jueves, 21 de marzo de 2019

El Centollo


El edificio más gafe de España – El centollo

Un Primark dentro de un Calatrava. Vacío. Suena a parodia de Dubái. Suena también a novela distópica de Ballard... pero está en Asturias y es real. Un centro comercial fantasma dentro de un edificio tan vanguardista que la gente tiende a extraviarse dentro. El Palacio de Congresos de Oviedo, de Santiago de Calatrava, popularmente conocido como El Centollu, ya era una de las obras españolas más malditas del siglo XXI, con una inenarrable sucesión de desatinos desde la primera piedra, pero el próximo 31 de marzo aumentará su leyenda negra: ese día cerrarán las últimas tiendas abiertas de su centro comercial, dejando vacíos 40.000 metros de un edificio que alberga también un centro de convenciones, un hotel y la consejería autonómica de sanidad.

El Calatrava de Oviedo es un proyecto tóxico que ha contaminado a todas las partes: a los promotores, al arquitecto, a la administración pública, a las empresas privadas, al ciudadano y al 'skyline' de la ciudad. Casi nadie lo defiende ya. Un fiasco con diversos grados de achicharramiento. O cuando todo lo que puede salir mal… sale peor. Bienvenidos a la rocambolesca historia del edificio más gafe de España. Dinero, derrumbes y navajazos.

“No pasar. Zona cerrada al público. Acceso restringido. Personal autorizado”. No es el cartel de una central nuclear, sino una de las zonas clausuradas del centro comercial de El Centollo. Pocas sensaciones más extrañas que caminar por un sinfín de corredores vacíos y tiendas cerradas. La propiedad (la inmobiliaria Estabona, cuya empresa matriz ha declarado pérdidas de 120 millones de euros) anunció que marzo será el último mes. No ha sido nunca un buen negocio. Cuando Zara abandonó El Centollo, Inditex insinuó que era su tienda menos lucrativa de España por metro cuadrado. De 126 tiendas abiertas en 2008 pasaremos a 0 el próximo 1 de abril. Aún no se ha anunciado el plan B.

¿Qué puede salir mal?

Finales del siglo XX: dos de las familias más ricas de Asturias -los Cosmen (ALSA) y los Lago (construcción)- unen fuerzas en la promotora Jovellanos XXI. Su objeto es hacer negocio con dos codiciadas parcelas públicas de la ciudad. ¿El señuelo ante el que ninguna administración se iba a resistir? El arquitecto Santiago Calatrava, que venía de recibir el Príncipe de Asturias de las Artes (1999). La idea es que el arquitecto construya dos palacios en las parcelas: uno de congresos y otro de las artes. El Ayuntamiento de Oviedo -liderado por Gabino de Lorenzo (PP)- diseñó un concurso a la medida y liberó el suelo. "No hubo mayor pelotazo inmobiliario durante el gabinismo: eran las dos parcelas más codiciadas de Oviedo", cuenta David Remartínez, coautor de una biografía no autorizada del ex alcalde de Oviedo.

“Gabino de Lorenzo había inaugurado un palacio de congresos y auditorio en 1999, el Príncipe Felipe. Pues bien: pocos meses después, anunció otro, el de Calatrava, fue así de loco”, recuerda Remartínez.

Cosmen, Lago, De Lorenzo, un 'dream team' astur en la época de las vacas gordas. Y con el fichaje de Calatrava. ¿Qué podía salir mal? Pues prácticamente todo: una década después, Jovellanos XXI entraría en concurso de acreedores. Los propietarios acabarían a navajazos con Calatrava y con el Ayuntamiento para hacerse con los restos del naufragio…

Las trillizas de oro

La obra de la primera parcela (llamada El Vasco) se caracterizó por los cambios de rumbo de la propiedad. En efecto, el concepto “palacio de las artes” era lo suficientemente ambiguo como para que cupiera cualquier cosa/nadie supiera muy bien cómo darle contenido. Mientras se decidía qué tipo de complejo cultural se quería hacer, comenzaron las obras del aparcamiento. Pronto hubo lío vecinal: un inquietante movimiento de tierras y unas no menos alarmantes grietas en los edificios de alrededor. Pero era solo el principio...

Tras darle muchas vueltas, se decidió qué construir encima del aparcamiento... y no era exactamente lo previsto: tres rascacielos iguales de Calatrava de 133 metros (el palacio de las artes ya tal). Los rascacielos -popularmente conocidos como 'Las trillizas'- fueron presentados a bombo y platillo… y recibidos regular. Nadie pensó que edificar tres rascacielos a 280 metros de la Catedral de Oviedo (siglo XIII) quizá no era la idea más sensata, y estalló un escándalo cultural, con un organismo vinculado a la Unesco amenazando con incluir la catedral gótica en la lista de patrimonio mundial en peligro.

Por si todo esto no fuera suficiente, el estudio del arquitecto reparó entonces en un pequeño detalle sin importancia: para poder edificar los rascacielos había que cargarse el (ya construido) aparcamiento. Dada la deriva Pepe Gotera y Otilio en la que estaba entrando aquello, al final no hubo rascacielos: se desvinculó el solar de Calatrava y se construyeron pisos normales y corrientes.

Si todo esto le parece a usted un poco disparatado, quizá es porque no conoce qué pasó durante las obras de la segunda parcela: El Centollo en llamas.

El accidente

Madrugada del 9 de agosto de 2006: pudo ser uno de los días más negros de la historia de Oviedo. Un fila de camiones se preparaba para hormigonar la losa que debía sostener el graderío -una pieza de forjado y hormigón de 500 metros cuadrados - cuando se derrumbó desde una altura de quince metros. Tres obreros resultaron heridos. Y gracias.

