La acrilamida: la sustancia cancerígena de los cafés de Starbucks está en
casi todo lo que comemos
Un juez en EE UU obliga a las cafeterías
a poner una advertencia sanitaria. Es solo el principio: desde el 11 de abril
una ley europea reducirá sus niveles en varios alimentos
Hace
escasos días un juez de la Corte Superior de Los Ángeles, Elihu Berle, puso la
acrilamida en el mapa mainstream al
obligar a las cafeterías de California —Starbucks incluida— a añadir una advertencia
sanitaria sobre los riesgos carcinógenos de esta sustancia química presente en
el café. Se
trata de una vieja conocida de la industria y de las autoridades sanitarias,
pero si este es su primer contacto consciente con ella sepa que a partir de
ahora no va a parar de verla en
cada alimento.
El próximo miércoles 11 de
abril entra en vigor un reglamento de la Comisión
Europea que obliga a poner en marcha una serie de medidas para limitar
en lo posible la presencia de acrilamida en los alimentos:
porque no solo está en el café, se encuentra desde en las patatas fritas hasta
en los tarros para bebés.
La
acrilamida es una sustancia que se puede formar de muchas maneras, pero una muy
común: cuando
los alimentos se cocinan o procesan a temperaturas superiores a 120 grados. Es
entonces cuando los azúcares reductores de los alimentos —aquellos que se
descomponen más fácilmente como el almidón de la patata y los cereales, la
fructosa o el que contiene la miel— y las proteínas reaccionan entre sí con el
calor, y dan lugar a este elemento. Cuanto más alta sea la temperatura y menor
sea el grado de humedad, más acrilamida.
Sucede en todos los alimentos,
aunque aquellos ricos en almidón son los que presentan niveles más altos cuando
se fríen y tuestan. Es lo que sucede con el café durante su proceso de tostado,
independientemente de si es torrefacto o natural. De ahí que el reglamento
ponga un foco especial en las patatas fritas, el pan en todos sus formatos,
galletas, biscotes, el café y sucedáneos.
¿Llevamos toda la vida expuestos a una sustancia cancerígena?
Antes de que salten las
alarmas, conviene aclarar que estas medidas se fundamentan en el principio de
precaución porque, como explica el propio reglamento, "en entre el 10% y
el 15%" de los alimentos que presentan exceso de acrilamida puede
reducirse mediante la aplicación de buenas prácticas".
"No cabe duda de que esta
sustancia es cancerígena en ratones de laboratorio, pero —tranquiliza el doctor
Ricardo Cubedo, oncólogo del IOB Institute of Oncology de Madrid— nadie ha
podido demostrar que la acrilamida que nos llega a los humanos a través de la
alimentación tenga incidencia sobre el cáncer".
De
hecho, la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC)
considera la acrilamida como un probable carcinógeno para
los humanos. "Probable", destaca Javier Marhuenda,
académico de número de la Academia Española de Nutrición
y Dietética, "porque, hasta ahora, según recuerda la Agencia
Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición (AECOSAN), no está claro
que los resultados concluyentes de las investigaciones realizadas en
animales sometidos a dosis muy altasde acrilamida sean extrapolables
a los humanos".
Cubedo, además, aporta un
dato: "Los trabajadores de industrias que están expuestos a mayores
niveles de esta sustancia —puede ser por inhalación, en contacto con la piel o
a través de la comida— no han registrado mayor incidencia de cáncer que el
resto de la población". La mayor fuente de exposición
sigue siendo el humo del tabaco.
Las alarmas saltaron en 2002,
cuando la Agencia Sueca de Seguridad Alimentaria reveló que la acrilamida
aparecía no solo en procesos industriales, o en el humo del tabaco, sino también en los alimentos.
Desde entonces, la Organización Mundial de la Salud y el resto de instituciones
sanitarias internacionales comenzaron a administrar cautela. "En 2007 y en
2012 la Agencia Europea para la Seguridad Alimentaria (EFSA) estableció algunas pautas para reducir su consumo
a través de la dieta", relata Marhuenda.
Según este
diestista-nutricionista, los niveles de acrilamida en el consumo diario son bajos como para
ser considerados peligrosos. "Lo que hace la EFSA es
lo que vulgarmente conocemos como colocar la tirita antes de hacernos la
herida. Siempre propone unos valores lo más bajos posible".
¿Puedo desarrollar un cáncer si como muchas patatas fritas?
"El consumo
mínimo estipulado para que la acrilamida se relacione
con la probabilidad o el aumento de probabilidad de aparición de cáncer es de 170
microgramos (0,17 miligramos) por kilo de peso corporal",
cuenta Marhuenda. "En una persona que pese 80 kilos, por ejemplo, esa
dosis mínima sería de 13.600 microgramos de acrilamida al día". Además,
puntualiza, "no por llegar a esta cantidad de forma diaria vamos a
desarrollar un cáncer de manera directa, sino que hay un aumento de
riesgo".
