Capítulo 4: La Cuadrilla y el Grupo
de WhatsApp
Escenario:
Es otro día cualquiera en el bar El Rincón. Como siempre, la cuadrilla está en
su mesa habitual, con unas cañas en mano. Sin embargo, hoy hay algo diferente
en el aire: Paco ha decidido modernizar a la cuadrilla creando un grupo de
WhatsApp para que estén "más conectados".
Trama del Capítulo:
Paco, el más ingenuo y entusiasta del grupo, saca su
teléfono móvil y mira al resto con una sonrisa de oreja a oreja.
— Chicos, he creado un grupo de WhatsApp para la
cuadrilla. Así nos organizamos mejor para las cañas y las excursiones, ¿qué os
parece?
Manolo, que apenas sabe usar su móvil más allá de las
llamadas, lo mira con escepticismo.
— ¿Un qué? —pregunta, frunciendo el ceño.
— Un grupo, Manolo, para que hablemos todos a la vez.
Es más fácil que las llamadas.
Luis, siempre con un ojo puesto en no gastar ni un
céntimo de más, protesta:
— ¿Pero eso gasta datos? Mira que mi tarifa es de las
más baratas, ¿eh?
Pepe, viendo una oportunidad para sacar provecho,
interviene rápidamente:
— ¡Yo te ayudo con eso, Luis! Conozco una oferta de
móviles increíble. Eso sí, tienes que entrar con mi código de invitación y...
—antes de que pueda seguir, Rafa lo interrumpe con su típica voz grave.
— A ver, que el WhatsApp es lo de menos. El problema
es que al final el grupo lo va a petar Iñaki con sus tonterías de Bilbao.
¡Apuesto lo que queráis a que será el primero en dar la lata!
Justo en ese momento, Iñaki entra al bar, como siempre
con su aire de superioridad. Paco, emocionado por la novedad, lo invita al
grupo mientras se toma un trago de su zurito.
— Iñaki, te he añadido al grupo de WhatsApp de la
cuadrilla. Así estaremos todos conectados.
Iñaki, con su clásica confianza desbordante, responde:
— ¡Por fin hacéis algo a mi altura! En Bilbao, esto
del WhatsApp ya es cosa del pasado, pero está bien que os vayáis modernizando.
Rafa pone los ojos en blanco y murmura para sí mismo:
"Lo que faltaba…".
Esa misma noche, los mensajes empiezan a volar. Iñaki,
tal como predijo Rafa, no tarda en inundar el grupo con fotos de pintxos,
vídeos de paisajes de Bilbao y mensajes sobre cómo "en Bilbao esto sería
mejor". Manolo, sin saber cómo silenciar el móvil, se desespera y acaba
llamando a Rafa para quejarse.
— ¡No aguanto más a tu cuñado, Rafa! Lleva ya veinte
mensajes y yo no sé ni cómo se apaga esta cosa.
Luis, por su parte, se ha quedado sin datos al abrir
uno de los vídeos de Iñaki, y empieza a mandar mensajes quejándose del
"gasto innecesario".
Mientras tanto, Pepe sigue intentando convencer a
todos de entrar en su supuesto negocio de móviles baratos, enviando ofertas
dudosas en el grupo a cualquier hora del día.
Paco, el único que realmente está disfrutando del
grupo, trata de calmar las cosas:
— ¡Chicos, tranquilos! Solo es cuestión de
acostumbrarse. Además, ¡mira qué bien lo estamos pasando todos juntos!
Pero en el fondo sabe que el experimento está fallando
estrepitosamente. Rafa, harto de la situación, manda un mensaje al grupo que
termina con toda la ilusión:
— Mañana a las 7 en el bar de siempre. Nada de
WhatsApp. Hablamos cara a cara, como se ha hecho toda la vida.
La cuadrilla, más aliviada que decepcionada, responde
con emojis que ni siquiera saben bien cómo usar. Y así, el intento de
modernización de la cuadrilla acaba siendo una breve pesadilla tecnológica que
confirma lo que todos sabían: lo suyo es la barra del bar y las charlas en
persona, lejos de la tiranía de los móviles y los grupos de WhatsApp saturados
de mensajes.
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