sábado, 10 de agosto de 2024

Capitulo 2 - El Club de los Secretos


 

Capítulo 2: La Llave y el Laberinto

La noche había caído sobre el pueblo, envolviéndolo en un manto de silencio inquietante. Marta, con el diario antiguo en sus manos y la mirada de Alberto grabada en su mente, sabía que ya no había marcha atrás. El aire parecía más denso, cargado de una tensión que se colaba por las grietas de las ventanas y las puertas cerradas.

A la mañana siguiente, Marta decidió no asistir a la reunión del club. Sabía que Alberto y los demás estarían esperando su regreso, quizás para ofrecerle más detalles sobre "El Club de los Secretos", o tal vez para advertirle una vez más que no se entrometiera en sus asuntos. Pero Marta tenía un plan propio.

Pasó gran parte del día examinando el diario. Las páginas, llenas de notas crípticas y dibujos enigmáticos, parecían contar la historia de un tesoro oculto, un secreto ancestral que había sido guardado por generaciones. Había menciones a un laberinto subterráneo bajo el pueblo, y a una llave que abriría la puerta a algo que solo era referido como "El Ojo del Tiempo".

Mientras leía, Marta no podía evitar sentir que cada línea la estaba arrastrando más profundamente en un juego peligroso. El nombre de Alberto aparecía en algunas de las entradas, junto con los nombres de otros miembros del club. Parecía que todos ellos tenían un papel en esta búsqueda, pero el diario no mencionaba cuál era el objetivo final. ¿Qué pretendían hacer con "El Ojo del Tiempo"? ¿Y por qué debía mantenerse oculto a toda costa?

Aquella tarde, Marta decidió que era momento de buscar respuestas. Sabía que si iba al salón comunitario, sería observada, así que decidió seguir una corazonada. Recordó un comentario que había oído de pasada en una de las reuniones: "El faro no ha sido encendido en años, pero sus cimientos esconden más de lo que parece".

El faro se alzaba solitario en el extremo del acantilado, vigilando las aguas turbulentas. Era un lugar que muchos evitaban, ya que se decía que estaba maldito desde que el último farero desapareció sin dejar rastro. Marta se dirigió allí al anochecer, con el diario bien escondido en su bolso y una linterna en mano.

Al llegar, el faro parecía aún más imponente y desolado de lo que había imaginado. La puerta principal estaba cerrada con un candado oxidado, pero la curiosidad de Marta la llevó a buscar una entrada alternativa. Rodeó el edificio hasta encontrar una pequeña puerta lateral que crujió al abrirse. Dentro, el aire olía a humedad y a historia olvidada.

Exploró cada rincón del lugar, ascendiendo por la estrecha escalera en espiral hasta llegar a la cima. Allí, donde la luz del faro había brillado una vez, encontró lo que parecía ser una trampilla en el suelo, oculta bajo una gruesa capa de polvo. La trampilla estaba sellada con un grabado que reconoció del diario: un ojo, con una llave en su pupila.

Sabía que había llegado al lugar correcto, pero no tenía idea de cómo abrir la trampilla. Frustrada, se sentó a pensar, pasando las manos por las ranuras del grabado. Fue entonces cuando notó una ligera vibración bajo sus dedos, como si algo dentro de la trampilla respondiera a su toque.

En ese preciso momento, escuchó un ruido abajo. Alguien había entrado al faro. Marta apagó su linterna y contuvo la respiración, intentando no hacer ruido. Los pasos se acercaban, y pronto escuchó una voz conocida.

—Marta, no tienes que hacer esto sola. —Era la voz de Mercedes, la anciana del club que había mencionado el descubrimiento en la primera reunión. Sonaba calmada, pero había un tinte de urgencia en su tono—. No te detendremos, pero necesitamos que nos escuches.

Marta, oculta en las sombras, sabía que estaba en una encrucijada. Podía revelarse y escuchar lo que Mercedes tenía que decir, o podría intentar abrir la trampilla sola y descubrir lo que se ocultaba bajo el faro.

La llave estaba en sus manos, y el laberinto esperaba. Pero ¿a quién podía confiar realmente? ¿Y cuál era el verdadero peligro que acechaba tras el "Ojo del Tiempo"?

 

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