Sin juicio ni prejuicio
en la iglesia de San Antón
Un usuario de San Antón
procedente de Costa de Marfil ante la entrada a la iglesia, en pleno corazón
del madrileño barrio de Chueca. El 3 de marzo de 2015, a las diez de la mañana,
el padre Ángel abrió por primera vez el templo y, desde entonces, no se ha cerrado.
La Fundación Mensajeros de la Paz gestiona la iglesia, que se ha convertido en
un centro de acogida abierto 24 horas todo el año para atender a los más
vulnerables, independientemente de su religión, cultura u origen. Ofrece apoyo,
cobijo, comida, atención médica y hasta conexión wifi a sus feligreses, la
mayoría personas sin hogar o en riesgo de exclusión social.
Desde las ocho de la mañana, unos 15 voluntarios
de la fundación reparten una media de unos 300 desayunos diarios. “Porque
además de centro religioso, es un lugar de encuentro social y cultural, una
especie de hospital de campaña para todas aquellas personas heridas que buscan
apoyo y consuelo”, como le gusta indicar al padre Ángel.
Mensajeros de la Paz es una organización social
que trabaja por mejorar las oportunidades de aquellas personas más necesitadas.
Abarca múltiples ámbitos de trabajo social en España y realiza proyectos de
cooperación internacional en más de 50 países.
Leo, ante
la entrada de la iglesia. Ha tenido unos años “horribles, deambulando entre
centros de todo tipo. Recalar en San Antón me ha dado otra oportunidad, un
apoyo moral que necesitaba. Sin ellos hubiera seguido por el mal camino”,
asegura. “Aquí no hay juicios ni prejuicios”.
Solo al entrar en la iglesia, todo llama la
atención: junto a los símbolos religiosos propios de un centro cristiano,
destaca la innovación tecnológica: wifi gratis, pantallas de televisión,
enchufes para cargar los móviles, tabletas electrónicas en el confesionario
para las personas con problemas auditivos... La presencia de todos estos
aparatos se puede considerar esnobismo, pero en realidad tiene un profundo
contenido en valores como la inclusión
Todos
los días, los voluntarios reparten pan, bollería y café a los vecinos,
parroquianos, usuarios o a cualquier viandante que lo necesite. En España,
cerca de 63.000 personas entre niños, jóvenes y mayores han sido atendidos por
Mensajeros de la Paz en sus casas de familias, casas refugio para mujeres
víctimas de violencia de género, comedores sociales y centros donde se imparten
talleres y cursos de formación. La fundación cuenta con unos 5.000 voluntarios
y 3.900 trabajadores en plantilla, de los cuales el 92% son mujeres.
La iglesia se auto gestiona con
las ayudas que turistas, curiosos y vecinos entregan de diversas maneras. Una
máquina expendedora de tabaco ha sido rediseñada para que se pueda ayudar
aportando dinero desde comida o lavandería a un corte de pelo. “Si hay
panaderías, cafeterías, puticlubs o centros de socorro abiertos las 24 horas,
¿por qué no va a haber iglesias? Es de sentido común”, asegura el padre Ángel,
fiel seguidor del pontífice. Incluso una máxima del Papa Francisco se puede
leer en una pancarta sobre el altar: “Tener los templos con las puertas
abiertas en todas partes para que todos los que buscan no se encuentren con la
frialdad de unas puertas cerradas”.
Como argumentan desde la
fundación, las personas que acuden no pueden disfrutar de actividades de ocio.
Es por esto, que cuando ha habido partidos de futbol importantes, se han
televisado en la iglesia. También han podido disfrutar de alguna película y,
por supuesto, de todas las exposiciones y conciertos que se interpretan en San
Antón
Miles de personas han recibido apoyo y
alojamiento en la iglesia desde que en 2015 el padre Ángel tomó la gestión de
San Antón y abrió sus puertas como centro de acogida las 24 horas del día. “Al
principio llenábamos la iglesia todas las noches, pero por consejo sanitario
del Samur Social hemos puesto límite a 15 personas por noche, el resto se lo
derivamos a ellos”, comenta Willy Ziba, encargado del turno de noche.
Para las consultas médicas disponen de lo que
denominan la Camilla de la Misericordia, un dispensario médico de
orientación, primera asistencia y derivación a los servicios públicos
sanitarios. Para ello cuentan con un grupo de médicos y enfermeras voluntarios
que realizan esta atención primaria. Muchas de estas personas en situación de
calle no tienen tarjeta sanitaria; otros, aunque la tienen, no hacen medicina preventiva;
algunos tampoco hacen un seguimiento de sus dolencias. Además
Las
personas que pasan la noche en la iglesia se acomodan junto a todas sus
pertenencias. El ecuatoriano Carlos llegó a España con lo puesto: “No más que
un cambio de ropa y algún libro. Encontrarme así es doloroso, pero al menos
tenemos un precioso techo donde cobijarnos con comida, café, duchas y sobre
todo cariño y atención”.
San Antón es bullicioso hasta las
once de la noche. Antes de medianoche, los que van a dormir allí ya se han
recostado en sus sitios sobre los bancos y se disponen a dormir. “Aquí me
brindan la ayuda que a veces se me ha negado, comida caliente, un techo, algo
de ropa, medicamentos... Algo básico cuando vives en la calle”, comenta Julia,
una madrileña que perdió su trabajo, su casa y su pareja: “Se esfumó todo por
los malos negocios de mi marido y el banco nos arrebató lo que nos quedaba; lo
demás ya vino solo”, comenta mientras se abraza a su maleta antes de dormir
ante uno de los altares donde se guardan las reliquias de San Valentín.
La iglesia se ha convertido en un
fenómeno de interés para personas muy diferentes, de todas las culturas y
lugares. Gente sin hogar, creyentes, ateos e incluso turistas se dejan seducir,
curiosos, en San Antón. “Les extraña mucho encontrarse una iglesia abierta toda
la noche”, asegura Willy Ziba. “La madrugada transcurre tranquila a pesar de
estar rodeados de zonas de copas, pero no suele haber mayor problema. Entran,
preguntan, les muestro el proyecto y se van encantados. Muchos regresan al día
siguiente con su familia o amigos para mostrársela e intentar colaborar de
alguna manera”.
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