“La levedad de tales heridas permitió a Calatrava, meses después, minimizar lo sucedido, afirmando que no había sido un accidente, sino un incidente. Pero las imágenes tomadas al día siguiente en el lugar del accidente inducen a pensar que el balance de víctimas fue extremadamente afortunado”, escribió Llátzer Moix en el ensayo ‘Queríamos un Calatrava’. La obra se retrasó seis meses por el accidente. No fue el único imprevisto que salió caro.

La cubierta móvil, de 2.300 toneladas, también vivió su drama particular. Sobre el papel era una pestaña con 32 lamas que debían plegarse y desplegarse, pero los ingenieros pusieron pegas: no podían garantizar la seguridad del edificio si aquello se movía. La visera móvil quedó finalmente estática por fallos en la ejecución del edificio, generando gran tensión entre el arquitecto y la propiedad: el intento fallido de tener una cubierta móvil salió por 7 millones de euros, según la propiedad, gastados para nada. Algunos ovetenses, no obstante, no lo consideran dinero tirado a la basura: como las extremidades de El Centollo 'amenazan' a los edificios del entorno, quizá es mejor que el crustáceo no se mueva, piensan algunos con retranca asturiana, o estaríamos ante una experiencia estética terrorífica...

Guerra judicial

El estrepitoso accidente llegó a los tribunales de la mano de una aseguradora. En mayo de 2011, el juzgado de instrucción número 2 de Oviedo falló en contra del arquitecto (y de la empresa constructora) por no supervisar correctamente la obra: fueron multados con 3,5 millones de euros.

El nivel de las cuchilladas subió en el segundo choque judicial (2012/2013), que visibilizó el mal rollo entre el arquitecto y las dos lucrativas sagas millonarias asturianas. De la fascinación con Calatrava, a la guerra sin cuartel; del genial arquitecto, al chapuzas manirroto; un cambio de humor drástico de la propiedad a medida que el negocio amenazaba ruina.

Calatrava denunció primero a la promotora: decía que le debían 7,28 millones de euros (había cobrado 23 millones de los 30 prometidos/firmados). Jovellanos XXI subió la apuesta con una contrademanda: era el arquitecto el que les debía dinero a ellos, en concreto, 25,8 millones de euros, por la, según ellos, negligente ejecución del edificio: del derrumbe, a la cubierta (in)móvil, pasando por una dirección laxa de obra).

Echarle la culpa de todo a Calatrava -algo a lo que nos hemos acostumbrado ahora en España tras elevarle a los altares y dejarle caer- solo explica una parte de la historia. En ese sentido, la sentencia tuvo algo de modélico resumen de lo que fue aquel proyecto: una sucesión de estropicios colectivos. Todos culpables, sentenció el juez, aunque el arquitecto se llevara la peor parte. La propiedad fue condenada a pagarle los 7,28 millones que le debía, pero Calatrava pagó caro el desaguisado de las obras: 10,5 millones de euros. Resultado final: 3,2 millones de euros de saldo desfavorable para el artista, que salió escaldado de la guerra judicial que él mismo había atizado.

La obra, presupuestada por Calatrava en 76 millones de euros, salió por 360 millones (según la propiedad, que troceó el edificio desde el principio para hacer caja: el centro comercial se vendió por 130 millones de euros).

El último capítulo de esta guerra judicial a tres bandas se produjo en febrero de 2018: el Tribunal Supremo condenó al Ayuntamiento de Oviedo a pagar 18 millones de euros a Jovellanos XXI. La sentencia generó un agujero presupuestario importante al consistorio.

"El Partido Popular consideró que Oviedo iba a tener un rearme económico a través de los palacios de Calatrava y la realidad ha sido muy tozuda. Aquel proyecto ha sido un fiasco... para este Ayuntamiento que reclamó 90 millones de euros y no solo no hemos cobrado, sino que hubo que pagar 18 millones. Oviedo ha perdido 108 millones en aquel proyecto del PP", dijo a ‘El Comercio’ el alcalde Oviedo, Wenceslao López Martínez (PSOE), tras conocerse el cierre del centro comercial.

 

2 comentarios:

  1. El tiempo de las vacas gordas ocasionó tantos pelotazos urbanísticos que a fecha de hoy nada de cuanto devenir han ocasionado gran parte de los monstruos arquitectónicos levantados entonces ya no nos resultan llamativos.

    El arquitecto Calatrava se forró esparciendo sus proyectos por toda la vieja piel de toro, incluido su proyecto estrella en su ciudad natal, La ciudad de las artes y las ciencias de Valencia.

    También allí, el paso del tiempo ha demostrado los defectos arquitectónicos de su proyecto artístico, pues en muchas ocasiones las construcciones han requerido de reparaciones.

    Y qué decir de la megalomanía de los políticos gobernantes, los cuales con el dinero de los contribuyentes, han querido que sus ciudades hicieran ostentación de cierta posición económica y urbanística muy superiores a las reales de aquellos tiempos.

    Como bien señala cierto refrán: ‘De aquellos polvos estos lodos’, y lo más inri es que las deudas que de todo aquel despilfarro han quedado, las seguirán sufragando los contribuyentes engañados entonces y cuasi estafados hoy.


    Saludos:

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  2. Exacto, engañados y estafados pagando todo con nuestros impuestos.
    Un Abrazo Amigo!!!!

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Por favor, todo comentario o escrito CONSTRUCTIVO, espero entre todos no avergonzarnos de ponernos al nivel de los que no queremos.
Gracias