lunes, 26 de agosto de 2024

Capitulo 2 - Comunidad del Buen Vivir


 

Día 7: "Las Cucarachas Invisibles"

En la Comunidad del Buen Vivir, las noticias vuelan más rápido que las hojas secas en otoño. Y hoy, la noticia del día, o más bien el susurro inquietante que recorre los pasillos, es el avistamiento de... ¡cucarachas! Maruja, desde su trono en el ático, se ha enterado antes que nadie. El rumor empezó cuando la señora Conchita, líder indiscutible de las abuelas del segundo piso, se encontró con uno de esos insectos en la escalera.

"¡Una cucaracha muerta en el rellano!", exclamó Conchita, con más horror en su voz que cuando perdió la partida de cartas la semana pasada. Rápidamente, la noticia llegó a la señora Paquita y a la señora Asunción, que estaban a punto de sacar las sillas para su corrillo diario. "¡Qué asco, Conchita! Pero aquí no hay cucarachas, ¿verdad? Solo habrá sido esa", dijo Paquita, como intentando convencerse más a sí misma que a los demás.

Pero lo que ninguna de las abuelas sabía era que no era la primera vez que alguien se encontraba con una cucaracha muerta en las escaleras. Maruja, con su libreta a mano, ya tenía registrada una docena de avistamientos en las últimas semanas. Eso sí, todas ellas "accidentales". Los vecinos las encontraban, les daban un pequeño puntapié y luego, como si nada, seguían con su vida. Nadie quería ser el que reconociera que, efectivamente, había un problema.

Día 8: "La Negación Colectiva"

Las cucarachas se convirtieron rápidamente en el tema del día, aunque curiosamente nadie quería hablar de ello abiertamente. Maruja, con su carácter pragmático, decidió que era hora de actuar. "Si no se dice en voz alta, no se resuelve", pensó, y convocó una junta extraordinaria. No tardó en bajar de su ático con su libreta, lista para enfrentarse al tabú del edificio.

"Vecinos, es hora de que hablemos de la realidad", empezó Maruja en la reunión, con tono solemne. Pero antes de que pudiera decir "cucaracha", Paco, el caradura del quinto, levantó la mano. "Perdona, Maruja, pero creo que estás exagerando. Yo no he visto ni una sola cucaracha en mi vida aquí, y ya llevo años", dijo con una sonrisa que intentaba parecer despreocupada, aunque en realidad estaba un poco nervioso.

Ana, del cuarto, decidió sumarse al coro de negación. "Nosotros tampoco hemos visto nada, ¿verdad, Carlos?", dijo mirando a su pareja, que estaba demasiado absorto en su teléfono para prestarle atención. "Claro, nada de nada", respondió Carlos automáticamente, sin levantar la vista.

Día 9: "La Investigación de Campo"

Maruja no iba a dejar que la negación colectiva la detuviera. Armándose con una linterna y su libreta, decidió hacer una ronda de inspección por el edificio esa misma noche. El plan era sencillo: recorrer las zonas comunes, los rincones oscuros, y ver con sus propios ojos lo que los vecinos preferían ignorar.

Empezó por el sótano, ese lugar que casi nadie visitaba desde que la lavadora comunitaria se rompió hace años. Allí, en la penumbra, Maruja detectó el primer indicio: una pequeña cucaracha moviéndose rápidamente hacia una grieta en la pared. "Ajá, te tengo", murmuró para sí, anotando en su libreta con un suspiro de resignación.

Después subió por las escaleras, revisando cada rellano. En el segundo piso, encontró otra cucaracha, esta vez muerta. "Conchita tenía razón", pensó mientras la examinaba con la linterna. Subiendo al tercer piso, encontró más, y para cuando llegó al cuarto, su libreta ya estaba llena de notas y pequeños dibujos de cucarachas, para ser más específica en la junta que sabía que sería necesaria.

Día 10: "La Junta del Horror"

El día siguiente, Maruja convocó una junta urgente. "Es una cuestión de salud pública", dijo al dar inicio. Los vecinos llegaron con caras de fastidio, pensando que Maruja estaba exagerando, como siempre. Pero cuando comenzó a sacar las evidencias —las fotos de las cucarachas, sus notas detalladas, y una lista de avistamientos—, las caras de los vecinos comenzaron a cambiar.

"Esto no puede ser", dijo Paco, más pálido de lo habitual. "No en mi piso. Estoy seguro de que eso es de los otros pisos, el mío está limpio", añadió, como si con eso pudiera ahuyentar la idea de que alguna vez tuvo una cucaracha cerca.

"Yo tampoco he visto ninguna", insistió Ana, pero esta vez su voz temblaba ligeramente. "Quizá... una, pero era pequeña y seguro que venía de fuera", añadió rápidamente, buscando la aprobación de los demás.

Maruja, con la paciencia de una santa, dejó que todos se desahogaran antes de hablar. "Vecinos, las cucarachas están aquí, nos guste o no. Y negar el problema solo hará que se multipliquen. Así que necesitamos una solución, y la necesitamos ahora".

Día 11: "La Operación Anti-Cucarachas"

Tras mucho debate, la junta finalmente decidió actuar. Se contrató a una empresa de fumigación, aunque no sin que algunos vecinos protestaran por el coste extra. Paco, por supuesto, fue el primero en decir que eso debería salir del fondo común, y no de su bolsillo. Pero Maruja, con su libreta en mano, le recordó amablemente que había un pago pendiente desde hace tres meses. Paco no tuvo más remedio que callarse y aceptar.

El día de la fumigación, el edificio se convirtió en un campo de batalla. Los vecinos tuvieron que salir durante unas horas, y cuando regresaron, el ambiente olía a productos químicos y esperanza. Las abuelas, que habían pasado la mañana en la plaza comentando el "gran escándalo de las cucarachas", fueron las primeras en revisar sus pisos de arriba a abajo.

Maruja, por supuesto, subió a su ático, satisfecha. Las cucarachas podían haber sido invisibles para muchos, pero no para ella. Y gracias a su diligencia, la Comunidad del Buen Vivir estaba, al menos por ahora, libre de esos invasores indeseables.

Día 12: "El Epílogo (por ahora)"

Con la operación anti-cucarachas completada, la comunidad respiró aliviada. Las abuelas volvieron a sus corrillos, Paco volvió a ignorar las facturas, y Ana y Carlos, bueno, ellos seguían dejando las bicicletas en el pasillo. Pero ahora, había un nuevo aire en la comunidad. Tal vez no duraría mucho, pero por un tiempo, todos sentían que Maruja, desde su atalaya en las alturas, les había salvado de un destino peor.

Y así, una vez más, la Comunidad del Buen Vivir sigue adelante, con sus pequeños dramas y grandes personajes, siempre bajo la atenta mirada de Maruja, la presidenta que no solo ve los tejados desde su ventana, sino que también se asegura de que no haya cucarachas en los pasillos. Por ahora.

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