jueves, 29 de agosto de 2024

Capitulo 5 - La Comunidad del Buen Vivir

 

Día 24: "El Guardian del 2º A"

En la Comunidad del Buen Vivir, las noches suelen ser tranquilas, o al menos lo eran antes de la llegada del nuevo "guardián" del 2º A. Este guardián no es otro que Rufus, el perro de doña Matilde, una señora que, aunque pequeña en estatura, tiene un corazón enorme y una afición insaciable por rescatar perros. Rufus, un mestizo de tamaño considerable, es su última incorporación. Aunque Rufus es un perro fiel y cariñoso durante el día, por la noche se convierte en un vigilante implacable, con un sentido de la justicia y una voz que resonaría en cualquier juzgado... o en cualquier edificio, para ser más precisos.

Día 25: "Una Llegada Discreta"

Esa noche, Paco, el vecino del quinto, llegó a casa más tarde de lo habitual. Había estado en una fiesta que se había alargado y, sabiendo lo quisquillosos que son algunos vecinos con el ruido, decidió hacer su entrada de la manera más discreta posible. Al salir del ascensor, con las luces apagadas y los zapatos en la mano, se deslizó por el pasillo como si fuera un ninja en una misión secreta.

Justo cuando pensaba que había logrado su objetivo de no despertar a nadie, escuchó un sonido que le heló la sangre: el primer ladrido de Rufus, el guardián. "¡Guau! ¡Guau! ¡GUAU, GUAU, GUAU!" El sonido era ensordecedor en el silencio de la noche. Rufus había captado el aroma de Paco, y estaba decidido a alertar a todos de la "amenaza" que caminaba por el pasillo.

Paco se congeló en su sitio, esperando que los ladridos se apagaran. Pero Rufus, en su afán por proteger a su dueña y al edificio entero, no cedió. Su alboroto continuó, rebotando por las paredes del edificio, despertando a más de un vecino.

Día 26: "El Despertar de la Comunidad"

Uno a uno, los vecinos empezaron a encender las luces de sus pisos. Maruja, siempre alerta, ya estaba de pie en su ático, mirando con preocupación hacia abajo, mientras Conchita, la del segundo piso, asomaba la cabeza por la puerta con cara de pocos amigos. "¡Ya está bien, Rufus!", gritó Conchita, pero el perro, en su trance de guardián, no parecía estar dispuesto a callarse.

Doña Matilde, la dueña de Rufus, finalmente salió al pasillo en bata y pantuflas, intentando calmar al perro. "¡Rufus, por Dios, basta ya!", le susurró con cariño. Pero el perro, ahora convencido de que Paco era un intruso, no dejaba de ladrar.

Paco, atrapado en medio del pasillo con sus zapatos en la mano y la cara roja de vergüenza, intentó suavizar la situación. "Matilde, soy yo, Paco. Solo estoy tratando de llegar a casa...", dijo en un susurro desesperado. Matilde, reconociendo la voz, agarró a Rufus por el collar y, tras varios intentos, logró calmarlo.

Finalmente, el silencio volvió al edificio, pero no sin dejar una estela de frustración. Los vecinos, ahora despiertos, se preguntaban cuándo acabaría esta rutina de ladridos nocturnos.

Día 27: "El Comité de Ladridos"

Al día siguiente, Maruja convocó una reunión urgente. No era la primera vez que los ladridos de Rufus despertaban a todo el edificio, y algo tenía que hacerse. "Vecinos, necesitamos hablar sobre Rufus", comenzó Maruja, mientras todos asentían en silencio, algunos con ojeras notables.

Matilde, que amaba a su perro más que a nada en el mundo, intentó defenderlo. "Rufus solo hace su trabajo, Maruja. Es un perro guardián, y solo quiere protegernos", dijo, aunque sabía que su argumento no sería del todo bien recibido.

Paco, aún sintiéndose culpable, intervino. "Matilde, lo entiendo, de verdad, pero tal vez podríamos encontrar una manera de que Rufus no ladre tanto por las noches. Quizá un entrenamiento o algo por el estilo", sugirió, intentando no ofender a nadie.

Ana, del cuarto, propuso una solución más moderna. "He leído que hay dispositivos que emiten un sonido que solo los perros pueden oír, para calmarlos cuando ladran demasiado. Tal vez podríamos probar con uno de esos", dijo, esperando que la tecnología pudiera salvar la situación.

Día 28: "El Plan Rufus"

Finalmente, tras mucho debate, se decidió implementar el "Plan Rufus". Matilde se comprometió a llevar a Rufus a un adiestrador para reducir sus ladridos nocturnos, y la comunidad acordó instalar uno de los dispositivos sugeridos por Ana, para ver si ayudaba a mantener a Rufus tranquilo durante la noche. Además, Paco se ofreció voluntario para entrar a su piso más temprano o, en su defecto, con una bolsa de golosinas para perros en el bolsillo, por si necesitaba sobornar al guardián.

Día 29: "El Perro Tranquilo"

Los siguientes días fueron una prueba de paciencia para todos. Rufus, aunque al principio desconfiado del nuevo dispositivo, poco a poco comenzó a adaptarse. Los ladridos nocturnos disminuyeron, y el edificio volvió a disfrutar de noches tranquilas. Matilde, aunque algo triste por tener que controlar a su querido guardián, estaba contenta de que el resto de los vecinos pudieran dormir mejor.

Paco, por su parte, adoptó la costumbre de llevar siempre un pequeño premio para Rufus en su bolsillo, y aunque el perro aún lo miraba con recelo, ya no ladraba como un endemoniado cada vez que lo veía llegar tarde a casa.

Día 30: "El Guardián Retirado"

Con el paso de los días, Rufus se convirtió en un perro más tranquilo, y la Comunidad del Buen Vivir volvió a su rutina habitual. Aunque Rufus había perdido un poco de su fama como guardián, había ganado la paz en el edificio. Y todos, desde Maruja hasta Conchita, estaban agradecidos por ello.

Así, una vez más, la comunidad encontró la manera de lidiar con sus desafíos, demostrando que, con un poco de paciencia, un dispositivo moderno y algunas golosinas, hasta el guardián más ruidoso puede encontrar su lugar en la tranquila vida nocturna del edificio.


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