lunes, 20 de diciembre de 2021

Omicron

 

Ómicron: cómo actúa y cómo defendernos

Ómicron suena a apocalipsis. La OMS decidió nombrar a las distintas variantes siguiendo el alfabeto griego: Alfa: B.1.1.7; Beta: B.1.351; Gamma: P.1; Delta: B.1.617.2; Epsilon: B.1.427/B.1.429; Zeta: P.2; Eta: B.1.525; Theta: P.3; Iota: B.1.526; Kappa: B.1.617.1; Lambda: C.37; Mu: B.1.621.

La siguiente en la lista tenía que ser Nu, pero como sonaba a New (nuevo) decidieron pasar a la siguiente, Xi. Pero resulta que el presidente chino se llama Xi JinPing y mejor no tocarle las narices. La siguiente letra del alfabeto era Ómicron. Por eso, la nueva variante B.1.1.529 se llama Ómicron. Y con Ómicron llegó el caos.

 

En momentos de fatiga pandémica generalizada es fundamental recordar que el miedo en la comunicación no suele funcionar. Lo hemos comprobado con el cambio climático: los mensajes catastrofistas acaban aburriendo y mucha gente desconecta, como en el cuento infantil de Pedro y el lobo.

De nuevo, con Ómicron es el momento del rigor, la transparencia (decir lo que se sabe y lo que no se sabe) y, sobre todo, de proponer soluciones.

¿Ómicron es mucho más transmisible?

Desde que se detectó hace unas semanas, la variante se está expandiendo de forma muy intensa por muchos países. Parece ser que su crecimiento está disparado, es exponencial, y que en unas semanas desplazará a la variante Delta, hasta ahora dominante. Sin embargo, aunque todavía es muy pronto para saberlo, algunos datos sugieren que esa alta incidencia no está suponiendo una mayor mortalidad.

Sobre esto todavía hay datos contradictorios y es difícil saber qué ocurrirá. El nivel de incertidumbre sigue siendo muy alto. Es verdad que las hospitalizaciones, ingresos en UCI y fallecimientos ocurren con un desfase de unas cuantas semanas.

El problema es que una variante mucho más transmisible, aunque sea menos virulenta, no necesariamente significa que cause menos muertes: si crece a tan alta velocidad, si hay muchos casos en muy poco tiempo, puede haber más fallecimientos.

Una sexta ola intensa y rápida en número de casos generará un colapso en el sistema sanitario, algo que ya hemos visto que tiene consecuencias muy graves. Las agencias sanitarias internacionales califican la situación de riesgo muy alto. Por eso, algunos afirman que “hay que prepararse para lo peor”.

No sabemos si es más grave, pero tampoco si será más leve

Aunque el número de hospitalizaciones permanece bajo, no hay evidencia de que Ómicron sea menos virulenta que la variante Delta.

En comparación con otras variantes, resultados preliminares sugieren que Ómicron se multiplica 70 veces más rápido en los bronquios humanos, lo que podría explicar por qué esta variante puede transmitirse más rápido.

Sin embargo, el mismo estudio muestra que la infección por Ómicron en el pulmón es significativamente menor que con el SARS-CoV-2 original. Esto quizá podría explicar que produzca una menor gravedad de la enfermedad.

Otros trabajos también preliminares sugieren que los sueros de individuos vacunados neutralizaron la variante Ómicron a un nivel mucho menor que cualquier otra variante. Sin embargo, en el mismo trabajo también apuntan a que los sueros de individuos superinmunes (los que habían sido infectados y vacunados o que habían sido vacunados y posteriormente fueron infectados) sí que pudieron neutralizar la nueva variante.

Los anticuerpos previenen la infección, por lo que este escape parcial de la respuesta inmune (anticuerpos) también podría influir es su mayor transmisibilidad.

Contra Ómicron, o contra cualquier otra variante incluso más peligrosa, lo que tenemos que hacer es recordar lo que ya sabemos… y hacerlo: vacunas, mascarillas, ventilación, distancia, test de antígenos, autoconfinamientos, refuerzo sanitario…

Las vacunas funcionan, claro que funcionan

Con la incidencia actual, si esta sexta ola nos hubiera cogido sin vacunar esto sería una auténtica carnicería. Ya lo comprobamos con la quinta ola, en la que el número de casos aumentó (entonces Delta, que era más transmisible, fue dominante) pero no se reflejó en un aumento de fallecimientos como en oleadas anteriores. La diferencia es que la mayoría de las personas mayores más vulnerables ya estaban vacunadas. Ojalá ahora ocurra algo similar. En tres o cuatro semanas lo sabremos.

Con la tremenda transmisibilidad de Ómicron, lo más probable es que muchos nos contagiemos. Si nos infectamos, lo mejor es que el virus nos pille vacunados. Las personas sin la protección (sin vacuna o sin infección previa) son las que están en mayor riesgo. Las vacunas no son una armadura de acero impenetrable, nos podemos infectar y podemos infectar a otros, aunque con menor probabilidad.

