domingo, 19 de diciembre de 2021

Rescate con final feliz


 

El héroe que la riada dejó al descubierto en Burlada

El viernes 17 Inacio Gomes escuchó a una mujer pedir ayuda para su marido, atrapado en la entrada a un garaje de Burlada, y se metió hasta la cintura en el agua para forzar la puerta

Inacio Gomes Méndes y Juanjo Seminario Azcárate se reencuentran entre bromas y miradas cómplices. Les separan 17 años de diferencia y una infancia ambientada en continentes distintos, pero es más lo que les une: un carácter sencillo y tranquilo, y una deuda de vida que se forjó la semana pasada, cuando Burlada se volvió navegable.

El 17 de diciembre Gomes, de 24 años, salió temprano de su casa en Berriozar para ir en villavesa al Polígono de Areta (Huarte). Eran cerca de las siete y la riada ya había trastocado el tráfico, por lo que el joven y el resto de pasajeros se apearon en la rotonda junto a las piscinas municipales de Burlada. Llovía sin parar y la mayoría se refugió en los bajos del bloque de viviendas más cercano. Gomes se encontró con un compañero de la Empresa de Inserción Laboral de Fundación Ilundáin y poco después apareció una mujer -“muy agobiada”, recuerda el chico- pidiendo ayuda: su marido se encontraba atrapado en la entrada al garaje, que se llenaba de agua.

“Miré el frente de casa, que da a la cuesta de Beloso, y no estaba inundado. Cogí el ascensor para bajar a por el coche”, relata Seminario, de 41 años, al repasar aquella mañana. Aunque el aparato no terminó de posarse en la planta -1, se empapó hasta los tobillos. Abrió con dificultad las puertas, pero al salir al cuarto que antecede al garaje, que tiene otro acceso desde el exterior, se dio cuenta de que estaba encerrado.

CON EL AGUA POR LA CINTURA

Juanjo Seminario llamó primero a su pareja que, al no conseguir sacarlo, pidió ayuda en el portal del edificio. Varias personas se acercaron, pero el agua, que cubría ya parte de las escaleras que llevan a la planta subterránea, pareció disuadirlas de intentar nada más.

Inacio Gomes, en cambio, no se lo pensó dos veces; se quitó el pantalón y los zapatos y se adentró en las gélidas aguas. “Al fin y al cabo, estoy todo el día mojado”, comenta el joven entre risas. Gomes cursó un grado medio de Jardinería y hace un año y medio entró en la sección de riegos de la empresa de inserción. Ese trabajo facilitó el reencuentro.

Después de varios empujones y patadas, Gomes, nacido en Calequise (Guinea-Bisáu), consiguió abrir la puerta y se presentó con sus 1,93 metros, semidesnudo y con el agua casi por la cintura ante Seminario, que llamaba al 112. “Estaba como en shock”, admite el vecino de Burlada.

Tanto es así que su mujer tuvo que indicarle que agradeciera la acción al chico y, aunque subió a su casa a por ropa interior seca y toallas y estuvieron hablando “de tonterías”, admite Seminario, no reaccionó. Hasta que vio más tarde el garaje inundado casi hasta el techo no fue consciente del riesgo que había corrido: “Yo le debo la vida a él, y él a mí unos calzoncillos”.

Después de reflexionar sobre su experiencia, Juanjo Seminario quiso dar las gracias y volver a hablar con su rescatador. Pudo hacerlo porque de la experiencia se quedó con el logotipo de la Fundación Ilundáin del uniforme del compañero de Inacio y recordó que los chicos se dirigían a Areta, y llamó a la empresa de inserción.

En el polígono desconocían el alcance de lo sucedido. Gomes, que durante la conversación resta importancia a su acción, confiesa que tampoco lo ha contado a su familia; no le gusta presumir. Pero matiza que se sintió orgulloso por sacar a Seminario. “Me siento bien cuando ayudo. Recibí mucha ayuda de los demás, al llegar aquí tampoco lo tienes fácil; intento devolverlo de otra forma”, explica.

En Navarra aterrizó con casi 15 años para reunirse con su familia. Se siente “a gusto” en la comunidad, aunque a veces siente reticencias por el color de su piel: “Algunos se creen que solo porque eres negro les vas a atracar”. Su solidaridad, opina, es “innata”. Inacio Gomes orma parte dela Transpirenaica Social, y además de jugar a Baloncesto en Larraona, entrena a un equipo de niñas de en el colegio Sagrado Corazón. “Si no hubiera abierto sería igual de héroe. Al final es la predisposición de ayudar, a las 7 de la mañana con el agua fría, de quitarse la ropa y meterse ahí. No tuvo ninguna duda”, determina Juanjo Seminario.

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