su
sistema inmunitario también envejece (inmunosenescencia) y responden peor a los
estímulos vacunales. También puede ocurrir que la respuesta de anticuerpos
disminuya con el tiempo. Por eso, puede ser recomendable una dosis de recuerdo,
las famosas terceras dosis.
Como
hemos dicho, parece que la capacidad de neutralización de los anticuerpos
inducidos por las vacunas puede disminuir con Ómicron. Otros trabajos sugieren,
sin embargo, que la respuesta celular sí que podría controlar a la nueva
variante. De todas formas, varios estudios con diferentes vacunas
(AstraZeneca, Johson&Johson, Moderna, Novavax, Pfizer y Valneca) sugieren
que una dosis de recuerdo reduce la COVID-19 grave en cualquier franja de edad
y aumenta la actividad neutralizante frente a Ómicron de forma muy
significativa.
Reforzar el
sistema de salud no es responsabilidad del ciudadano
Esta
época del año, en el hemisferio norte, es la temporada de los mocos,
resfriados, catarros, bronquitis, neumonías, gripe… y coronavirus. Las
estadísticas de mortalidad a lo largo del año (antes de la pandemia) demuestran
que siempre muere más gente en invierno que en verano, hay cientos de virus y
bacterias que se transmiten por el aire y causan este tipo de problemas
respiratorios. Es previsible, por tanto, que cada año haya un pico de
incidencia y que el sistema sanitario sufra cierta tensión y acumulación de
pacientes.
Este
invierno, en medio de una pandemia mundial, era más que previsible el colapso
del sistema. La inmensa mayoría de los ciudadanos hemos sido obedientes, hemos
cumplido y nos hemos vacunado. ¿De quién es la responsabilidad de que ahora el
sistema sanitario esté a tope? Obviamente del virus, pero llevamos ya más de 20
meses de pandemia.
Hay
responsabilidades personales (vacunarse, usar mascarillas, distancia física,
evitar el contagio, evitar espacio muy concurridos, autoconfinarse en el caso
de presentar síntomas, informar al servicio de salud en el caso de contagio,
cumplir las cuarentenas…) y las hay de los gestores (reforzar las plantillas de
rastreadores, médicos/enfermeros, atención primaria y urgencias, laboratorios
de diagnóstico, camas UCI, proporcionar medidores de CO₂, sistemas de
ventilación y filtración, proporcionar y/o facilitar acceso a test de antígenos,
adecuar los sistema jurídicos, coordinación, comunicación eficaz…).
Toda
esta combinación de medidas y responsabilidades nos ayudará a controlar mejor
la pandemia, independientemente de la variante de turno.
La
situación es muy delicada. Seamos responsables y cuidémonos.
Amiga con el alfabeto griego y los trabalenguas de los comegambas de la OMS, hemos tropezado. Así que algunas letras del alfabeto no se pueden usar para no molestar a algún gerifalte o para no crear confusión de pronunciación entre los ciudadanos.
ResponderEliminarEl caso es que esta variante del bicho maligno nos va a amargar las fiestas navideñas, para empezar en mi clase de gimnasia ya hemos aplazado el tradicional almuerzo navideño para llevarlo a cabo mejor ocasión.
Y es de seguro que mañana en la cumbre de comegambas nacional y autonómicos, acuerden nuevas restricciones y demás medidas preventivas, y eso que ya andaban prometiéndonos una Navidades felices y contentísimas.
Así que ante el maldito bicho Ómicron o las siguientes mutaciones que vengan detrás, solo nos cabe seguir manteniendo las medidas de protección ya conocidas; vacunas, mascarilla, distancia de seguridad y el hidrogel.
Pues es verdad desde que apareció el maldito bicho del Covid, la situación está siendo muy delicada y además de que la ciudadanía sea responsable pidamos a los comegambas que también lo sean y dejen de marear la perdiz con tanto cambio de normas y previsiones cívico-sanitarias
Sensatez para todos y un pincho de calabaza y vino para que alegre nuestras penalidades cotidianas.
Saludos: