Así son las porteadoras, las mujeres que se dejan la vida en Melilla y Ceuta
Dos mujeres marroquíes de unos 40 años perdieron la vida el lunes en el puesto fronterizo de Bab Sebta, punto de entrada marroquí en la ciudad autónoma de Ceuta, tras una avalancha de cientos de personas registrada alrededor de las 05.30 horas. Se llamaban Ilham Ben Chrif y Souad Zniter y son las últimas víctimas de un sistema que los guardias y policías definen como "de la Edad Media": el cruce, azuzado por mafias, controlado por explotadores, entre el país rico y el menos rico, en busca de bienes que vender y con los que subsistir.
Pero ¿quiénes son las trabajadoras que se dejan la vida en la frontera y cuál es su labor? Las porteadoras, que es como se llama a estas mujeres, se dedican a lo que cínicamente se llama "comercio atípico" en la frontera entre Melilla y Ceuta y Marruecos, el contrabando, que se ha convertido en el primer motor económico de la zona tras el hachís. Habitan en la zona de Tetuán o Nador y tienen entre 35 y 60 años de media, en su mayoría madres cargadas de hijos a los que sacan adelante tras haber sido abandonadas, tras divorciarse de maltratadores o quedar viudas. Pueden transportar en sus espaldas fardos hechos con tela de entre 80 y 90 kilos.
Durante horas, se concentran en los pasos fronterizos a la espera de su apertura y tratan de hacer luego el máximo de viajes entre un lado y el otro; de ello depende sus sustento. Por toda la jornada laboral cobran de cinco a diez euros. Eso, si el agotamiento y las avalanchas les permiten terminar el día. Es, en la práctica, una moderna forma de esclavitud que se lleva desarrollando en estos dos puntos de nuestro país desde hace casi 50 años.
500 MILLONES AL AÑO
La mayoría de la mercancía que llevan sobre sus espaldas, deslomadas, son calzado, mantas, pijamas, artículos de tecnología y de ferretería, pero también patatas fritas, pañales y papel higiénico o neumáticos. Nada más pasar los controles, corren a las explanadas en las que se concentran las furgonetas de los vendedores, listas para cargar y volver lo antes posible. Las autoridades españolas calculan que son 8.000 las personas que pasan a diario por estos cruces y más de 500 los millones de euros que genera esre negocio.
Las condiciones en las que las porteadoras ejercen su labor no es nada fácil. No sólo por el peso que deben transportar, sino por todos los obstáculos y peligros que sortean en su paso por la zona fronteriza. El trato que reciben por parte de las fuerzas de seguridad no es el más cordial. "Les quitan los pasaportes y, en ocasiones, también se los rompen. Las empujan. Les dicen que tienen que estar de rodillas", dice el informe elaborado por Irídia Centro para la Defensa de los Derechos Humanos, Novact y Fotomovimiento.
La violencia verbal y las agresiones físicas son comunes. Varias organizaciones de defensa de los derechos humanos han denunciado que los agentes de seguridad "rasgan con cuchillos los bultos de las porteadoras, ya sea mientras los están cargando en la espalda o incluso en el punto de recogida". Los agentes marroquíes, por su parte, les exigen mordidas (de entre 40 y 50 céntimos en cada control de documentación) y las agreden con porras.
Otro de los riegos a los cuales se exponen las porteadoras son las avalanchas que suelen ocurrir en los pasos fronterizos, cuyas estructuras no son las más adecuadas y dificultan el tránsito. En el paso de El Tarajal hay varios pasillos delimitados por vallas. Son tan estrechos que solo pueden pasar dos personas, mientras que el del Barrio Chino es una suerte de embudo.
En mitad de esta carrera de obstáculos y supervivencia diaria, las avalanchas: la riada humana tratando de avanzar por encima de cualquier cosa, porque le va el sustento en ello. Avalanchas como la que el lunes acabó matando a dos personas. Los eurodiputados de Izquierda Unida y Podemos, Marina Albiol y Miguel Urbán, registraron ayer una serie de preguntas en el Parlamento Europeo que obligarán a la Comisión Europea a responder si la institución comunitaria impulsará medidas para dignificar las condiciones laborales de las mujeres porteadoras.
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