Por fin un verano
tranquilo en la costa: UK actúa contra el 'fraude de la diarrea'
Los hoteleros de la costa
están contentos. Por primera vez en dos años afrontan el verano, la época de
mayor facturación del año, con la tranquilidad de que no serán injustamente
demandados por intoxicación alimentaria. Reino Unido, el país de donde procedían
los casos, ha anunciado que aprobará en los próximos días un cambio legislativo
para atajar de raíz la epidemia de reclamaciones falsas desencadenada en 2016 y
que ha ocasionado pérdidas millonarias a turoperadores y hoteles españoles.
Incluso Boris Johnson, exalcalde de Londres y actual ministro de Exteriores de
Reino Unido, llegó a bromear con que sus compatriotas tienen "el aparato
digestivo más delicado del mundo".
Aunque
el asunto ha tenido gran exposición mediática y se ha culpado a Reino Unido, lo
cierto es que el ejecutivo de Londres no ha dejado de moverse desde los
primeros casos. Avisó, en primera instancia, de que las denuncias falsas serían castigadas con fuertes multas y hasta penas de cárcel,
ofreciendo así un respiro a turoperadores y hoteles, totalmente desprotegidos
ante este tipo de estafa. Además, durante el año pasado, cuatro parejas británicas fueron sancionadas por inventarse una
gastroenteritis, con la imposición de costas y una importante cobertura informativa
en Inglaterra. Esto, sumado a las operaciones policiales llevadas a cabo en nuestro país, ha
servido para desincentivar una picaresca que ha costado 60 millones a los hoteles españoles.
Por último,
anticipándose al verano, el Gobierno que dirige Theresa May ha adelantado que
modificará la ley para que los turoperadores se sometan al mismo régimen de
costes que el resto de las empresas demandadas por motivos de consumo. Hasta
ahora, los turistas recibían una indemnización con mostrar un puñado de pruebas
y el único modo de recuperar el dinero pasaba por llevar el asunto a los
tribunales, algo que sistemáticamente era peor para la operadora, que en muchas
ocasiones
terminaba pagando más por el proceso judicial que por la indemnización en
sí. Poder litigar los casos era la reclamación más importante de las agencias
de viajes, que además tienen otras propuestas sobre la mesa, como sobreseer los
casos en los que no se presenten pruebas médicas o limitar el 'fee' de los
abogados a un 10%, que no se desconoce si entrarán en la reforma legal.
"Estamos
muy contentos. Por fin el Gobierno británico se ha dado cuenta de que esa ley,
tal y como estaba redactada, permitía el abuso de los consumidores", dice Antonio Mayor,
presidente de la patronal hotelera en Benidorm. La ley de consumo a la que se refiere, promovida en 2012 y
enmendada un año después, permite a los turistas británicos denunciar una intoxicación por
la comida hasta tres años después de regresar de las
vacaciones.
Las alarmas se
dispararon durante el verano de 2016, cuando las reclamaciones en Baleares,
Canarias y Benidorm, las zonas más visitadas por los británicos,se
dispararon desde las 5.000 de 2015 hasta las 35.000, ocasionando pérdidas
millonarias a los hoteles españoles y a los turoperadores británicos. "Esto
era el Lejano Oeste. Los abogados de las granjas de denuncias se paseaban por
Benidorm con furgonetas que animaban a demandar, e incluso se metían a los
hoteles a repartir tarjetas. No sabíamos qué hacer", relata Mayor.
La ecuación
era perfecta para el consumidor, ya que el abogado no le cobraba nada a cambio
de un 60% de la indemnización en caso de ganar. En ocasiones,
informan fuentes de la Policía Nacional, los letrados proveían a los turistas
de justificantes, tales como un tique de compra de un medicamento contra la
diarrea en la farmacia, para demostrar la hipotética gastroenteritis.
"Otras veces les llamaban a su localidad de origen, meses o años después
de las vacaciones, y les preguntaban directamente si querían irse este año
gratis de viaje", explican las mismas fuentes. Las demandas hacían saltar
inmediatamente los seguros de los turoperadores, que se veían incapacitados
para recuperar el dinero y se lo repercutían a los hoteles españoles, que a su
vez también se
veían maniatados, ya que estos operadores británicos son su
principal fuente de clientes.
En Benidorm,
los hoteleros se sintieron tan desprotegidos quellegaron
incluso a buscar restos de sangre y heces en las toallas para demostrar que los demandantes
no habían sufrido desórdenes gástricos. Oscuras historias del
año pasado que hoy parecen lejanas gracias a un intenso trabajo de 'lobby' en
diversos frentes: "Estamos muy orgullosos de lo que hemos conseguido.
Entre septiembre y diciembre de 2016 nos movilizamos todos para frenar
esto", dice Mayor, de los hosteleros de la ciudad, "los turoperadores
en Reino Unido y nosotros en España hablamos con embajadores, ministros y
diputados para acabar con un problema que se estaba enquistando seriamente.
Ahora no solo nos hemos librado de esto, sino que estamos mucho mejor preparados
para cualquier otra estafa de este tipo que pueda surgir".
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