Es de bien nacidos ser agradecido

 Aquí está vuestra amiga con sus vivencias.

Ayer a la tarde, en mi oficina trabajando, entró un hombrico, mayor, con su mascarilla y gorra casi irreconocible.

Entro como pidiendo permiso, se acercó a mi mesa y me preguntó si le podía hacer un favor.

Por supuesto le contesté, si está en mi mano eso está hecho.

Me dijo que había instalado una caldera y había perdido el Manual del Usuario.

Le pregunté por el modelo y le dije, sin problemas, me cuesta un minuto descargarmelo.

Se lo imprimí a doble cara, la maquina trabajo un minuto, yo solo dos clics y se lo entregué.

Lo puse en una carpeta y al entregárselo se deshacía a elogios.

Le dije que no había sido nada, que ya había visto lo poco o nada que me había costado, que se fuera tranquilo, que no me tenía que agradecer nada.

Pero hoy a la mañana, en mi misma silla con la pantalla delante y con el pesar que tengo sobre mis hombros por todo lo que acontece ha entrado un hombre.

Se ha acercado a mi mesa y de una bolsa de plástico ha sacado una caja de bombones.

Con ella en la mano me la ha acercado.

Le he preguntado, ¿y esto?

Mi agradecimiento por el favor que me hiciste ayer, es lo mínimo que puedo hacer por ti.

Me he medio enfadado con el, le he dicho que no era necesario, que lo había hecho de mil amores y que ademas a mi me gusta mas dar que recibir.

Al dar, me siento feliz, si recibo me pongo roja y nerviosa.

Si no me lo coges, me estarás haciendo un feo, me ha dicho, o sea que hagas el favor de tomarlo y disfrutarlo con salud que es lo que mas te deseo.

Me ha sacado una gran sonrisa y por supuesto que lo he cogido.

La verdad que me ha hecho sentirme muy bien al ver cuanta gente buena queda todavía.

Amigos, si os acercáis, tengo para todos.

Hoy no parar el Mundo, que tengo que disfrutar primero de mis bombones.