¿Y
llegamos? "Es complicado consumir esa dosis. Para hacernos una idea, la
ingesta media de café por persona en Europa representa entre un 30% y un 35% de
la cantidad mínima de riesgo". Un cálculo: según los
niveles de referencia que a partir del día 11 los fabricantes deberán cumplir
en la medida de lo posible (ver tabla más abajo), para que una persona de 80
kilos llegue a esa cantidad tendría que comer algo más de 27 kilos de patatas
fritas al día.
De media, los españoles estamos expuestos a 0,53
microgramos de acrilamida por kilo de peso corporal al día,
según un estudio que sirvió de tesis doctoral a la investigadora de la
Universidad de Valencia Eva Molina Périz.Según, el doctor Cubedo, "la
mitad nos llega por las patatas fritas, un cuarto por el café y el otro cuarto
por las galletas o los biscotes".
En España, las bolsas de patatas se pasaban del límite
Eso pese a que en 2015, en
España, casi una de cada cinco bolsas
de estossnacks excedía
las cantidades de acrilamida recomendadas por la Comisión
Europea, según encontró en un estudio el Instituto de Ciencia y Tecnología de
Alimentos y Nutrición (Ictan-CSIC). Aunque observó una evolución positiva: un
promedio de 1.484 microgramos por kilo de patata frita en 2004, 740 en 2009 y
630 microgramos en 2014.
En el nuevo reglamento europeo
no se establecen límites máximos, pero sí niveles de referencia —para este
producto, 500 microgramos por kilo de patata—, que deberán
cumplirse salvo que el fabricante pueda justificar su exceso, por
ejemplo, por las propiedades de la variedad de patata utilizada.
Contactado
por correo electrónico, el Ministerio de Sanidad adelanta a BuenaVida que la
Comisión Europea está redactando con la participación de los estados miembros
en los debates una Recomendación de la Comisión —un tipo de normativa no
vinculante—, en la que se definirá una ruta de trabajo para "establecer, si procede,
límites máximos de acrilamida en alimentos".
Adiós a la típica patata pequeña y quemada
Hace años que la industria
alimentaria viene reduciendo los niveles de acrilamida en sus productos, pero a
partir del miércoles no debería encontrarse con la típica patata pequeña y
tostada que aparece en algunas bolsas.
El reglamento de la Comisión
Europea establece entre sus medidas algunas que puede notar en la compra. Las
galletas, el pan de molde o los biscotes serán a partir de ahora más claros (los
de aquellos fabricantes que no hayan ido modulando en los últimos años sus
procesos de producción).
Además,
el pan, las patatas fritas, la masa de hojaldre, las pizzas y todos aquellos
productos que contengan entre sus ingredientes patata o almidón y que se vayan
a terminar de hacer en casa irán acompañados de unas recomendaciones para cocinarlas en casa
reduciendo el riesgo (ver abajo los consejos para no
incrementar la acrilamida en su cocina).
Pese a las nuevas medidas de
la Comisión Europea y a la baja exposición a la acrilamida, Marhuenda aconseja
disminuir o evitar el consumo de esta sustancia: "Las patatas fritas de
bolsa, los snacks, las galletas, algunos cereales, el pan crujiente o de molde…
Si queremos reducir los niveles de acrilamida en la ingesta debemos evitar
cocinar a temperaturas altas estos alimentos en particular, y, en general, tenemos
que cocinar siempre de forma poco agresiva".
Es decir, opte por las patatas
al vapor o guisadas, deje de chamuscar los filetes en la sartén, y no abrase la
carne en las barbacoas. Será más saludable y seguirá estando igual de sabroso.
ESTO ES LO QUE PUEDE HACER EN CASA
Lo habrá
oído mil veces, ahora ya sabe por qué:
-
"Mejor las patatas frescas que comprarlas congeladas", recuerda
Cubedo.
- Las
patatas han de conservarse en lugares oscuros y frescos (no por debajo de los
6º C, por tanto, fuera de la nevera): "Cuando germinan", explica el
oncólogo, "aumenta el almidón y al cocinarlas tendrán más acrilamida.
- Lavar
las patatas y ponerlas en remojo —entre 30 minutos y dos horas si es en agua
fría, unos minutos si es en agua caliente— y enjuagar las tiras en agua limpia
antes de freír.
- Si se
hacen en freidora, utilizar un aceite que permita freír más rápido o a
temperaturas más bajas (el de girasol se quema más rápido que el de oliva), no
deje que la sartén o la freidora superen los 175º C, y hágalas "por
tandas, para que no se pase el aceite".
- Si las
prefiere al horno, primero precaliente el electrodoméstico a entre 180º C y
220º C y luego áselas a un máximo de 220º C; déles la vuelta pasados 10 minutos
y procure que no pasen de un tono dorado.
- En
general, añade Cubedo, "siempre mejor dorado que quemado; hágalo aunque
solo sea por la buena cocina".
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