La trágica historia de
Nikolái Vavílov, el botánico soviético que quiso alimentar al mundo y murió de
inanición
Nikolái Vavílov fue perdonado en 1955, pero él nunca
lo supo.
Quince años antes, mientras estaba recolectando
semillas en los campos ucranianos, la policía secreta soviética se lo llevó sin
dar explicaciones.
Vavílov, uno de los más admirados biólogos del mundo y
un destacado pionero en el campo de fitomejoramiento y genética, desapareció
sin dejar rastro.
Nadie supo que lo habían arrestado bajo cargos de espionaje,
sabotaje y destrucción, ni que lo habían condenado a muerte en un juicio
secreto en 1941, una pena que fue conmutada por 20 años en un gulag.
Documentos publicados después mostraron que antes del
juicio amañado, la policía, en busca de una confesión, lo había sometido 1.700
horas de interrogatorio brutal durante 400 sesiones, según el experto en
taxonomía vegetal Geoffrey Hall.
Ni su esposa ni su hijo ni sus colegas se enteraron de
que, mientras la URSS luchaba contra los nazis, las condiciones en el gulag se
deterioraron a tal punto que, tras tratar de sobrevivir comiendo repollo
congelado y harina mohosa, Vavílov murió de hambre el 26 de enero de 1943.
Pero eventualmente todo se supo.
Y quienes se enteran de la historia de Vavílov no
pueden pasar por alto la amarga ironía de que el hombre que dedicó toda
su vida a terminar con las hambrunas en el mundo, murió de inanición.
Pero para muchos investigadores, la trágica vida de
este soviético es una lección de cómo la política puede pervertir el desarrollo
científico y detener el avance tecnológico.
No más hambre
Vavílov nació en 1887 en Moscú. Para ese entonces, Rusia
ya tenía una larga historia de hambrunas provocadas por sequías o eventos
meteorológicos catastróficos que mataban a millones de personas.
De hecho, durante sus 56 años de vida vivió varias,
aunque las causas de la última de ellas no fueron naturales, sino políticas.
En la Rusia Imperial de su juventud, bajo el
autocrático régimen de los zares, las pérdidas de cosecha eran frecuentes.
Ver el sufrimiento que causaba la falta de alimentos
lo convenció de que era imperativo hacer algo para que eso no volviera a
ocurrir jamás en ningún lugar del mundo.
Fue así que, cuando estudió se interesó especialmente
en las entonces emergentes disciplinas científicas de la botánica y genética.
El gran plan
La idea del soviético era cultivar plantas que
pudieran soportar condiciones adversas.
Para eso, planificó expediciones científicas para
recolectar semillas de variedades de cultivos y sus ancestros silvestres.
Comenzó en las "áreas en las que la agricultura
se ha practicado durante mucho tiempo y en las que surgieron civilizaciones
indígenas", explica el etnobiólogo Gary Paul Nabhan, autor de "De
dónde viene nuestra comida: tras las huellas de la misión de Nikolái Vavílov
para acabar con el hambre".
¿Por qué?
Porque Vavílov fue uno de los primeros científicos
en reconocer la importancia de la diversidad genética.
Entonces había que retornar a los lugares en los que
la humanidad había empezado a domesticar las plantas para poder rescatarlas.
Durante milenios los agricultores habían seleccionado
las especies que proveían alto rendimiento y buen sabor.
En el proceso, los genes que conferían propiedades
útiles, como la resistencia a enfermedades y a los cambios bruscos de clima, se
habían perdido.
El resultado: comida de mejor calidad pero cultivos
menos resistentes, un rasgo que ha cobrado muchas vidas a lo largo de la
historia.
Entonces, la única manera de devolverle a las plantas
esos genes perdidos era encontrar sus ancestros silvestres y aprovechar su
patrimonio genético.
Pionero
En una época en la que las palabras "genes"
y "genética" acababan de hacer su debut, Vavílov trazó su plan
basándose en las leyes de Mendel.
Eso lo puso a la vanguardia en la corriente principal
del pensamiento científico de aquel entonces. Y no pasó desapercibido.
