¿Por
qué el feto no se ahoga en el líquido amniótico?
Todo tiene que ver con
el funcionamiento de los pulmones...
Porque, en realidad, sus pulmones no realizan una auténtica función
respiratoria. Es cierto que el líquido amniótico del que vive rodeado el bebé
entra en los pulmones a través de la traquea y los bronquios, y de hecho es
necesario que esto ocurra porque ayuda al desarrollo de estos órganos. Pero
digamos que el mecanismo de respirar, por el cual los pulmones reciben aire,
toman el oxígeno y lo expulsan, aún no se ha puesto en marcha. Así que no se
produce un ahogamiento.
Lo curioso es que el feto expulsa ese líquido por medio de una rutina
muscular parecida a la respiración, que le sirve a la vez de “entrenamiento” y
de esa ayuda a la formación.
Ahora bien, ¿cómo obtiene el oxígeno necesario el nonato? Pues a través del cordón umbilical que le une con su madre. La sangre que esta suministra a la placenta contiene el oxígeno y los elementos nutritivos que va necesitando el bebé en cada momento. Y como las necesidades van variando según avanza la gestación, la composición de ese suministro y de todo el líquido amniótico van alterándose según pasan las semanas.
Ahora bien, ¿cómo obtiene el oxígeno necesario el nonato? Pues a través del cordón umbilical que le une con su madre. La sangre que esta suministra a la placenta contiene el oxígeno y los elementos nutritivos que va necesitando el bebé en cada momento. Y como las necesidades van variando según avanza la gestación, la composición de ese suministro y de todo el líquido amniótico van alterándose según pasan las semanas.
La cantidad de líquido también varía: aparece en la quinta semana con unos
50 ml para acabar el embarazo en cerca de un litro (1.000 ml).
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