El Eco de
las Almas Perdidas
Cuenta la leyenda que el Monasterio de El Escorial,
además de ser un monumento arquitectónico sin igual, fue construido sobre un
lugar marcado por energías oscuras. Según dicen, Felipe II mandó edificarlo en
ese punto no solo por su ubicación estratégica, sino también para sellar un
portal al inframundo.
Los trabajadores que participaron en la construcción
del monasterio hablaban en susurros de extraños fenómenos que sucedían en los
sótanos y túneles. Una noche, un grupo de obreros, movidos por la curiosidad y
el vino, decidió explorar un túnel prohibido que llevaba hacia las
profundidades. Al cruzar una puerta de hierro corroído, encontraron una sala
circular con inscripciones que ninguno pudo descifrar.
De repente, sintieron un frío inexplicable y escucharon
una voz que susurraba sus nombres uno por uno. Presas del pánico, salieron
corriendo, pero no todos lograron escapar. Uno de ellos, un joven llamado
Diego, desapareció esa noche. Su cuerpo jamás fue encontrado, pero, desde
entonces, otros trabajadores afirmaron oír su risa resonando en las paredes del
monasterio.
Con el paso del tiempo, los relatos de los habitantes
del pueblo reforzaron esta leyenda. Los monjes aseguraban que, al caer la
noche, podían escuchar pasos y murmullos en los pasillos vacíos. Una vez, uno
de ellos vio la silueta de un joven que parecía llamarlo desde una esquina
oscura. Cuando se acercó, la figura desapareció dejando un intenso olor a
azufre.
Los turistas que visitan el monasterio también han
reportado fenómenos extraños. Algunos aseguran que sus cámaras capturan sombras
inexplicables, mientras que otros sienten un escalofrío profundo al pasar cerca
de ciertas zonas del edificio.
Se dice que las almas de los que se perdieron en los
túneles siguen atrapadas, y que, si escuchas con atención en las noches más
silenciosas, puedes oír susurros que parecen venir desde las piedras mismas del
Monasterio de El Escorial.
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