Pero eso no quiere decir que las vacunas no estén funcionando. Estas vacunas están evitando los casos graves de la enfermedad, disminuyen los ingresos hospitalarios y en UCI y reducen la mortalidad. Ese era su objetivo. Por eso hay que vacunarse, no solo para protegernos nosotros, sino para proteger a los demás.

Las vacunas inducen una potente respuesta inmunitaria. La inmunidad es mucho más que anticuerpos. Los anticuerpos previenen la infección y la inmunidad celular previene la enfermedad grave y la mortalidad. Pero se necesitan ambas. Por eso, las personas más vulnerables necesitan anticuerpos e inmunidad celular, porque solo la infección puede llevarlos al hospital. En las personas más mayores su sistema inmunitario también envejece (inmunosenescencia) y responden peor a los estímulos vacunales. También puede ocurrir que la respuesta de anticuerpos disminuya con el tiempo. Por eso, puede ser recomendable una dosis de recuerdo, las famosas terceras dosis.

Como hemos dicho, parece que la capacidad de neutralización de los anticuerpos inducidos por las vacunas puede disminuir con Ómicron. Otros trabajos sugieren, sin embargo, que la respuesta celular sí que podría controlar a la nueva variante. De todas formas, varios estudios con diferentes vacunas (AstraZeneca, Johson&Johson, Moderna, Novavax, Pfizer y Valneca) sugieren que una dosis de recuerdo reduce la COVID-19 grave en cualquier franja de edad y aumenta la actividad neutralizante frente a Ómicron de forma muy significativa.

Reforzar el sistema de salud no es responsabilidad del ciudadano

Esta época del año, en el hemisferio norte, es la temporada de los mocos, resfriados, catarros, bronquitis, neumonías, gripe… y coronavirus. Las estadísticas de mortalidad a lo largo del año (antes de la pandemia) demuestran que siempre muere más gente en invierno que en verano, hay cientos de virus y bacterias que se transmiten por el aire y causan este tipo de problemas respiratorios. Es previsible, por tanto, que cada año haya un pico de incidencia y que el sistema sanitario sufra cierta tensión y acumulación de pacientes.

Este invierno, en medio de una pandemia mundial, era más que previsible el colapso del sistema. La inmensa mayoría de los ciudadanos hemos sido obedientes, hemos cumplido y nos hemos vacunado. ¿De quién es la responsabilidad de que ahora el sistema sanitario esté a tope? Obviamente del virus, pero llevamos ya más de 20 meses de pandemia.

Hay responsabilidades personales (vacunarse, usar mascarillas, distancia física, evitar el contagio, evitar espacio muy concurridos, autoconfinarse en el caso de presentar síntomas, informar al servicio de salud en el caso de contagio, cumplir las cuarentenas…) y las hay de los gestores (reforzar las plantillas de rastreadores, médicos/enfermeros, atención primaria y urgencias, laboratorios de diagnóstico, camas UCI, proporcionar medidores de CO₂, sistemas de ventilación y filtración, proporcionar y/o facilitar acceso a test de antígenos, adecuar los sistema jurídicos, coordinación, comunicación eficaz…).

Toda esta combinación de medidas y responsabilidades nos ayudará a controlar mejor la pandemia, independientemente de la variante de turno.

La situación es muy delicada. Seamos responsables y cuidémonos.


1 comentario:

  1. Amiga con el alfabeto griego y los trabalenguas de los comegambas de la OMS, hemos tropezado. Así que algunas letras del alfabeto no se pueden usar para no molestar a algún gerifalte o para no crear confusión de pronunciación entre los ciudadanos.

    El caso es que esta variante del bicho maligno nos va a amargar las fiestas navideñas, para empezar en mi clase de gimnasia ya hemos aplazado el tradicional almuerzo navideño para llevarlo a cabo mejor ocasión.

    Y es de seguro que mañana en la cumbre de comegambas nacional y autonómicos, acuerden nuevas restricciones y demás medidas preventivas, y eso que ya andaban prometiéndonos una Navidades felices y contentísimas.

    Así que ante el maldito bicho Ómicron o las siguientes mutaciones que vengan detrás, solo nos cabe seguir manteniendo las medidas de protección ya conocidas; vacunas, mascarilla, distancia de seguridad y el hidrogel.

    Pues es verdad desde que apareció el maldito bicho del Covid, la situación está siendo muy delicada y además de que la ciudadanía sea responsable pidamos a los comegambas que también lo sean y dejen de marear la perdiz con tanto cambio de normas y previsiones cívico-sanitarias

    Sensatez para todos y un pincho de calabaza y vino para que alegre nuestras penalidades cotidianas.


    Saludos:

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Gracias