LA LEYENDA DE LA
CHICA DE LA CURVA
Una de las leyendas del mundo más
conocida…Dicen que esta historia ocurrió durante una noche donde la niebla era
muy espesa, muy cerca del macizo del Garraf donde una sucesión de curvas
cerradas y muy peligrosas, hace muchos años, mucho antes de que se construyera
la autovía que ahora cruza las entrañas de la montaña del Garraf. Era noche
oscura, sin luna, caía una suave lluvia pero…era noche cerrada, la lluvia suave
pero ininterrumpida y la niebla cubría la noche con su manto blanquecino,
impidiendo ver más allá de unos pocos metros.
Un hombre iba conduciendo su coche por las
curvas, iba demasiado rápido, deseoso de llegar a su casa y reencontrarse con
su familia después de un largo fin de semana de trabajo.
Y ocurrió, no se lo esperaba, en una de
las curvas del camino, vio a una autoestopista, no era normal que estuviera
allí, estaba fuera del paisaje, una joven rubia, demacrada y pálida, empapada
por la lluvia, con un largo vestido blanco desgarrado y sucio de barro, este
hombre se apeno por la joven y, pisando los frenos, y jugándose la vida por la
alta velocidad, decidió llevarla consigo y acercarla hasta el lugar más
cercano.
Durante gran parte del viaje, el hombre y
la joven fueron hablando de cosas triviales, cuando, en un momento dado, antes
de trazar una de las curvas más cerradas y peligrosas de la carretera, la joven
le avisa de que reduzca la velocidad hasta casi detenerse y que circule muy
lentamente.
El hombre obedece sin saber por qué, y
comprueba, aterrado, que, de no haber sido avisado del peligro por ella,
seguramente se hubiera precipitado por el barranco con el coche. Se siente
agradecido por haberle salvado la vida, a lo que la joven contesta:
“No me lo agradezcas, es mi obligación; en
esa curva me maté yo hace más de 25 años, en una noche como ésta…”
Y después de pronunciar éstas palabras,
desapareció, dejando como única prueba de su fantasmal aparición, el asiento
del acompañante completamente mojado.
Y ocurrió, no se lo esperaba, en una de
las curvas del camino, vio a una autoestopista, no era normal que estuviera
allí, estaba fuera del paisaje, una joven rubia, demacrada y pálida, empapada
por la lluvia, con un largo vestido blanco desgarrado y sucio de barro, este
hombre se apeno por la joven y, pisando los frenos, y jugándose la vida por la
alta velocidad, decidió llevarla consigo y acercarla hasta el lugar más
cercano.
Durante gran parte del viaje, el hombre y
la joven fueron hablando de cosas triviales, cuando, en un momento dado, antes
de trazar una de las curvas más cerradas y peligrosas de la carretera, la joven
le avisa de que reduzca la velocidad hasta casi detenerse y que circule muy
lentamente.
El hombre obedece sin saber por qué, y
comprueba, aterrado, que, de no haber sido avisado del peligro por ella,
seguramente se hubiera precipitado por el barranco con el coche. Se siente
agradecido por haberle salvado la vida, a lo que la joven contesta:
“No me lo agradezcas, es mi obligación; en
esa curva me maté yo hace más de 25 años, en una noche como ésta…”
Y después de pronunciar éstas palabras,
desapareció, dejando como única prueba de su fantasmal aparición, el asiento
del acompañante completamente mojado…
Una leyenda preciosa. No sabemos cuánto hay de verdad en ella, pero es una historia muy linda y triste a la vez.
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