Día 7:
"Las Cucarachas Invisibles"
En la Comunidad
del Buen Vivir, las noticias vuelan más rápido que las hojas secas en
otoño. Y hoy, la noticia del día, o más bien el susurro inquietante que recorre
los pasillos, es el avistamiento de... ¡cucarachas! Maruja, desde su trono en
el ático, se ha enterado antes que nadie. El rumor empezó cuando la señora
Conchita, líder indiscutible de las abuelas del segundo piso, se encontró con
uno de esos insectos en la escalera.
"¡Una
cucaracha muerta en el rellano!", exclamó Conchita, con más horror en su
voz que cuando perdió la partida de cartas la semana pasada. Rápidamente, la
noticia llegó a la señora Paquita y a la señora Asunción, que estaban a punto
de sacar las sillas para su corrillo diario. "¡Qué asco, Conchita! Pero
aquí no hay cucarachas, ¿verdad? Solo habrá sido esa", dijo Paquita, como
intentando convencerse más a sí misma que a los demás.
Pero lo que
ninguna de las abuelas sabía era que no era la primera vez que alguien se
encontraba con una cucaracha muerta en las escaleras. Maruja, con su libreta a
mano, ya tenía registrada una docena de avistamientos en las últimas semanas.
Eso sí, todas ellas "accidentales". Los vecinos las encontraban, les
daban un pequeño puntapié y luego, como si nada, seguían con su vida. Nadie
quería ser el que reconociera que, efectivamente, había un problema.
Día 8:
"La Negación Colectiva"
Las cucarachas se
convirtieron rápidamente en el tema del día, aunque curiosamente nadie quería
hablar de ello abiertamente. Maruja, con su carácter pragmático, decidió que
era hora de actuar. "Si no se dice en voz alta, no se resuelve",
pensó, y convocó una junta extraordinaria. No tardó en bajar de su ático con su
libreta, lista para enfrentarse al tabú del edificio.
"Vecinos, es
hora de que hablemos de la realidad", empezó Maruja en la reunión, con
tono solemne. Pero antes de que pudiera decir "cucaracha", Paco, el
caradura del quinto, levantó la mano. "Perdona, Maruja, pero creo que
estás exagerando. Yo no he visto ni una sola cucaracha en mi vida aquí, y ya
llevo años", dijo con una sonrisa que intentaba parecer despreocupada,
aunque en realidad estaba un poco nervioso.
Ana, del cuarto,
decidió sumarse al coro de negación. "Nosotros tampoco hemos visto nada,
¿verdad, Carlos?", dijo mirando a su pareja, que estaba demasiado absorto
en su teléfono para prestarle atención. "Claro, nada de nada",
respondió Carlos automáticamente, sin levantar la vista.
Día 9:
"La Investigación de Campo"
Maruja no iba a
dejar que la negación colectiva la detuviera. Armándose con una linterna y su
libreta, decidió hacer una ronda de inspección por el edificio esa misma noche.
El plan era sencillo: recorrer las zonas comunes, los rincones oscuros, y ver
con sus propios ojos lo que los vecinos preferían ignorar.
Empezó por el
sótano, ese lugar que casi nadie visitaba desde que la lavadora comunitaria se
rompió hace años. Allí, en la penumbra, Maruja detectó el primer indicio: una
pequeña cucaracha moviéndose rápidamente hacia una grieta en la pared.
"Ajá, te tengo", murmuró para sí, anotando en su libreta con un
suspiro de resignación.
Después subió por
las escaleras, revisando cada rellano. En el segundo piso, encontró otra
cucaracha, esta vez muerta. "Conchita tenía razón", pensó mientras la
examinaba con la linterna. Subiendo al tercer piso, encontró más, y para cuando
llegó al cuarto, su libreta ya estaba llena de notas y pequeños dibujos de
cucarachas, para ser más específica en la junta que sabía que sería necesaria.
Día 10:
"La Junta del Horror"
El día siguiente,
Maruja convocó una junta urgente. "Es una cuestión de salud pública",
dijo al dar inicio. Los vecinos llegaron con caras de fastidio, pensando que
Maruja estaba exagerando, como siempre. Pero cuando comenzó a sacar las
evidencias —las fotos de las cucarachas, sus notas detalladas, y una lista de
avistamientos—, las caras de los vecinos comenzaron a cambiar.
"Esto no
puede ser", dijo Paco, más pálido de lo habitual. "No en mi piso.
Estoy seguro de que eso es de los otros pisos, el mío está limpio",
añadió, como si con eso pudiera ahuyentar la idea de que alguna vez tuvo una cucaracha
cerca.
"Yo tampoco
he visto ninguna", insistió Ana, pero esta vez su voz temblaba
ligeramente. "Quizá... una, pero era pequeña y seguro que venía de
fuera", añadió rápidamente, buscando la aprobación de los demás.
Maruja, con la
paciencia de una santa, dejó que todos se desahogaran antes de hablar.
"Vecinos, las cucarachas están aquí, nos guste o no. Y negar el problema
solo hará que se multipliquen. Así que necesitamos una solución, y la
necesitamos ahora".
Día 11:
"La Operación Anti-Cucarachas"
Tras mucho debate,
la junta finalmente decidió actuar. Se contrató a una empresa de fumigación,
aunque no sin que algunos vecinos protestaran por el coste extra. Paco, por
supuesto, fue el primero en decir que eso debería salir del fondo común, y no
de su bolsillo. Pero Maruja, con su libreta en mano, le recordó amablemente que
había un pago pendiente desde hace tres meses. Paco no tuvo más remedio que
callarse y aceptar.
El día de la
fumigación, el edificio se convirtió en un campo de batalla. Los vecinos tuvieron
que salir durante unas horas, y cuando regresaron, el ambiente olía a productos
químicos y esperanza. Las abuelas, que habían pasado la mañana en la plaza
comentando el "gran escándalo de las cucarachas", fueron las primeras
en revisar sus pisos de arriba a abajo.
Maruja, por
supuesto, subió a su ático, satisfecha. Las cucarachas podían haber sido
invisibles para muchos, pero no para ella. Y gracias a su diligencia, la Comunidad
del Buen Vivir estaba, al menos por ahora, libre de esos invasores indeseables.
Día 12:
"El Epílogo (por ahora)"
Con la operación
anti-cucarachas completada, la comunidad respiró aliviada. Las abuelas
volvieron a sus corrillos, Paco volvió a ignorar las facturas, y Ana y Carlos,
bueno, ellos seguían dejando las bicicletas en el pasillo. Pero ahora, había un
nuevo aire en la comunidad. Tal vez no duraría mucho, pero por un tiempo, todos
sentían que Maruja, desde su atalaya en las alturas, les había salvado de un
destino peor.
Y así, una vez
más, la Comunidad del Buen Vivir sigue adelante, con sus pequeños
dramas y grandes personajes, siempre bajo la atenta mirada de Maruja, la
presidenta que no solo ve los tejados desde su ventana, sino que también se
asegura de que no haya cucarachas en los pasillos. Por ahora.
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