El Otoño del Encuentro
El otoño trajo consigo una calma especial, pero también una
oportunidad inesperada. Una tarde, Carmen convocó a Clara y Eduardo a una
reunión privada en el salón principal del club, que todavía olía a café recién
hecho después de una concurrida mañana de talleres.
—He recibido una propuesta interesante —dijo Carmen, con esa
energía contagiosa que la caracterizaba—. La municipalidad quiere que "El
Encuentro" colabore en un proyecto piloto para crear clubes de jubilados
en otros barrios. Nos han pedido liderar esta iniciativa y, Clara, creo que tú
serías perfecta para encabezarla.
Clara, que escuchaba con atención mientras tomaba notas en su
libreta, levantó la vista sorprendida.
—¿Yo? Pero apenas llevo unos meses aquí… —respondió,
intentando disimular los nervios que empezaban a recorrerla.
—Y en esos meses has transformado el club. Tú tienes la
visión, la energía y, además, el apoyo de todos nosotros. Eduardo y yo te
acompañaremos en cada paso —añadió Carmen con una sonrisa tranquilizadora.
Clara intercambió una mirada con Eduardo, quien le guiñó un
ojo. Eso bastó para calmar sus dudas. Asintió con determinación.
—De acuerdo. Vamos a hacerlo.
En las semanas siguientes, Clara y Eduardo se embarcaron en
una travesía por los barrios cercanos. Visitaron centros comunitarios
abandonados, hablaron con vecinos y compartieron la experiencia de "El
Encuentro". Sus relatos, llenos de anécdotas divertidas y momentos
conmovedores, inspiraron a otros jubilados a imaginar un nuevo propósito para
sus vidas.
El proyecto se convirtió en una aventura emocionante. Clara
se encargaba de las reuniones de planificación, donde surgían ideas creativas
para actividades y eventos, mientras Eduardo capturaba la esencia de cada
visita con su cámara. Las fotografías se convirtieron en una herramienta clave
para transmitir el impacto de su misión.
Finalmente, llegó el día de la inauguración del primer club
inspirado en "El Encuentro". El evento fue un éxito rotundo. El salón
estaba decorado con fotografías tomadas por Eduardo que mostraban los logros
del club original, y Clara dio un discurso lleno de pasión:
—La jubilación no es el final de una historia, sino el
comienzo de muchas nuevas. Hoy celebramos eso: la posibilidad de seguir
aprendiendo, creciendo y, sobre todo, compartiendo.
El público, formado por jóvenes y mayores, estalló en
aplausos. Eduardo, emocionado, se acercó a Clara y la abrazó con fuerza.
—Has creado algo increíble, Clara. —dijo con una sonrisa.
—Lo hemos creado juntos —respondió ella, sintiendo una
profunda gratitud.
Mientras caía la tarde, Clara miró a su alrededor y supo que
el legado de "El Encuentro" estaba apenas comenzando. Ahora, más
personas tendrían la oportunidad de descubrir que el verdadero propósito de la
jubilación no es descansar, sino vivir plenamente.
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