En los primeros años después de la Revolución de 1917,
Vladimir Lenin comprendió el poder económico del sueño de Vavílov y lo
apoyó en sus expediciones, pensando que convertiría a la URSS en líder de la
producción mundial de alimentos.
El científico lanzó un programa de exploración de plantas
en todos los continentes.
En total organizó (y con frecuencia encabezó) 115
expediciones a 64 países, entre ellos Afganistán, Irán, Taiwán, Corea, España, Argentina,
Bolivia, Perú, Brasil, México y EE.UU.
Llegó a ser director de la Oficina de Botánica
Aplicada y presidente de la Academia Lenin de Ciencias Agrícolas de la Unión
Soviética, lo que puso a su disposición una gran cantidad de estaciones de
experimentación.
Bajo su mando, tuvo unas 25.000 personas dispersas en
toda la URSS.
En un antiguo palacio zarista en Leningrado (hoy San
Petersburgo) estableció uno de los primeros bancos de semillas del mundo y el
más extenso de su época.
Pero tras la muerte de Lenin en 1924, el sueño se
empezó a transformar en pesadilla.
Herencia burguesa
Vavílov venía de una familia de comerciantes, hablaba
15 idiomas y era inmensamente popular y exitoso.
Tenía una confianza suprema en sus conocimientos y era
un defensor obstinado y talentoso de sus principios.
Además, valoraba la integración de ideas
científicas de todo el mundo, mantenía contacto con homólogos de muchos
lugares e incorporó la obra de científicos no rusos a su trabajo, incluidas las
del austríaco Gregor Mendel y el británico Charles Darwin.
Pero en la URSS liderada por los estalinistas, los
científicos afiliados a personas fuera del país eran vistos como posibles
conspiradores contra el gobierno.
Además, el sucesor de Lenin, Iósif Stalin, no tenía
paciencia para estrategias a largo plazo como el plan de seguridad
alimentaria global que Vavílov tenía en mente.
Por otro lado, a Stalin y sus camaradas les resultaba
demasiado burgués aquello de que las plantas podían heredar y transferir
genes.
Pero ir en contra de una personalidad de la estatura
de Vavílov no era fácil... hasta que se conjugaron una hambruna y una
alternativa científica.
El archienemigo
Años antes, Vavílov había invitado a un joven
campesino ucraniano "que siempre estaba cubierto de barro" a trabajar
con él como un joven asistente de campo.
Su nombre era Trofim Lysenko.
Tan impresionado estaba Vavilov por la diligencia y el
entusiasmo de Lysenko que lo nominó a la Academia de Ciencias de Ucrania en
1934.
Lo que no sabía Vavílov era que Lysenko le tenía un
profundo resentimiento y solo estaba esperando la oportunidad para
perjudicarlo.
La hambruna
La última hambruna de la que fue testigo Vavílov se
debió en gran parte a la colectivización de granjas privadas por parte de
Stalin, que las convirtió en un sistema de producción de línea y redujo
considerablemente los rendimientos.
Stalin necesitaba un chivo expiatorio para la
hambruna y el fracaso de su colectivización de granjas y Vavílov era el
candidato ideal.
Le dio 3 años para producir variedades resistentes a
todo, a pesar de que Vavílov había especificado que científicamente no podía
lograrse antes de los 10 o 12 años.
Paralelamente, Lysenko lanzó su ataque con el
poderoso respaldo del cuerpo gobernante de la URSS.
Duelo teórico
La ideología de Lysenko es hoy considerada como pseudociencia.
Estaba basada predominantemente en el rechazo a la
genética mendeliana y todo lo que sustentaba la ciencia de Vavílov.
Lysenko y sus colegas lamarckianos (seguidores del
desmitificado biólogo Jean-Baptist Lamarck) eran conocidos como "biólogos
progresistas" y sostenían que se podían cambiar las características
heredadas solo alterando las condiciones externas en las que vivía una planta o
animal.
Aseguraban, por ejemplo, que el maíz crecería
pronto en el helado extremo norte del país.
