Un tribunal se niega a admitir que un
hombre vivo está vivo
En Rumania, país natal del más célebre de los
muertos vivientes del planeta, Drácula, presentarse ante un tribunal para
demostrar que uno está vivo no es una prueba suficiente. Un habitante del este
del país, Constantin Reliu, pudo comprobarlo la semana pasada. El tribunal de Vaslui rechazó su demanda de anulación de un
certificado de defunción expedido a su nombre en 2016, según una sentencia
visible este viernes en el sitio web del juzgado.
Reliu, de 63 años, que se fue a trabajar a Turquía a comienzos de los años 90, regresó a
Rumanía en enero. Fue entonces cuando las autoridades rumanas le informaron de
que su familia lo había declarado muerto al no tener noticias suyas, informaron
los medios locales. El tribunal no detalló los motivos por los que rechazó su
petición. Según la prensa rumana, la demanda de Reliu fue denegada por haber
sido presentada fuera de plazo.
El regreso de entre los muertos es
especialmente complicado para el sexagenario. A falta de prueba oficial de que
está vivo, carece de existencia administrativa y no puede ser empleado de forma
legal ni beneficiarse de ayudas sociales.
Al no tener contacto con su familia, que se marchó a
su vez al extranjero, Reliu sobrevive gracias a la ayuda de sus vecinos. Ahora
tiene intención de presentar una nueva reclamación para demostrar, con la ayuda
de documentos, que está vivo.
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