sábado, 12 de octubre de 2024

Capitulo 3 - "Las Sombras del Casco Viejo"

 


Capítulo 3: El susurro de las paredes

El eco de la puerta al abrirse se desvaneció en la oscuridad, y un silencio pesado se apoderó del pequeño portal. Marta y Sara se quedaron paralizadas, los ojos fijos en el abismo que se extendía ante ellas. El aire parecía aún más denso, como si las paredes del edificio contuvieran secretos demasiado oscuros para ser desvelados.

—Esto... no me gusta nada —murmuró Marta, retrocediendo un paso.

Sara, sin embargo, no podía apartar la vista de la negrura que se extendía más allá de la puerta. Algo dentro de ella la empujaba a avanzar, a cruzar el umbral y desvelar lo que se ocultaba en esas sombras.

—¿No sientes eso? —susurró Sara, sus dedos rozando el marco de la puerta. Había algo más. Un murmullo apenas perceptible, como un susurro que provenía de algún lugar más profundo del edificio.

Marta frunció el ceño. —¿Sentir qué? Solo quiero salir de aquí.

Pero Sara estaba hipnotizada por esa sensación. Era como si las paredes de piedra vieja le estuvieran hablando, como si entre los ladrillos y la humedad se escondiera algo vivo. Algo que había estado observando, esperando.

—No podemos dejarlo así —dijo Sara, su voz temblando de determinación—. Si Jon, o cualquiera de los que han desaparecido, está aquí... tenemos que averiguarlo.

Marta vaciló, pero al final, asintió. Sabía que una vez que Sara decidía algo, no había vuelta atrás. Avanzaron juntas, su única luz la que provenía de sus móviles, creando sombras largas y temblorosas en las paredes agrietadas. El lugar estaba completamente desierto, salvo por el eco de sus propios pasos.

El pasillo las llevó a una escalera de piedra que descendía aún más en la oscuridad. La luz se desvanecía a medida que bajaban, y el aire se volvía cada vez más frío, como si la temperatura misma les estuviera advirtiendo que no siguieran adelante.

Al llegar al fondo, se encontraron frente a una puerta de madera maciza, vieja y carcomida por los años. Sara extendió la mano hacia el pomo, pero en el momento en que lo tocó, un sonido débil pero claro atravesó el silencio.

Un susurro.

Las dos se quedaron congeladas. Era imposible de descifrar, pero ambas lo oyeron. Parecía venir de detrás de la puerta, como si alguien, o algo, estuviera esperando al otro lado.

—¿Has escuchado eso? —preguntó Marta, con la voz quebrada.

Sara asintió, los ojos clavados en la puerta. El corazón le latía con fuerza, pero había algo en ese susurro que la atraía, como una promesa oscura. Se armó de valor y giró el pomo.

La puerta se abrió lentamente, revelando una habitación pequeña y claustrofóbica, iluminada solo por la tenue luz de una bombilla parpadeante. Las paredes estaban cubiertas de fotografías antiguas, todas ellas de personas que parecían haber desaparecido del Casco Viejo. Jon estaba entre ellas, su rostro capturado en un momento de tranquilidad, antes de que se esfumara.

Pero lo que hizo que ambas mujeres se estremecieran fue el hecho de que no estaban solas. En una esquina de la habitación, envuelta en sombras, una figura se movía lentamente, girando la cabeza hacia ellas.

—He estado esperando... —dijo una voz baja, rasposa, que parecía provenir de todos lados a la vez.


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