He caído al fondo del Pozo

Sí, he caído al fondo del pozo.

He vuelto a mi viejo vicio.

No me siento orgullosa, lo único que pienso es que estoy viva.

Es cierto que tras casi 3 meses de haberlo conseguido no tengo perdón.

Más de uno si pudierais me daríais una colleja, seguro.

Y me merezco todas.

Estaba esperando a ver si era capaz de volver al redil y así ni contároslo, pero todavía, no he sido capaz.

¿Qué cuando caí?

La noche de Nochebuena.

Encerrada en casa, con ese silencio sepulcral que me ahoga, con el móvil apagado desde la tarde y sintiéndome hundida, pensé que ya no podía  seguir luchando por la vida, que no tenía motivos para hacerlo.

Pensé en el cutter que tengo en mi caja de herramientas, pero con el yuyu que me da la sangre, se que en cuanto asomara una gota me iba a desmayar y lo descarté.

Me asomé a mi ventana del 8º piso, un patio amplio de luces, y me imaginé el suelo, imposible salir entera de ahí, pero entonces pensé en mis vecinos, quien era yo para amargar a todos ellos en su día especial, gente mayor, niños ilusionados y su vecina destrozándoles las fiestas.

Y como no sabía por dónde romper, me puse el vaquero, el abrigo y bajé a comprarme un paquete de tabaco.

Fue mi suicidio, así lo sentí.

El primero casi me hizo vomitar, pero para el tercero temblándome las piernas, me sentí en el cielo.

Lo siento, soy una cobarde que gracias al veneno, logró superar las Navidades.