Las fantasías de la emperatriz Isabel eran inverosímiles. Una anécdota histórica describe que un día ordenó que todas las damas de la corte se rasuraran la cabeza. Llorando, obedecieron. A cambio a las aristócratas se les dio una peluca negra, barata y de poca calidad, que tuvieron que usar hasta que les creció el pelo. La causa fue trivial: la emperatriz tiñó mal su propio cabello y tuvo que cortarlo por completo.
Isabel sentía una predilección especial por las mascaradas. A menudo exigía que las mujeres vinieran vestidas de hombres y los hombres, de mujeres. Al parecer la ropa masculina le quedaba especialmente bien a la emperatriz y a menudo solía vestirse de uniforme.
A los bailes y mascaradas en los palacios imperiales acudían hasta 1500 invitados. Los oficiales de guardia quitaban las máscaras a los invitados para ver e identificar los rostros. Durante los bailes Isabel y las damas de la corte solían cambiarse de vestido varias veces; la emperatriz durante un día se podía cambiar hasta en cinco ocasiones. En su guardarropa del palacio de Tsárskoye Seló encontraron tras su muerte unos 15 000 vestidos y varios miles de zapatos. Todo comerciante de ropa extranjera, al arribar con su mercancía a San Petersburgo, debía presentarse, primero, en el palacio imperial. Isabel adquiría todo lo mejor. Los diplomáticos rusos debían estar al tanto de la moda en sus respectivos países para informar a la emperatriz y hacer compras de acuerdo con sus preferencias. Ninguna aristócrata rusa podía llevar el peinado de Isabel: el cabello hacia atrás y recogido hacia arriba, todo adornado con diamantes y una cinta rosada.
Las fantasías de la emperatriz Isabel eran inverosímiles. Una anécdota histórica describe que un día ordenó que todas las damas de la corte se rasuraran la cabeza. Llorando, obedecieron. A cambio a las aristócratas se les dio una peluca negra, barata y de poca calidad, que tuvieron que usar hasta que les creció el pelo. La causa fue trivial: la emperatriz tiñó mal su propio cabello y tuvo que cortarlo por completo.
ResponderEliminarIsabel sentía una predilección especial por las mascaradas. A menudo exigía que las mujeres vinieran vestidas de hombres y los hombres, de mujeres. Al parecer la ropa masculina le quedaba especialmente bien a la emperatriz y a menudo solía vestirse de uniforme.
A los bailes y mascaradas en los palacios imperiales acudían hasta 1500 invitados. Los oficiales de guardia quitaban las máscaras a los invitados para ver e identificar los rostros. Durante los bailes Isabel y las damas de la corte solían cambiarse de vestido varias veces; la emperatriz durante un día se podía cambiar hasta en cinco ocasiones. En su guardarropa del palacio de Tsárskoye Seló encontraron tras su muerte unos 15 000 vestidos y varios miles de zapatos. Todo comerciante de ropa extranjera, al arribar con su mercancía a San Petersburgo, debía presentarse, primero, en el palacio imperial. Isabel adquiría todo lo mejor. Los diplomáticos rusos debían estar al tanto de la moda en sus respectivos países para informar a la emperatriz y hacer compras de acuerdo con sus preferencias. Ninguna aristócrata rusa podía llevar el peinado de Isabel: el cabello hacia atrás y recogido hacia arriba, todo adornado con diamantes y una cinta rosada.