Carne sin muerte
Si es cierto lo que dicen, podríamos
estar ante una revolución medioambiental, alimentaria, animalista... Hace unos
pocos años, un puñado de empresas se lanzaron a 'cultivar' carne en sus
laboratorios; no hablamos de usar vegetales para fabricar sucedáneos destinados
a los vegetarianos, sino de coger células de cerdo, vaca, pollo, incluso
pescado... y meterlas en un biorreactor para que, a partir de ahí y
proporcionándoles el alimento necesario, empiecen a regenerar el tejido como
sucedería en el cuerpo del animal. Las implicaciones son muchas y profundas,
como explican los responsables de estos productos. Para empezar, de corte
ético; ya no hay sacrificio ni maltrato animal, los bichos siguen correteando
por ahí como si nada mientras una pequeña porción de su tejido muscular se
multiplica en el laboratorio para dar lugar al equivalente en carne hasta de
200 animales como él. ¡Y podría volver a ejercer de donante!
No es menos importante el componente
ecológico que agregan sus defensores: adiós a la deforestación que conlleva la
explotación ganadera intensiva en muchos casos y al 18% del total de los gases
de efecto invernadero procedentes de la industria ganadera (casi la mitad,
originada por sus flatulencias). La producción masiva de este alimento
podría ayudar además a paliar hambrunas y, por si fuera poco, han eliminado de
su composición la grasa, los antibióticos que las empresas suministran a sus
animales -que suponen el 80% del consumo de estas sustancias en países como EE
UU- y el riesgo de contagio de virus como el de las vacas locas o la gripe
aviar, con lo que implica para la salud...
«La carne cultivada es la misma que la de
un animal, aunque fabricada en el laboratorio, donde uno posibilita que las
células se autoorganicen para formar los tejidos iguales a los de un animal, en
este caso sin grasa», explica el profesor de la Universidad del País
Vasco José María Pitarke, catedrático de Física de la Materia Condensada y
director del Centro de Investigación Nanogune, una asociación privada sin ánimo
de lucro impulsada por el Gobierno vasco en 2006. Pero, además, Pitarke forma
parte de la empresa Biotech Foods, que, con base en San Sebastián, es la única
firma española que fabrica este tipo de producto -ellos lo denominan 'carne
ética'- y una de las primeras en todo el mundo. Pretende estar en las
tiendas en 2021 tras los controles pertinentes, pero Pitarke tranquiliza desde
ya a los boquiabiertos consumidores: «Una vez pasada la regulación de la UE, el
consumo de esta carne cultivada sin grasa será 'al menos' tan adecuado para la
población como el consumo de la carne del correspondiente animal»,
dice, en referencia al material porcino que han empezado a crear.
En Biotech Foods, el 'alimento' que emplean para
hacerla crecer 'in vitro' es un medio acuoso de nutrientes basado en
proteínas vegetales, nada de origen animal. En todos los casos, el
resultado no es una carne con forma de filete ni chuleta, sino una pasta con la
que fabricar salchichas, embutido o productos como los 'nuggets' de pollo.
Ninguna empresa ha llegado a comercializar aún este producto; en esa carrera
están como principales actores la holandesa Mosa Meat (única en Europa junto a
la firma española), la israelí Supermeat y la estadounidense Memphis Meat.
«La
carne cultivada es la misma que la de un animal, aunque fabricada en el
laboratorio, donde uno posibilita que las células se autoorganicen para formar
los tejidos iguales a los de un animal, en este caso sin grasa»,
explica el profesor de la Universidad del País Vasco José María Pitarke, catedrático
de Física de la Materia Condensada y director del Centro de Investigación
Nanogune, una asociación privada sin ánimo de lucro impulsada por el Gobierno
vasco en 2006. Pero, además, Pitarke forma parte de la empresa Biotech Foods,
que, con base en San Sebastián, es la única firma española que fabrica este
tipo de producto -ellos lo denominan 'carne ética'- y una de las primeras en
todo el mundo. Pretende estar en las tiendas en 2021 tras los controles
pertinentes, pero Pitarke tranquiliza desde ya a los boquiabiertos
consumidores: «Una vez pasada la regulación de la UE, el consumo de esta carne
cultivada sin grasa será 'al menos' tan adecuado para la población como el
consumo de la carne del correspondiente animal», dice, en referencia
al material porcino que han empezado a crear.
