"La
Sombra en la Azotea"
En el corazón de
la ciudad, entre los altos edificios de cristal y concreto, hay un rascacielos
que pocos conocen. Aunque su estructura imponente se alza junto a las más
modernas construcciones, su fachada gris y sucia lo hace parecer olvidado por
el tiempo. Solo algunos ancianos recuerdan que allí, hace décadas, ocurrió algo
oscuro, pero casi nadie habla de ello.
Lucía trabajaba
como periodista en una revista local. Siempre había tenido interés por las
historias sin resolver, y una en particular la había obsesionado durante
semanas: la desaparición de un grupo de obreros en los años 80 mientras
trabajaban en ese rascacielos olvidado. Nadie supo nunca qué ocurrió con ellos.
Las teorías variaban desde accidentes laborales ocultados hasta fenómenos
inexplicables.
Una noche,
decidida a investigar por su cuenta, Lucía entró al edificio. Había logrado
convencer al guardia de seguridad de que solo tomaría algunas fotos para su
artículo y estaría fuera en menos de una hora. El vestíbulo del edificio estaba
cubierto de polvo, como si nadie hubiera pasado por allí en años. Las luces
parpadeaban, y el silencio era pesado, solo roto por el eco de sus pasos.
Subió hasta el
último piso en el antiguo ascensor, que chirriaba en cada planta. El aire en el
piso superior era más frío, y una sensación de incomodidad se apoderó de ella.
Frente a la puerta que llevaba a la azotea, encontró una marca extraña en el
suelo, como si alguien hubiera arrastrado algo pesado. La puerta estaba
entreabierta.
Salió a la azotea,
esperando ver solo el paisaje nocturno de la ciudad, pero la vista estaba
nublada por una extraña niebla que no había visto desde la calle. Sentía que
algo la observaba. Escuchó pasos suaves a sus espaldas, pero cuando se giró, no
había nadie.
El viento soplaba
fuerte, y de repente, una sombra cruzó veloz a su lado. La vio apenas de reojo,
una figura alta y encorvada que desapareció en las esquinas más oscuras. Lucía
intentó racionalizarlo, quizás solo era un efecto de la luz, pero cuando la
sombra apareció nuevamente, más cerca, comenzó a dudar.
Aterrada, decidió
regresar al ascensor, pero las puertas no respondían. En su desesperación,
corrió hacia las escaleras de emergencia. Bajó un par de pisos, pero algo la
detuvo. Escuchó un ruido que venía de arriba, un susurro, como si alguien la
llamara por su nombre.
Contra su
instinto, levantó la mirada. En la oscuridad de las escaleras, la sombra la
observaba desde lo alto, sus ojos brillaban con un resplandor siniestro. Lucía
sintió el frío recorrerle la espina dorsal, y comprendió que no estaba sola.
Ese edificio no estaba vacío.
Corrió sin
detenerse hasta llegar al vestíbulo. Al salir, vio que el guardia ya no estaba
en su puesto. La ciudad seguía su ritmo normal, las luces brillaban, los autos
pasaban... Pero Lucía sabía que algo la había seguido. Desde la ventana del
taxi que la recogió, miró hacia atrás y juró ver la silueta de la sombra en la
azotea, observándola, esperando.
Desde esa noche,
no volvió a investigar sobre el rascacielos. Y cada vez que caminaba por las
calles de la ciudad, sentía que esa sombra la vigilaba desde lo alto de algún
edificio, como si supiera que tarde o temprano volvería por ella.
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