martes, 24 de septiembre de 2024

La Voz del Pozo

 

"La Voz del Pozo"

En las afueras de un pueblo olvidado, había un pozo antiguo, cubierto de musgo y grietas, que nadie osaba acercarse. Los más viejos del lugar contaban que ese pozo no tenía fondo, que quienes se asomaban demasiado a él no volvían a ser los mismos. Pero a veces, los más jóvenes no escuchan las advertencias.

Sara era una chica curiosa, de esas que no creen en leyendas ni supersticiones. Una tarde, mientras paseaba por el bosque, encontró el pozo del que tanto había oído hablar. Estaba solo en medio de los árboles, como si el mundo lo hubiese abandonado hacía siglos. Al principio, no le pareció tan aterrador; solo era un pozo viejo y olvidado. Así que, con una sonrisa desafiante, decidió acercarse y asomarse.

Al mirar en su interior, solo vio oscuridad. La profundidad era tal que ni siquiera el eco de su voz regresaba cuando lanzó una piedra. Pero entonces, algo inesperado ocurrió: una voz suave, casi un susurro, emergió del pozo.

—Sara... —la voz la llamó por su nombre.

Se estremeció. Pensó que quizá alguno de sus amigos le estaba gastando una broma. Pero cuando miró a su alrededor, no había nadie. El bosque estaba completamente silencioso. Volvió a asomarse, y esta vez la voz fue más clara, pero más oscura.

—Sara... baja...

La voz parecía envolverla, resonando en su mente de una manera que no podía ignorar. Su cuerpo se paralizó, y una extraña sensación la invadió: una mezcla de miedo y atracción. La voz seguía insistiendo, hipnótica.

—Aquí abajo... hay un secreto. Ven y sabrás la verdad.

Sara, con el corazón palpitando, se apartó del pozo. Algo en su interior le gritaba que corriera, pero sus piernas no respondían. La curiosidad la consumía. ¿Qué secreto podía esconder ese pozo?

Esa noche no pudo dormir. La voz seguía resonando en su mente. A las tres de la madrugada, incapaz de resistir más, decidió volver al pozo.

Con una linterna en mano y el frío viento cortándole la piel, llegó al mismo lugar. El pozo parecía más oscuro que antes, más profundo, y la voz volvió a llamarla, más intensa.

—Ven, Sara... la verdad te espera.

Sin pensar más, comenzó a descender con una cuerda que había traído. Bajaba cada vez más, pero la oscuridad era impenetrable. Hasta que la linterna cayó de su mano y se apagó en el aire, sumiéndola en la más absoluta negrura.

Entonces, una mano fría como el hielo la sujetó desde las profundidades, y Sara entendió. El pozo no solo era un agujero en la tierra, era una puerta. Y lo que la había llamado no era humano. Sintió el tirón, y su grito nunca fue escuchado.

Al día siguiente, solo se encontró la cuerda colgando, moviéndose lentamente al compás del viento. Nadie volvió a mencionar el pozo, y nadie, desde aquel día, se atrevió a acercarse de nuevo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, todo comentario o escrito CONSTRUCTIVO, espero entre todos no avergonzarnos de ponernos al nivel de los que no queremos.
Gracias