La Sombra en el Bosque
Había una vez un pequeño pueblo rodeado por un denso
bosque. Los habitantes del pueblo evitaban entrar en el bosque al caer la
noche, pues contaban historias de una sombra oscura que merodeaba entre los
árboles. Nadie sabía con certeza qué era, pero aquellos que se atrevían a
adentrarse en el bosque después del anochecer nunca volvían a ser los mismos.
Una noche, un joven llamado Lucas decidió desafiar las
supersticiones y explorar el bosque. Estaba decidido a demostrar que no había
nada que temer. Con una linterna en la mano y su valentía a cuestas, se internó
entre los árboles mientras la luna llena iluminaba tenuemente su camino.
A medida que avanzaba, el bosque se volvía más oscuro
y el silencio más inquietante. La luz de su linterna parecía apenas penetrar la
densidad de la noche. Lucas continuó caminando, sintiendo una extraña presencia
que lo observaba desde las sombras. De repente, escuchó un susurro a su
espalda. Se giró rápidamente, pero no vio nada. Sin embargo, la sensación de
ser vigilado se intensificó.
Siguió adelante, tratando de ignorar el miedo
creciente en su interior. Fue entonces cuando vio algo moverse entre los
árboles. La sombra, alta y delgada, parecía deslizarse sin hacer ruido. Lucas
aceleró el paso, tratando de alejarse de lo que fuera esa cosa, pero la sombra
parecía seguirlo, siempre manteniéndose justo fuera del alcance de la luz de su
linterna.
Finalmente, llegó a un claro en el bosque. En el
centro del claro había una vieja cabaña, medio en ruinas. Pensó que quizás
podría refugiarse allí y encontrar algo de seguridad. Corrió hacia la cabaña y
cerró la puerta tras de sí. La oscuridad dentro de la cabaña era casi absoluta,
salvo por un débil resplandor de la luna que se filtraba por las grietas en las
paredes.
Lucas sintió un escalofrío recorrer su espalda. Algo
no estaba bien. De repente, la puerta se abrió lentamente y la sombra entró,
deslizándose sin hacer un solo sonido. Lucas retrocedió, sus ojos fijos en la
figura que ahora lo acechaba dentro de la cabaña. La sombra no tenía rostro,
solo un vacío oscuro donde deberían estar los ojos.
Con un grito ahogado, Lucas trató de escapar, pero la
sombra se abalanzó sobre él. La linterna cayó de sus manos y la luz se
extinguió, sumiéndolo en la más completa oscuridad. El pueblo nunca volvió a
saber de Lucas. La gente murmuraba que había sido reclamado por la sombra del
bosque, una entidad antigua y maligna que se alimentaba del miedo y la
desesperación.
Desde esa noche, nadie en el pueblo se atrevió a
entrar en el bosque después del anochecer. Y la cabaña en el claro quedó
abandonada, un recordatorio silencioso del destino de aquellos que desafiaban
las advertencias y se enfrentaban a la sombra en el bosque.
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