Los drones y otras armas no controladas in situ por el ser
humano se han convertido en herramientas habituales para los ejércitos de todo
el planeta, pero buena parte de la comunidad mundial pide regulaciones
internacionales que las controlen e incluso las prohíban, señala un informe
publicado este lunes
El documento,
presentado por la ONG Human Rights Watch (HRW) en representación de la Campaña
Stop Robots Asesinos, que engloba a 160 organizaciones de 65 países, repasa el
desarrollo de este armamento y la posición de los diferentes países sobre éste
desde 2013, año en el que comenzó esta iniciativa.
De acuerdo con la
coordinadora de la campaña, Mary Wareham, "la retirada del control humano
en el uso de la fuerza se ve ahora ampliamente como una amenaza para toda la
humanidad a la que debe responderse multilateralmente", según se extrae de
las posiciones públicas de muchos gobiernos.
Para Wareham,
"un tratado internacional de prohibición es la única forma de afrontar los
graves desafíos que plantean las armas totalmente autónomas", algo que han
pedido explícitamente treinta gobiernos.
Entre los países
que demandan la prohibición de los "robots asesinos" destacan
naciones del llamado movimiento no alineado tales como Argentina, Brasil,
Chile, Colombia, Cuba, Ecuador, México, Pakistán, Perú o Venezuela.
En solidaridad con
los no alineados también China, sorprendentemente, se ha unido al llamamiento a
prohibir los armamentos autónomos, aunque Pekín matiza que el veto debería
afectar sólo al uso de estas armas, no a su producción, explicó Wareham.
A estas llamadas
se han unido líderes políticos, expertos en inteligencia artificial, empresas
privadas o el actual secretario general de Naciones Unidas, António Guterres,
recordó la activista.
El control humano
del armamento, destacó, "es un imperativo legal, una necesidad legal y una
obligación moral", por lo que "todos los países tienen que responder
urgentemente iniciando negociaciones para un nuevo tratado internacional de
prohibición".
La campaña cita a
países como Austria, Brasil o Chile como principales promotores de
negociaciones en el pasado lustro, pero subraya que potencias militares,
especialmente Rusia y Estados Unidos, han bloqueado estos debates en escenarios
multilaterales.
Muchas de las
discusiones se llevan a cabo en las Convenciones de Armamentos Convencionales,
aunque la que se iba a celebrar en 2020, que debía iniciarse precisamente hoy
en Ginebra, se ha pospuesto debido al coronavirus.
"La pandemia
ha retrasado los esfuerzos diplomáticos, pero ha mostrado la importancia de
estar preparados para responder con urgencia a amenazas esenciales para la
humanidad, y los robots asesinos son una de ellas", afirmó Wareham.
Ufffffff entre los locos que mandan y la tecnología, pocas ganas de vivir en este planeta :(
ResponderEliminar#Este virus lo paramos unidos.
ResponderEliminarPues no pide nada la ONG. HRW, la industria armamentística es como otra industria de las muchas que hay ubicadas por todos los países y de ella dependen cientos de miles de puestos de trabajo. ¿Qué se hace con toda esa gente?
Es verdad que el mundo ideal seria aquel en donde reinara el desarme mundial y por tanto la ausencia de ejércitos. Pero eso sería una utopía difícil de cumplir porque entre los humanos existe muchísima desconfianza de unos respecto a otros.
Y yo me pregunto, ¿qué diferencia hay entre el uso por el hombre de armas que se manejan a distancia de las que se usan in situ en cualquier conflicto bélico? La realidad es que allí donde se utilicen unas u otras causan muertes y dolor entre seres humanos, y la mayoría de las veces son víctimas inocentes.
Los tratados internacionales se aprueban para que los países firmantes lo cumplan, pero también algunos mandatarios pueden renunciar a su aceptación lo que conduce a que unos dirigentes políticos sientan desconfianza de las intenciones de los otros.
La industria armamentística no solo produce armas de destrucción, muchos de los avances tecnológicos pasaran a ser aprovechados para usos pacíficos y de progreso económico para muchos trabajadores, sus vidas y la de sus familias dependen mucho del trabajo que ellos llevan a cabo en las empresas armamentísticas.
Si algún tratado internacional prohíbe la fabricación y uso del armamento militar, habrá que ir pensando en que perspectivas laborales se ofrecen a todo este personal laboral.
Saludos: