Día 48:
"El Club de Detectives del Relleno"
La noticia del
cadáver en el descansillo se había esparcido como la pólvora por la Comunidad
del Buen Vivir. A pesar de que la policía había hecho su trabajo, las
vecinas, especialmente nuestras ya queridas Carmen, Conchita y Maruja, no
estaban satisfechas. Habían decidido que necesitaban formar lo que ellas
llamaban "El Club de Detectives del Relleno". Lo hacían a la vieja
usanza: con libretas, bolígrafos, y una pasión desbordante por el misterio.
"Tenemos que
ser discretas", susurró Maruja en una de las reuniones secretas que
realizaban en el cuarto de limpieza. "Si los vecinos saben que estamos
investigando, pueden ponerse nerviosos."
"¡Exacto!",
añadió Carmen, quien había traído una lupa, solo porque le parecía que así se
veía más profesional. "Nuestro primer paso debería ser revisar la lista de
deudores de la comunidad. Seguro que alguien debía dinero y no lo quiere
admitir."
Conchita, que
siempre había sido la más pragmática, sacó una lista arrugada de su bolsillo.
"Aquí la tengo. Es del año pasado, pero seguro que los morosos no han
cambiado mucho."
Día 49:
"Interrogatorios Caseros"
El "club de
detectives" decidió que era hora de hacer preguntas, pero, claro, no
querían parecer demasiado obvias. Así que cada una de ellas tomó a su cargo a
un grupo de vecinos y comenzó a interrogar de la manera más sutil que podían.
Maruja se encargó
del vecino del primero, Don Eustaquio, un hombre de pocos amigos que siempre
parecía saber más de lo que decía. "Eustaquio", comenzó, "¿has
visto algo raro últimamente? Como, no sé, alguien nuevo por aquí… ¿alguna cara
desconocida?"
Eustaquio la miró
de reojo, con esa mirada que siempre ponía cuando algo le olía mal. "No,
Maruja, no he visto nada. ¿Por qué preguntas? ¿Tienes miedo?"
Maruja se dio
cuenta de que debía cambiar de táctica. "No, hombre, es solo que… bueno,
como sabes, la seguridad de todos es importante. ¡Y no querríamos que algo le
pasara a alguno de los nuestros!"
Mientras tanto,
Carmen se había hecho amiga de la portera, María, quien era un verdadero pozo
de información. "María, hija, tú que lo ves todo desde aquí, ¿no has
notado algún comportamiento raro de los vecinos? Ya sabes, alguien que de
pronto se volvió más silencioso… o más hablador."
María, que adoraba
los cotilleos, no dudó en compartir lo que sabía. "Bueno, ahora que lo
dices, he visto al vecino del cuarto, ese que nunca saluda, bajando por las
escaleras a las tantas de la madrugada. Y llevaba una bolsa muy sospechosa… no
sé qué habrá dentro."
Carmen anotó todo
en su libreta. "Interesante… muy interesante."
Día 50:
"Pistas Confusas"
Mientras el
"Club de Detectives del Relleno" seguía con su misión, la comunidad
comenzaba a llenarse de rumores. Los vecinos empezaban a mirar a todos con
recelo, como si cada uno de ellos pudiera ser el culpable.
Las abuelas, sin
embargo, estaban más que felices con la situación. Finalmente, tenían algo
emocionante de lo que hablar, algo que no involucraba solo quejas sobre la
televisión o el precio de la fruta en el mercado.
Sin embargo, las
pistas que estaban recopilando no parecían llevar a ningún lado. Cada vez que
creían estar cerca de una revelación, algo más surgía que volvía todo más
confuso. El vecino del cuarto, que había sido visto bajando con la bolsa
sospechosa, resultó estar cuidando de la gata de su tía, que acababa de
fallecer. Eustaquio, quien siempre parecía tan sospechoso, resultó ser
simplemente un hombre paranoico que había puesto cámaras de seguridad en su
puerta porque temía que alguien le robara el periódico.