Nada de eso era respaldado por evidencias científicas.
Las discusiones entre los partidarios de la genética y
los lamarckianos se llevaban a cabo tanto en la prensa como en reuniones
especiales, en las que Vavílov era el orador principal y trataba de
presentar argumentos científicos para oponerse a las declaraciones sin fundamento
de Lysenko.
Pero todo fue en vano.
En unos pocos años, Vavílov (al que Lysenko calificó
de "reaccionario, burgués, idealista y formalista") fue aislado
política y académicamente.
Ya no se le permitió dirigir delegaciones soviéticas a
foros internacionales sobre genética de plantas, al tiempo que sus expediciones
fueron reducidas considerablemente y restringidas a lugares en el
"exterior cercano", como Crimea y Ucrania.
Su integridad profesional se vio afectada por una
avalancha de ataques politizados y sus privilegios académicos fueron
eliminados.
Finalmente, un día de 1940, llegó un auto de la
policía secreta y se lo llevó.
Protegiendo el tesoro con sus vidas
Mientras Vavílov estaba desaparecido, su colección de
semillas estaba en peligro.
Adolfo Hitler había instado a sus fuerzas a que
asediaran Leningrado y dejaran morir de hambre y frío a la población.
El sitio duró casi 900 días: desde septiembre de 1941
hasta enero de 1944.
Ante la amenaza de que la colección de unas 370.000
semillas, frutas y raíces guardadas en una bóveda secreta cayeran en manos de los
nazis, de la población hambrienta o de las ratas, el equipo de Vavílov
formó una milicia.
Unas 700.000 personas murieron de inanición durante el
asedio de 3 años, incluidos varios de los colegas de Vavílov que se
atrincheraron con la colección oculta y lograron protegerla, incluso a costa de
sus propias vidas, que habrían podido salvar comiéndose lo parte de lo que
estaban custodiando.
"Salvar esas semillas para las generaciones
futuras y ayudar al mundo a recuperarse después de la guerra fue más importante
que la comodidad de una sola persona", contó uno de ellos, según Nabhan.
Resurrección
En 1948, la Academia Lenin anunció que el lysenkoísmo
debería enseñarse como la única teoría correcta y así fue hasta mediados de los
años 60.
Y si bien se perdió mucho de su trabajo, el legado
de Vavílov hoy está más presente que nunca.
Su banco de semillas en San Petersburgo hoy se llama
"Jardín Botánico e Instituto de Investigación Panruso N.I. Vavílov" y,
aunque sufriendo de privaciones, siguen en funcionamiento 12 de sus estaciones
de investigación satelitales dispersas en diferentes regiones climáticas de
Rusia.
Asimismo, su clasificación de los "centros de
origen" (regiones donde se inició el proceso de domesticación de una
especie y donde existen sus parientes silvestres que originaron este cultivo)
es considerada como una de las más completas y, con algunas modificaciones,
sigue vigente.
Según Nahab, su legado es aún mayor.
"Todas nuestras nociones sobre la diversidad
biológica y la necesidad de diversidad de alimentos en nuestros platos para
mantenernos sanos brotaron de su trabajo".
Interesante historia sobre el botánico y genetista Nicolái Vavílov, que identificó los centros de origen de muchas plantas cultivadas. Los centros de origen de las especies de cultivo son aquellas regiones en donde se inició su proceso de domesticación, selección y mejoramiento y donde aún se encuentran parientes silvestres de dichas especies.
ResponderEliminarLeyendo este artículo biográfico nos podemos percatar cuánto daño puede hacer el poder político cuando se inmiscuye en el trabajo de profesionales de la ciencia y las artes, así como en todas las facetas de la sociedad.
En la actualidad la labor botánica iniciada por el profesor Vavílov, continúa en el Instituto Vavílov de Industria Vegetal en San Petersburgo que aún mantiene una importante colección de material genético de origen vegetal.
Saludos:
Allá donde meten mano los políticos, deja de brotar la hierba.
ResponderEliminarUn Abrazo!!!!