'Si yo no puedo, tú tampoco': el miedo, el cansancio y la rabia ante el
incumplidor dispara las denuncias de los ciudadanos
Policía de balcón,
'gestapo' vecinal o sheriff de escalera.
Da igual
el término, es todo lo mismo: expresiones que surgieron al principio del
confinamiento, en marzo de 2020, para describir a quienes se asomaban a la
calle para vigilar -y censurar- el comportamiento de sus conciudadanos. Al más
puro estilo James Stewart en 'La ventana indiscreta', parte de los españoles
ocuparon su encierro en controlar a los transeúntes y reprocharles sus idas y
venidas en un momento en que la población estaba aislada en su domicilio.
Ahora, este movimiento se ha reactivado en
forma de denuncias por incumplir las medidas anti-COVID.
No obstante, los dos escenarios distan de ser iguales. Hace un
año, los vecinos juzgaban a los viandantes sin conocer sus circunstancias y los
abucheos tuvieron como destinatarios, en algunos casos, sanitarios que volvían
de su turno en el hospital o padres que paseaban con sus hijos con trastornos
del espectro autista. En la actualidad, estos policías de balcón denuncian
hechos netamente sancionables, como música demasiado alta, una
afluencia excesiva en una vivienda o un local o mesas
ocupadas por más gente de la permitida.
Esta tendencia a delatar a
quien incumple la normativa ha ido en aumento en los últimos
meses.
Las llamadas anónimas
también han permitido detectar personas que fuman sin mantener la distancia de
seguridad o terrazas en las que no se respeta el aforo máximo
por mesa. Incluso las redes sociales han jugado un papel crucial en esta
participación de la sociedad: una persona desde Alicante telefoneó a los
agentes de Lugo para denunciar a un individuo que caminaba sin mascarilla y con
un cigarrillo al que estaba viendo en directo a través de una plataforma
digital.
En este sentido, considera
que esta
colaboración es "útil", porque, incluso cuando los
anfitriones de las fiestas no abren la puerta, la celebración termina y las
molestias cesan. Asimismo, sostiene que ayuda a que los participantes tomen
conciencia de la situación. No obstante, tras lo ocurrido en Madrid, pide una "legislación
más taxativa" sobre estos casos.
En cuanto a los motivos por los que la ciudadanía se anima a
señalar a sus vecinos ante las autoridades, el catedrático en Psicología de la
Universidad Complutense de Madrid Antonio Cano Vindel apunta que, a las
molestias generadas por los ruidos ya existentes antes del coronavirus, se
suma el miedo a la pandemia. "Denuncian a personas que no
están cumpliendo las leyes de seguridad por la COVID y están poniendo en riesgo
su propia vida, su salud y las de su familia", ahonda.
"Es autoprotección, están defendiendo sus derechos. Ahora
ya no
se trata solo de si te dejan dormir, si no de si te dejan vivir",
añade.
Al miedo y las molestias, Rosana Pereira, directora de Haztúa
Psicología Positiva, suma la frustración.
"Cuando a uno le prohíben algo y los demás lo hacen, le queda el recurso
de impedírselo. Es el pensamiento de: 'Si yo no puedo, tú tampoco'.
Se trata de una forma de gestionar este sentimiento, aunque tal vez no la más
adecuada", detalla. Y, si bien destaca que las razones varían de una
persona a otra, agrega: "Se junta un poco todo: el temor, la rabia, el
cansancio de tanto tiempo con limitaciones...".
Respecto a la conveniencia de que exista esta figura de la
policía de balcón, se pronuncia M.ª Paz García Vera, catedrática de Psicología
de la UCM, que piensa que puede tener un papel relevante. "En España,
somos una sociedad que nos cuesta denunciar a los demás y
está mal visto. Esto puede ser muy grave en algunos casos, como
la violencia de género, y lo es menos con infracciones leves. Es
difícil el equilibrio. Hay que recordar que el control
social es un factor importante para que las personas cumplamos ciertas normas,
pero en ocasiones puede equivocarse", puntualiza.
#Este virus lo paramos unidos
ResponderEliminarCierto es que los ciudadanos estamos cansados de tantas prohibiciones y de las recomendaciones sanitarias emanadas por la pandemia de la Covid. Pero la realidad es que el este bicho maligno anda suelto y por el momento no se ha encontrado el método más eficaz para derrotarlo.
Mientras llega dicho momento a la ciudadanía no le queda otra que protegerse y proteger a los demás de los contagios. Claro que esta pandemia nos ha cambiado la vida, ya no podemos tener la misma libertad para llevar a cabo todas las actividades laborales o lúdicas como antes de la pandemia.
En ese sentido la responsabilidad de proteger a la población no es competencia solamente de las autoridades. En esta lucha estamos todos unidos contra un mismo peligro, como muy bien se expresa el slogan que surgió en la primera ola del Covid “este virus lo paramos unidos”.
Por tanto la colaboración de todos es necesaria, no importa que te llamen ‘chivato’, ‘Gestapo’, ‘fascista’…, o cualquier otro epíteto, el caso es que las fuerzas del orden no pueden estar en cada calle y por tanto cualquier ayuda que reciban por parte de los ciudadanos responsables será bienvenida.
No es de recibo que unos pocos irresponsables quieran tomarse por su cuenta las libertades y ‘derechos’ que la mayoría tienen limitados, además que si se puede estar en calles o plazas, incluso ahora con el buen tiempo y las vacaciones de Pascua también se puede ir a las playas o al campo, pero eso sí, siempre cumpliendo las recomendaciones de protección de las autoridades sanitarias.
Pese al cansancio ante esta situación de emergencia sanitaria, antepongamos la responsabilidad ciudadana nos va en ello la salud y en situación extrema hasta la vida.
Amigos felices Pascuas de Resurrección – o de primavera – y que paséis unas felices vacaciones.
Saludos:
Leyéndote cambio mi forma de pensar y creo que tienes razón.
EliminarSiempre haces que cambie de parecer, jaja.
Abrazos Amigo!!!