jueves, 28 de noviembre de 2024

Capítulo 4 - "Operación Fitness"

 


"El Desafío del Fitball"

El Gimnasio Olimpia estaba más animado que nunca. Desde que Charo y Fabio habían convertido cada sesión en un espectáculo, la asistencia había subido notablemente. Pero nadie esperaba lo que estaba por ocurrir.

Todo comenzó cuando Fabio, en su afán por mostrar sus habilidades, sacó de la esquina una enorme pelota de ejercicios, el famoso fitball, y la colocó en el centro de la sala. "Esto es perfecto para el equilibrio y la fuerza. ¿Quién se atreve a intentarlo?", preguntó, con esa sonrisa deslumbrante que ya había conquistado a medio gimnasio.

Antes de que nadie respondiera, Charo dio un paso al frente. "¿Equilibrio y fuerza? Fabio, cariño, yo llevo toda mi vida equilibrando un trabajo, dos hijos y una suegra. ¡Esto será pan comido!"

La sala se llenó de murmullos. Los Lenguaraces dejaron las pesas para presenciar el evento, Marta y Laura detuvieron sus cintas de correr, y Don Hilario salió de su oficina con una taza de café en mano.

Fabio, con movimientos ágiles, subió al fitball y empezó a hacer sentadillas mientras mantenía el equilibrio. "¿Ves? Es fácil", dijo, haciendo que todo pareciera ridículamente sencillo.

Charo lo observó con los brazos cruzados. "¡Eso no es nada!" Y con un gesto dramático, se quitó las gafas de sol, dejó su botella de agua de cristal en el suelo y subió al fitball.

El primer intento fue un desastre: la pelota salió disparada hacia un lado, llevándose por delante la colchoneta de Amparito. "¡Esto estaba planeado!", dijo Charo, levantándose con elegancia y volviendo a intentarlo.

El segundo intento fue más exitoso. Logró mantenerse de pie, aunque tambaleándose como un funambulista en plena tormenta. Fabio, divertido, añadió un nuevo desafío. "¿Y si intentas lanzar esta pesa pequeña mientras te equilibras?"

Charo, decidida a no dejarse intimidar, aceptó. Con un movimiento calculado, lanzó la pesa… pero en lugar de volver a sus manos, la pesa tomó una trayectoria inesperada y golpeó suavemente el interruptor del ventilador de techo.

El ventilador, que llevaba meses sin funcionar, empezó a girar como loco. Las corrientes de aire hicieron que las cintas de correr aceleraran, y Marta y Laura saltaron como si hubieran visto un fantasma. La pelota de Charo, ahora incontrolable, rebotó hacia Fabio, quien perdió el equilibrio y cayó al suelo en cámara lenta, como en una película cómica.

Don Hilario, intentando controlar la situación, gritó: "¡Apagad el ventilador!" Pero nadie sabía cómo hacerlo. Mientras tanto, los Lenguaraces no podían parar de reír. "¡Esto es mejor que un capítulo de televisión!", decía Paco entre carcajadas.

Finalmente, Charo, que todavía estaba de pie en el fitball, levantó las manos triunfante. "¡Soy una leyenda!", exclamó justo antes de que la pelota se deslizara y terminara sentada en el suelo con un estruendoso "¡plop!".

Cuando el caos finalmente se calmó, Fabio se acercó a Charo, todavía riendo. "Eres increíble, Charo. ¡Pero la próxima vez, déjame el ventilador fuera de esto!"

El Gimnasio Olimpia había vivido otro día memorable, y todos sabían que, con Charo y Fabio en la sala, nunca faltaría el espectáculo.


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