sábado, 24 de agosto de 2024

Capitulo 10 - La Libertad en el Reflejo - FINAL

 

Capítulo 10: "La Libertad en el Reflejo"

Edurne se quedó en la sala circular, rodeada por los fragmentos del espejo roto. El aire parecía cargado de electricidad, y la oscuridad del sótano, que siempre le había ofrecido un extraño consuelo, ahora la envolvía con una presencia inquietante. El espejo, que había sido el centro de todos los misterios, ahora era solo un cúmulo de cristales dispersos por el suelo, pero Edurne sabía que lo más importante había ocurrido en ese instante final, cuando la figura desapareció.

No estaba segura de lo que había liberado, pero la ausencia de la mujer en el espejo era un signo de que algo había cambiado. Con el corazón aún latiendo con fuerza, decidió que lo mejor era salir de aquel sótano y dejar que el amanecer trajera claridad a sus pensamientos.

Al día siguiente, la luz del sol se filtraba tímidamente por las altas ventanas de su apartamento, iluminando los tejados que Edurne conocía tan bien. Se sentó en su sillón, mirando el horizonte, intentando encontrar respuestas en el silencio de la mañana. Pero la sensación de que algo estaba a punto de suceder no la abandonaba.

Un golpe suave en la puerta interrumpió sus pensamientos. Edurne, extrañada, se levantó para abrir. Al otro lado, se encontraba el profesor que había consultado el día anterior. Su rostro, normalmente sereno, mostraba una expresión de preocupación.

—Edurne, lamento venir sin avisar, pero hay algo más que necesito contarte —dijo él, entrando con cierta urgencia en su voz.

Ella lo invitó a sentarse, sin quitarle la vista de encima. El profesor sacó un viejo libro de su bolsa y lo abrió en una página marcada. En ella, había una ilustración que Edurne reconoció al instante: el espejo, el ritual, y la figura de la mujer.

—No pude dormir anoche, pensando en el pergamino —empezó a explicar—. Así que volví a mis archivos y encontré este libro. Aquí se cuenta la historia de una mujer, una figura legendaria, conocida como la "Guardiana del Reflejo". Se dice que ella tenía el poder de contener a las entidades que amenazaban con cruzar a nuestro mundo. Pero cometió un error; en un momento de debilidad, permitió que una de esas entidades la poseyera. Para evitar una catástrofe, un grupo de sabios la encerró en un espejo, sellando tanto su cuerpo como la entidad que la había dominado.

El profesor la miró fijamente.

—Si la liberaste... podrías haber liberado a esa entidad también.

Edurne sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. El silencio en el apartamento se hizo aún más pesado.

—¿Y qué significa eso? —preguntó, aunque ya temía la respuesta.

—No lo sé con certeza. Pero hay relatos que sugieren que la Guardiana, una vez liberada, puede recuperar el control sobre la entidad... o perderse para siempre en su poder. Depende de su fuerza, de su voluntad. —El profesor se detuvo, dudando antes de continuar—. Y depende de quien la libere.

Edurne comprendió entonces que no solo había liberado a la mujer, sino que ahora estaba vinculada a ella de una forma que aún no alcanzaba a entender. La presencia que había sentido, la energía que la rodeaba desde el momento en que el espejo se rompió, no era solo la Guardiana... sino también esa entidad.

En ese instante, un crujido resonó en la sala. Ambos se volvieron hacia el sonido, y vieron cómo uno de los fragmentos del espejo en el suelo comenzaba a vibrar. Edurne se levantó de un salto, el corazón en la garganta. El fragmento brillaba con una luz oscura, como si estuviera vivo.

—Es ella... —murmuró el profesor, retrocediendo un paso.

El fragmento se elevó lentamente en el aire, girando sobre sí mismo, y la figura de la mujer apareció una vez más, pero esta vez no en el espejo, sino proyectada desde el fragmento mismo. Su rostro, pálido y marcado por el sufrimiento, ahora tenía una determinación que Edurne no había visto antes.

“Gracias por liberarme”, la voz de la mujer resonó en la mente de Edurne, clara y fuerte. “Pero mi batalla no ha terminado. La entidad que habita en mí... aún busca tomar el control. Necesito tu ayuda para sellarla, para siempre”.

Edurne sintió que el destino la llamaba una vez más. Había iniciado algo que no podía detenerse ahora. La figura extendió una mano hacia ella, y aunque era solo un reflejo, Edurne sintió la fuerza en esa acción.

—Edurne, si aceptas ayudarla, debes estar preparada para lo que venga —advirtió el profesor, aunque su voz temblaba ligeramente.

Edurne no dudó. Sabía que, de alguna manera, este era el propósito que había estado esperando en su vida, el motivo por el cual había soportado tanto, y ahora tenía la oportunidad de enfrentarlo. Asintió lentamente, y la figura en el reflejo sonrió con gratitud.

El fragmento se iluminó con un brillo cegador, y de pronto, el apartamento desapareció. Edurne se encontró en una llanura vasta y oscura, sin horizonte. A su alrededor, el viento rugía como un lamento, y la figura de la mujer estaba junto a ella, más real que nunca.

“Este es el corazón de la entidad”, dijo la Guardiana, su voz resonando como un eco. “Debemos encerrarla aquí, donde nunca pueda escapar”.

Edurne comprendió que su papel en esto era crucial. Era su voluntad la que decidiría el resultado de esta batalla. Juntas, comenzaron a recitar las palabras del ritual, el mismo que Edurne había pronunciado antes, pero ahora con un poder renovado.

La oscuridad se agitó, y una figura monstruosa emergió, hecha de sombras y odio puro. La entidad luchaba contra el sello que las dos mujeres intentaban colocar, pero Edurne, guiada por la fuerza de la Guardiana, mantuvo el ritmo, sintiendo cómo la energía fluía a través de ella.

El enfrentamiento fue feroz, pero finalmente, con un último grito, la entidad fue atrapada en un vórtice de luz, y la oscuridad se disipó. Edurne sintió cómo su energía se agotaba, pero también sintió una paz profunda mientras la figura de la Guardiana la miraba con una mezcla de gratitud y respeto.

“Gracias”, dijo la Guardiana antes de desvanecerse lentamente en la luz. “Has salvado más de lo que puedes imaginar”.

Edurne cerró los ojos, y cuando los abrió, estaba de nuevo en su apartamento. El profesor estaba a su lado, mirándola con asombro. Los fragmentos del espejo habían desaparecido, y en su lugar, solo quedaba una pequeña gema brillante en el suelo, el último vestigio del espejo.

Edurne la recogió, sintiendo un calor reconfortante al tocarla. Sabía que la historia había llegado a su fin, y que había cumplido su propósito.

Miró por la ventana, los tejados reflejaban la luz de un nuevo amanecer. Sabía que la vida seguiría adelante, pero ya no estaba sola. Había encontrado su fuerza, su propósito, y una conexión con algo mucho más grande que ella misma.

El silencio en su hogar ya no era opresivo, sino reconfortante. Había liberado a la Guardiana, pero también se había liberado a sí misma.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, todo comentario o escrito CONSTRUCTIVO, espero entre todos no avergonzarnos de ponernos al nivel de los que no queremos.
Gracias