sábado, 7 de abril de 2018

DAME LA MANO - Leyenda Urbana



Dame la Mano

Una chica se queda a dormir en la casa de su amiga después del colegio, entre juegos y risas acaban contando historias de terror por lo que ambas se van a dormir bastante asustadas. Las dos se acuestan en la misma habitación aunque lo hacen en camas separadas porque la hermana de una de ellas había fallecido el año pasado en un trágico accidente doméstico y la cama quedaba libre.

Mientras tratan de conciliar el sueño comienza una tormenta  y entre el miedo que les ha producido contarse historias de miedo y los truenos que empiezan a sonar, ninguna de las dos puede dormirse. Cuando el sonido de la tormenta se hace más intenso ambas empiezan a temblar de miedo y una de ellas asustada le dice a la otra:

“Dame la mano”

Ambas estiran sus brazos desde sus camas para consolarse y protegerse la una a la otra, mientras se dan la mano su miedo parece desvanecerse por lo que finalmente a altas horas de la noche ambas se quedan dormidas.

A la mañana siguiente se despiertan con total normalidad, el día parecía haber aclarado por lo que deciden salir a jugar al jardín de casa. Pero antes la madre les prepara un desayuno que ambas comparten mientras recuerdan el susto que pasaron la noche anterior.

“Menos mal que me diste la mano anoche, me moría de miedo” – dijo una de ellas.

“Gracias a ti amiga, yo estaba tan asustada como tú”

La madre que escucha la conversación les pregunta si han movido las camas, ya que están muy separadas la una de la otra y sería imposible que sus cortos bracitos se alargaran tanto como para que se pudieran dar la mano estando acostadas.

Las dos amigas confundidas vuelven a la habitación y prueban a darse la mano nuevamente estando tumbadas. A ambas les recorrió un escalofrío por la espina dorsal al comprobar que sus manos quedaban a casi un metro de distancia con los brazos totalmente estirados.

Parece que esa noche no sólo los vivos tenían miedo.

2 comentarios:

  1. “las personas del mundo de los espíritus no residen en ”.

    Estas niñas se entretienen contando historias de terror sin ser conscientes del efecto que dicha diversión causará en su estado de ánimo. La tormenta nocturna no ayuda a calmar sus miedos y conciliar el sueño se hace imposible.
    Buscan el apoyarse mutuamente a través del contacto humano y el posterior sosiego plácidamente acabará por rendir su sueño.

    El miedo es una de las emociones más básicas del ser humano, pues en su vida cumple un papel fundamental; afrontar los miedos o temores ayuda a sobrevivir. Por contra los espíritus de las personas fallecidas ya no se ven afectado por los estados de miedos ni temores.

    Cuando se piensa en el espíritu de una persona fallecida, se le suele ubicar en un lugar; en el cielo los buenos y los malos en el infierno. Sin embargo cabría decir que tanto el cielo como el infierno no es físico, tal como lo entienden los humanos.

    En realidad estos espíritus moran entorno a sus familiares vivos. Son participes de sus vivencias, tanto de sus alegrías, como de sus sufrimientos, su comportamiento es idéntico a como hacían cuando llevaban una vida mortal,
    Aunque no se les pueda visualizar, natural es permanecer junto a sus seres queridos, prestando su ayuda cuando sea necesario.

    Por ello las emociones angustiosas afecta a las niñas en su condición de seres vivos. Pero en la vivienda mora el espíritu de la otra hija ya fallecida

    No es de extrañar, pues, que el espacio que impide que los brazos de las niñas lleguen a tocarse, fuera ocupado por las manos del espíritu de la hija fallecida, la cual transmitió a las niñas el sosiego que necesitaban para vencer sus temores y conciliar un sueño placentero.


    Saludos:

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