domingo, 29 de septiembre de 2024

Una noche en "Emergencias"

 


En medio de una noche caótica en el Hospital General, el Dr. Ramírez caminaba como alma en pena. El turno de urgencias de los viernes siempre era una montaña rusa: accidentes domésticos, resbalones en la ducha, y una que otra pelea de bar.

—¡Doctor, tenemos una emergencia! —gritó la enfermera Lucía desde el otro lado del pasillo.

Ramírez, con ojeras hasta el suelo, corrió hacia la sala de emergencias. Al entrar, vio a un hombre de mediana edad sentado en una camilla, completamente cubierto de purpurina, con un disfraz de unicornio arrugado y una expresión de vergüenza absoluta.

—¿Qué ha pasado aquí? —preguntó el doctor, intentando no reírse.

—Estábamos en una despedida de soltero —comenzó a explicar el paciente, rascándose la cabeza—. Todo iba bien hasta que intenté saltar por la ventana para hacer una entrada épica en la piscina... pero me quedé atascado en la persiana.

Ramírez alzó una ceja.

—Ajá... ¿Y la purpurina?

El hombre suspiró, con resignación.

—Caí sobre el carro de los postres... que, al parecer, estaba decorado para una fiesta de unicornios. No fue mi mejor momento.

Ramírez asintió, esforzándose por mantener la compostura.

—Bueno, parece que solo tienes un esguince y tal vez... un poco de dignidad herida.

En ese momento, otro grito resonó por los pasillos.

—¡Ayuda, por favor! —Un hombre entró corriendo, sujetando una pecera. Dentro, un pez dorado nadaba frenéticamente—. ¡Mi pez se tragó el anillo de compromiso de mi novia! ¡Tiene que salvarlo!

Ramírez se llevó las manos a la cara, sin poder creer lo que estaba sucediendo.

—Lucía —dijo, volviéndose hacia la enfermera—, ¿te acuerdas de cuándo queríamos estudiar otra carrera? Hoy podría ser ese día.

Lucía solo sonrió, acostumbrada ya al caos de las urgencias, mientras el pez seguía dando vueltas, ajeno a la catástrofe amorosa que había desatado.

Y así, una noche más en el Hospital General.


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