El inspector sanitario
del fraude del jamón: "Vendían embutidos y era comida para perros"
El perito
de la Junta de Extremadura ha certificado ante el Juzgado de Instrucción número
1 de Fregenal de la Sierra (Badajoz) que la red empresarial que organizó el
fraude del jamón, desmantelado el año pasado por Policía Nacional y la Guardia
Civil, cometió un delito contra la salud pública.
En su declaración
ante la jueza Francisca Valverde, a la que ha tenido acceso elEconomista
Alimentación, el inspector sanitario Miguel Ángel Batalla se mostró contundente:
"Estaban manipulando y envasando jamón, lomos y embutidos en condiciones
higiénicas lamentables, sin registro sanitario ni trazabilidad alguna. Había un
riesgo evidente para salud humana. Era comida para perros", aseguró ante
el tribunal.
La investigación
que se está llevando a cabo afecta ya una veintena de compañías cárnicas
-incluido el gigante Comapa, proveedor de cadenas como Carrefour- y decenas de
empresarios que, presuntamente, habrían intentado colocar en el mercado
miles de kilos de productos cárnicos caducados, con etiquetas falsas.
Según las primeras
estimaciones de la Guardia Civil se calcula que la trama dedicada a la
venta de jamones caducados llegó a adulterar las etiquetas de hasta 1.000
toneladas de productos cárnicos, incluyendo lomo y otros embutidos.
"Me encontré
una gran cantidad de productos cárnicos curados almacenados allí, en una nave
que no tenía la autorización y a la que ni siquiera se podía entrar"
El inspector
sanitario explicó ante la jueza que tras recibir una alerta del posible fraude,
entró a realizar una inspección en una nave donde se almacenaba producto de la
empresa El Fogón Castúo, una de las sociedades investigadas. "Me encontré
una gran cantidad de productos cárnicos curados almacenados allí, en una nave
que no tenía la autorización y a la que ni siquiera se podía entrar. Había
300.000 kilos de productos cárnicos por todos sitios, en los pasillos, en los
muelles de carga, sin documentación, sin albaranes. Algunos estaban
llenos de moho, entre excrementos y cadáveres de rata. Los operarios tenían que
pisarlos para pasar de una nave a otra. Intentaban introducirlo en el mercado y
no era apto para el consumo humano", explicó el inspector sanitario ante
la titular del juzgado extremeño.
Entre las
empresas investigadas, al margen de Comapa figuran compañías como Valle de los
Valfríos, Cárnicas Jamontanchez, Saraymar, Iberlinares, o Cárnicas
Jamontanchez, entre otros. Según
Miguel Ángel Batalla, la red de fraude llevaba a cabo "un lavado de
cara" a los productos y envasaba al vacío en condiciones no asépticas
miles de kilos de lomo y jamón, lo que suponía un peligro real para la salud.
A los acusados se
les imputan delitos contra la salud pública, organización criminal y blanqueo
de capitales. La Guardia Civil no solo incautó, sin embargo, productos
en Extremadura, sino también en otras provincias españolas donde hay igualmente
una investigación en curso, como es el caso de Salamanca o Valencia.
La voz de
alarma, de hecho, la dio en junio del año pasado la Agencia Española de
Consumo, Seguridad Alimentaria y
Nutrición (Aecosan), tras un aviso de la Generalitat Valenciana a través del
Sistema de la Red de Alerta Alimentaria Nacional en junio del año pasado. En
ese momento, la Guardia Civil procedió a la inmovilización de más de cien
toneladas de productos cárnicos, en su mayoría jamones, almacenados en el
interior de dos naves pertenecientes a un establecimiento ubicado en la
localidad de Alzira, que al igual que ocurría con el de Badajoz, carecía de
autorización sanitaria, y ni siquiera constaba su inscripción en el Registro
General Sanitario de Industrias Alimentarias y Alimentos. Tal y como ha
detallado ahora el inspector sanitario de la Junta de Extremadura, esos
productos se encontraron también en evidente estado de deterioro y falta de
garantías sanitarias.
