La píldora de la eutanasia disponible en Holanda por 15 euros al año: 60 españoles entre los inscritos
Psiquiatras y expertos en ética, inquietos con el proyecto por hacer muy fácil el acceso al suicidio.
Holanda tiene desde 2002 una ley que legaliza la eutanasia para los casos de pacientes cuyo sufrimiento es insoportable y no tienen perspectivas de mejora. La Cooperativa de La Última Voluntad cree que la norma es "excelente" para las personas que sufren enfermedades físicas o mentales. Pero quiere ir un paso más allá. Ofrece a sus miembros la posibilidad de comprar colectivamente una sustancia tóxica letal con el fin de que puedan matarse cuando, por el motivo que sea, ya no deseen seguir viviendo. Lo denominan la "ruta autónoma" a la eutanasia. "No queremos que los médicos u otros profesionales tengan la decisión final sobre nuestra vida o nuestra muerte. Queremos tomar nuestra propia decisión", explica por teléfono a EL ESPAÑOL el presidente de la cooperativa, Jos van Wijk.
La Cooperativa de la Última Voluntad se creó en 2013 y hasta el verano pasado tenía 3.000 miembros. Pero en septiembre de 2017 anunció que, tras cuatro años y medio de búsqueda, había dado con una sustancia que puede adquirirse de forma legal y que garantiza en pequeñas dosis una muerte digna y sin dolor. Desde entonces, el número de socios se ha disparado hasta los 18.000, entre ellos 1.000 extranjeros. Para inscribirse hay que ser mayor de 18 años y pagar una cuota anual de 15 euros. La mayoría son personas de más de 55 años, aunque también hay jóvenes. A la iniciativa se han sumado alrededor de 60 miembros procedentes de España, asegura Van Wijk a este periódico. En nuestro país la eutanasia no es legal.
Los socios más veteranos han recibido en los últimos días correos electrónicos en los que se les pregunta si quieren participar en la compra colectiva de las píldoras para la autoeutanasia. Se ha escogido este método porque "la cantidad mínima que se puede encargar de esta sustancia es de unos 500 gramos y se necesitan sólo dos gramos para matar a una persona", relata el presidente de la cooperativa. Una vez adquirido, el producto se distribuirá en esta dosis de dos gramos entre los miembros interesados, que deberán guardarla en una caja de seguridad. A partir de marzo se organizarán sesiones informativas presenciales para organizar todo el procedimiento.
Salvaguardas para evitar suicidios impulsivos
¿No existe el riesgo de que esta iniciativa fomente los suicidios impulsivos de personas en crisis cuya situación podría mejorar con asistencia médica o simplemente con la ayuda de familiares o amigos? "Es una pregunta que se me plantea a menudo. Muchas personas sólo quieren tener la sustancia en sus casas porque les da tranquilidad saber que si quieren poner fin a su vida podrán hacerlo, tendrán capacidad para hacerlo. Al tener esa tranquilidad, recobran una nueva energía para pensar en otras cosas en lugar de cómo van a poner fin a su vida, o cuánto tiempo van a sufrir", sostiene Van Wijk. La adquisición de la píldora también puede fomentar el diálogo sobre estas cuestiones en el entorno de los afectados y ayudar a disuadir a posibles suicidas.
La Cooperativa de la Última Voluntad también ha previsto salvaguardas para evitar accidentes o usos indebidos. Para impedir decisiones apresuradas, sólo tendrán acceso las personas que hayan sido miembros al menos seis meses. Y la sustancia llevará un tinte azul con el fin de que resulte reconocible de inmediato. "Si se usa para matar a otra persona, como se puede hacer con otras muchas sustancias, será un delito", resalta el presidente. A su juicio, esta iniciativa no vulnera la legislación holandesa. "El medio que usamos es legal, humano y seguro. Es una forma muy digna de acabar con tu vida, sin dolor y en media hora o una hora estás muerto. Y en Holanda es legal dar información a la gente sobre cómo acabar con su vida", apunta.
Lo que está penado en la legislación holandesa es ayudar al suicidio. Por eso la cooperativa no vende directamente la sustancia letal a sus socios, sino que son los propios miembros los que tienen que comprarla colectivamente. De momento, la Fiscalía observa la iniciativa sin actuar. Considera que la comisión de algún delito dependerá de las circunstancias concretas en que se lleve a cabo este proyecto de compra colectiva, según un portavoz citado por la prensa holandesa.
Inquietud entre los expertos
El proyecto de la Cooperativa de la Última Voluntad sí ha suscitado inquietud entre psiquiatras y expertos en ética, que consideran cuestionable que se facilite de esta forma el acceso al suicidio. "Estas píldoras o esta sustancia pueden conducir a la muerte a personas que atraviesan una crisis grave pero cuya situación no es irresoluble y eso es lo que más me preocupa", explica a EL ESPAÑOL Ignaas Devisch, profesor de Ética y Filosofía de la Medicina de la Universidad de Gante. La iniciativa ha provocado un fuerte debate en Bélgica porque la cooperativa tiene 220 miembros belgas, que pueden acudir fácilmente al país vecino a hacerse con la sustancia letal.
"Esta cooperativa alienta la idea de que acabar con tu propia vida es sólo una decisión personal y yo creo que es un error. No vivimos solos así que ¿por qué vamos a decidir solos acabar con nuestra vida?", se pregunta el experto. El contacto con especialistas, familiares o amigos es ya en muchos casos suficiente para disuadir a alguien de matarse. Y la mayoría de las personas a las que su entorno consigue rescatar de un intento de suicidio, muchos años después están felices por el hecho de seguir vivos según se desprende de sus propios testimonios, agrega. En su opinión, las autoridades holandesas deberían tomar medidas para frenar esta iniciativa.
Los toxicólogos ponen en duda además que la sustancia escogida para la autoeutanasia, el conservante alimentario secreto, sea realmente indoloro. "En las cantidades habituales, muy pequeñas en los alimentos, la sustancia no es peligrosa. Sólo cuando se toman 1 o 2 gramos, la presión arterial baja mucho y terminas en coma. Tu cuerpo está tratando de salvarse y hay grandes posibilidades de dolores espasmódicos", ha avisado el profesor de toxicología Jan Tytgt en el periódico De Standaard.
¿Es una iniciativa como esta exportable a otros países? Además de los 60 socios españoles, la Cooperativa de la Última Voluntad tiene miembros de países como Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, Noruega, Nicaragua, Colombia o incluso Nueva Zelanda. Su presidente explica a EL ESPAÑOL que su objetivo es ayudar a estos miembros a buscar las posibilidades legales que ofrece el país en el que viven para poder acabar con su vida de forma autónoma cuando lo deseen.
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