Pero la pista más
desconcertante vino del vecino del quinto, Paco, quien de repente empezó a
actuar de forma muy extraña. "He visto cosas, Maruja", le confesó un
día mientras ella hacía la ronda en la azotea. "Cosas que no tienen
explicación… y lo peor es que creo que me están vigilando."
Maruja, siempre
dispuesta a darle la vuelta a cualquier situación, pensó que Paco estaba
intentando desviar la atención, pero ¿por qué?
Día 51:
"Un Descubrimiento Inesperado"
Una noche,
mientras el "club" se reunía para analizar las pistas, Conchita
mencionó algo que dejó a todas en silencio. "Sabéis", dijo, "el
otro día, mientras estaba regando mis plantas, vi a alguien en el patio
trasero… no era ningún vecino. Estaba rondando cerca del contenedor de
basura."
Todas se miraron
con ojos de sospecha. ¿Podría haber algún desconocido merodeando por la
comunidad?
Decidieron
investigar a fondo. Esa misma noche, armadas con linternas y sin ningún plan
claro, se dirigieron al patio trasero. Lo que encontraron allí las dejó sin
palabras. Alguien había escondido una bolsa de plástico bajo un montón de hojas
secas.
Maruja, siempre la
más valiente del grupo, se inclinó y abrió la bolsa. Dentro, encontraron varios
papeles arrugados, una vieja libreta con números escritos y algo que las dejó
heladas: una navaja con manchas de sangre seca.
"Esto… esto
es una prueba", murmuró Conchita.
"¡Tenemos que
llevar esto a la policía!", exclamó Carmen, aunque no sin antes hacer una
foto con su móvil, por si acaso.
Pero antes de que
pudieran hacer nada, una sombra se movió detrás de ellas. Al volverse, vieron a
Paco, con una expresión que oscilaba entre la desesperación y el miedo.
"Yo… yo no
quería hacerle daño", tartamudeó.
Día 52:
"La Confesión"
Paco fue llevado
al piso de Maruja, que en ese momento se había convertido en el centro de
operaciones del "Club de Detectives del Relleno". Con una taza de té
en las manos y el ceño fruncido, Paco comenzó a hablar.
"No era mi
intención… solo quería que me dejara en paz", confesó. Al parecer, el
hombre que había aparecido muerto en el descansillo había sido un prestamista
que había estado acosando a Paco durante meses por una deuda que él no podía
pagar. Paco había intentado razonar con él, pero las cosas se salieron de
control.
"Lo que pasó
esa noche fue un accidente", dijo Paco entre sollozos. "Él vino a
reclamarme el dinero y cuando intenté explicarle que no lo tenía, se puso
violento. En el forcejeo, cayó por las escaleras… y yo entré en pánico."
Las abuelas se
quedaron en silencio, asimilando la confesión. No sabían si debían sentir
compasión por Paco o entregarlo inmediatamente a la policía.
Finalmente, Maruja
tomó la decisión. "Paco, sé que no querías hacerle daño, pero esto tiene
que resolverse de la manera correcta."
Día 53:
"El Epílogo del Misterio"
Paco fue entregado
a la policía esa misma noche. Aunque su confesión dejó a todos en shock, los
vecinos se sintieron aliviados de saber finalmente lo que había sucedido. El
misterio que había sacudido a la comunidad durante días había llegado a su fin.
Sin embargo, para
las abuelas, el "Club de Detectives del Relleno" había sido una
experiencia inolvidable. Habían descubierto una nueva pasión por la
investigación, y aunque el caso de Paco se había cerrado, sabían que no podían
abandonar tan fácilmente sus libretas y lupas.
"Siempre hay
algo que descubrir en esta comunidad", dijo Maruja con una sonrisa,
mientras las otras dos asentían con entusiasmo.
Y así, mientras la
policía se retiraba y la comunidad volvía poco a poco a la normalidad, las
abuelas se quedaron observando el portal, sabiendo que, aunque este misterio
había terminado, no pasaría mucho tiempo antes de que surgiera otro.
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