miércoles, 31 de julio de 2024

Ahora una sátira. Juanito y la Salud Publica


 

En el Reino de la Salud Pública, donde los relojes parecen detenerse y las sillas de las salas de espera se convierten en reliquias históricas, vive una peculiar comunidad de pacientes y doctores.

Juanito, un joven de 25 años, decidió un día visitar el hospital por un dolor de muelas que lo estaba volviendo loco. Al llegar, el recepcionista, que llevaba ahí tanto tiempo que su silla ya tenía la forma exacta de su trasero, le dijo amablemente:

—¿Tiene cita?

—No, pero el dolor es insoportable —respondió Juanito, mostrando una cara de sufrimiento digno de un Oscar.

—Perfecto, solo tome un número y espere su turno.

Juanito tomó el número 572. Miró el tablero electrónico y casi se desmaya: iban por el número 23.

Cuatro horas después, el número 572 aún parecía un sueño lejano. Juanito intentó dormir en una silla de plástico, pero su muela no lo dejaba. Observaba con envidia a los demás pacientes que, resignados a su destino, se habían traído sillas plegables, termos de café y mantas.

Finalmente, llegó su turno. Entró en la consulta y el doctor, que parecía más una momia que un ser humano, lo miró con desdén.

—A ver, joven, ¿Qué le pasa? —preguntó sin levantar la vista de sus papeles.

—Me duele mucho una muela.

El doctor lo miró durante un segundo, luego se volvió a sus papeles y dijo:

—Perfecto, le doy cita para la semana que viene. A ver si la muela se comporta.

Juanito salió de la consulta en estado de shock. Pensó en el sistema privado, pero recordó que para permitírselo tendría que vender un riñón (si el sistema público se lo sacaba a tiempo, claro).

Así que, resignado, volvió a su casa, con la muela todavía doliendo y una lección bien aprendida: en el Reino de la Salud Pública, el tiempo es relativo y la paciencia, una virtud obligatoria.

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