“Anímate, no estés triste”:
qué es la salud mental y por qué no es sinónimo de estar siempre alegre
No cuenta con mejor salud mental quien no tiene tristeza o miedo, sino el
que conecta con estas emociones y puede manejarlas
A pesar
de lo mucho que se repiten frases similares a estas, la felicidad y la alegría
no son sinónimos de una buena salud mental, aunque estén relacionados, ni por
el contrario la tristeza o la pena están necesariamente vinculadas a un
problema psicológico. “Son estados de ánimo, y como tal, son transitorios “No
debemos psiquiatrizar ni medicalizar la vida cotidiana, y del mismo modo que
sabemos que, por ejemplo, el dolor de un pequeño golpe es una respuesta
fisiológica normal y transitoria, y que no por ello debemos ir al médico, lo
mismo ocurre con las emociones, tanto la alegría como la tristeza”.
Aunque ser feliz
no sea sinónimo de tener una buena salud mental, sí existe una relación. “Para
poder contar con salud mental, es importante que la persona tenga momentos de
felicidad tanto relativa a experimentar sensaciones placenteras, como a la
consecución de las propias metas y logros propios de la autorrealización “Ahora
bien, la salud mental no solo implica esto, sino también contar con capacidades
y estrategias para poder hacer frente a las dificultades que puedan ir
aconteciendo en la vida de las personas”.
Entonces, ¿en qué consiste una buena salud
mental?
Según este
estudio, una buena salud mental se puede definir como “un estado de bienestar
que permite a las personas afrontar las tensiones normales de la vida y funcionar
de forma productiva”. Algunos de los factores determinantes para conseguir ese
estado de bienestar, según el estudio, son:
-Los conocimientos de la
propia persona sobre salud mental y los recursos sobre esta a los que puede
acceder
-La autopercepción
-El rendimiento académico y
el desempeño laboral
-La gestión emocional
-Las estrategias de
autogestión psicológica (como la resiliencia, la capacidad para adaptarse a
situaciones adversas)
-Las habilidades sociales
-Los lazos familiares
-La salud física
-La salud sexual
-La calidad de vida
La felicidad a tiempo completo como espejismo
Actualmente, se
pueden encontrar en Internet artículos sobre “alimentos felices”, o poner la
televisión y ver anuncios que aluden directamente a nuestra felicidad o
ir a una librería y encontrar libros con instrucciones para ser feliz. “La
comercialización de la felicidad es muy triste”, considera el psiquiatra Celso
Arango. ”Puede volverse en contra de uno mismo cuando la idealizamos, o cuando
recibimos el mensaje erróneo de que hay que ser feliz todo el rato, que no
serlo en un momento puntual puede ser raro o preocupante”. Arango recuerda que
no existe producto, rutina o fármaco que nos haga alcanzar la felicidad de forma
instantánea. Ni siquiera antidepresivos como la fluoxetina, conocida como “la pastilla de la felicidad”.
Entre las personas que han
tenido algún problema de salud mental, existe una experiencia compartida por
muchos de que su salud es juzgada por su felicidad, que “animarse” o
“alegrarse” son herramientas para arreglar sus problemas o incluso al
contrario, que estos no serán tan graves si se les ve felices o animados.
Las emociones adversas, como pueden ser
el miedo o la tristeza, no solo son completamente normales, sino necesarias.
“No cuenta con más salud mental aquel que no conecta con la tristeza, o con el
enfado, sino el que conecta con ellas y pueda manejarlas”, explica González.
“Es un falso mito que la salud mental implica solo sentir alegría”. La
psicóloga pone como ejemplo la importancia de la tristeza para superar el duelo
tras una pérdida o del miedo cuando nos enfrentamos a un peligro: “Ante una
amenaza a nuestra integridad física o psicológica, el miedo nos ayuda a
protegernos. Si se sabe regular y manejar, el miedo salva vidas”, explica.
Si en ocasiones se intenta
juzgar o invalidar a las personas con problemas de salud mental por las
emociones que manifiestan (con comentarios como el conocido “tan mal no estarás
si has salido de fiesta”, por ejemplo) es, según González, por el estigma
alrededor de la salud mental. Es decir, el conjunto de creencias estereotipadas
y negativas vinculadas a los trastornos mentales. “Estas creencias
estigmatizantes, de que ‘si alguien ríe, tan mal no estará’, son muy injustas,
porque en muchísimas ocasiones limitan una de las herramientas que más eficaces
se han demostrado para vencer las dificultades de salud mental, el humor, el
optimismo, y claro que sí, la risa”, explica.
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