"Las Autoridades
sanitarias de la Comunidad Valenciana ante la existencia de un posible riesgo
para la salud pública, han inmovilizado los productos, han procedido al cese de
la actividad del establecimiento y han puesto a disposición de la Guardia Civil
toda la información. La actuación se está llevando a cabo en todo momento de
manera conjunta con la Guardia Civil por tratarse de una actividad ilegal, que
no cumple ningún requisito sanitario", aseguró entonces Aecosan en un
comunicado.
Comapa, la
mayor empresa de la trama, ha registrado un crecimiento espectacular en los dos
últimos años, duplicando tanto su volumen de ingresos como de beneficio. De acuerdo con las últimas cuentas remitidas al
Registro Mercantil, la firma ha pasado de ingresar 250,3 millones de euros en
2015 a un total de 451,7 millones en 2017. Tan solo ese último año creció ya un
33%. Y en la misma línea también, en este periodo, el resultado de explotación
ha pasado de 7,8 millones a 18,1 millones y el beneficio después de impuestos
de 15 a 29,7 millones de euros.
Bajo
sospecha por productos ibéricos a bajo precio
Cuando el año
pasado Aecosan activó la alerta sobre su enseña Oro de la Ermita, que se
distribuía en exclusiva en Carrefour, Comapa aseguró que cumplía con todos los
requisitos legales de trazabilidad, pero la cadena de hipermercados procedió a
la retirada de cientos de jamones, que no se han vuelto a introducir. La
empresa, que estaba bajo sospecha desde hace tiempo tras haber sacado al
mercado jamones, supuestamente ibéricos, por menos de 80 euros la unidad,
argumentó que su enseña se había falsificado por un tercero.
Todo porque
Sanidad anunció la retirada de la marca Oro La Ermita y la suya es Oro de la
Ermita. Los accionistas mayoritarios de Comapa son la cárnica catalana
Vall Companys, dueña de un 28% del capital, y el empresario Blai Parés,
que tiene el 40% y ejerce la presidencia de la compañía. Parés está entre
los imputados y ha declarado ya ante el tribunal que su labor es únicamente
institucional y que no está en el día a día del negocio, negando además de que
productos como el jamón puedan caducar.
La Guardia Civil
mantiene, sin embargo, que la trama perseguía reducir costes y maximizar
beneficio evitando el desembolso a la hora de destruir los productos caducados
o en malas condiciones. Además, conseguían nuevos ingresos con la manipulación
de las fechas de caducidad de las piezas enteras o bien loncheando los
productos e introduciéndolos otra vez en el mercado a un precio muy
competitivo.
Cada vez resulta más complicado fiarse de los productos que consumimos, y si hablamos de fraudes en la alimentación estamos ante un peligro para nuestra salud con resultados impredecibles.
ResponderEliminarPor suerte los organismos de inspección alimentaria están en guardia en favor de los consumidores.
Dice el perito en su declaración judicial;”… Había un riesgo evidente para salud humana. Era comida para perros". Permítame corregirle, también la salud de nuestras mascotas nos importa y mucho, por tanto también los productos alimentarios fraudulentos deberán estar excluidos de la cadena alimenticia de nuestros animalitos de compañía, ellos también merecen una alimentación saludable
Ya vemos cuanta gente sin escrúpulos se dedican a comercializar con productos caducados solo pensando en su beneficio sin importar lo más mínimo la salud de los demás. Caiga sobre esta gente el peso de la ley, en grado máximo, y que prueben un poco de su irresponsabilidad social, esto es, durante el tiempo de condena que no disfruten de beneficios penitenciarios.
Sus beneficios ya los obtuvieron comercializando con los productos alimentarios fraudulentos.
Saludos:
Así es amigo.
EliminarY ni para ellos quisiera lo que ponían en circulación.
Espero paguen la máxima pena.
Un Abrazo!!!!