En Biotech Foods, el 'alimento' que emplean para
hacerla crecer 'in vitro' es un medio acuoso de nutrientes basado en
proteínas vegetales, nada de origen animal. En todos los casos, el
resultado no es una carne con forma de filete ni chuleta, sino una pasta con la
que fabricar salchichas, embutido o productos como los 'nuggets' de pollo.
Ninguna empresa ha llegado a comercializar aún este producto; en esa carrera
están como principales actores la holandesa Mosa Meat (única en Europa junto a
la firma española), la israelí Supermeat y la estadounidense Memphis Meat.
«La
carne cultivada es la misma que la de un animal, aunque fabricada en el
laboratorio, donde uno posibilita que las células se autoorganicen para formar
los tejidos iguales a los de un animal, en este caso sin grasa»,
explica el profesor de la Universidad del País Vasco José María Pitarke,
catedrático de Física de la Materia Condensada y director del Centro de
Investigación Nanogune, una asociación privada sin ánimo de lucro impulsada por
el Gobierno vasco en 2006. Pero, además, Pitarke forma parte de la empresa
Biotech Foods, que, con base en San Sebastián, es la única firma española que
fabrica este tipo de producto -ellos lo denominan 'carne ética'- y una de las primeras
en todo el mundo. Pretende estar en las tiendas en 2021 tras los
controles pertinentes, pero Pitarke tranquiliza desde ya a los boquiabiertos
consumidores: «Una vez pasada la regulación de la UE, el consumo de esta carne
cultivada sin grasa será 'al menos' tan adecuado para la población como el
consumo de la carne del correspondiente animal», dice, en referencia
al material porcino que han empezado a crear.
En Biotech Foods, el 'alimento' que emplean para
hacerla crecer 'in vitro' es un medio acuoso de nutrientes basado en
proteínas vegetales, nada de origen animal. En todos los casos, el
resultado no es una carne con forma de filete ni chuleta, sino una pasta con la
que fabricar salchichas, embutido o productos como los 'nuggets' de pollo.
Ninguna empresa ha llegado a comercializar aún este producto; en esa carrera
están como principales actores la holandesa Mosa Meat (única en Europa junto a
la firma española), la israelí Supermeat y la estadounidense Memphis Meat.
Pero es la
compañía norteamericana Just la que pretende llevarse el gato al agua: acaba de
anunciar que su pollo 'in vitro' estará en los supermercados a finales de
año, a pesar de que aún tiene que pasar la regulación de la agencia
gubernamental estadounidense responsable de la regulación de alimentos (FDA),
con lo que muchos dudan de que puedan cumplir este plazo. Entre ellos, la
doctora en Física de Materiales Mercedes Vila, cofundadora de Biotech Foods,
esta 'startup' nacida en 2017 tras varios años de investigaciones con
inversores privados y ayudas públicas de los Ejecutivos vasco y central: «No
conozco bien los plazos de la FDA, pero no sé cómo les va a dar tiempo. En
nuestro caso, somos capaces de fabricar ya la carne de cerdo, aunque nos
estamos moviendo en escala de kilos y tenemos que lograr saltar a la de
toneladas. Para ello, estamos inmersos en la labor de captar inversores que nos
permitan adquirir la tecnología necesaria para este salto: biorreactores
mayores...».
Al precio de salchichas
Sus competidores tienen tras de sí millones de dólares
aportados por magnates como Bill Gates, Kimbal Musk, Richard Branson... que han
visto un negocio aliñado con tintes éticos. En Biotech Foods, lejos de
preocuparse por tamaña competencia, creen que les ayuda a que no les vean «como
unos friquis con un producto friqui».
El tiempo de ensayos de alérgenos, toxicidad,
nutrición, conservación... que deben pasan para obtener el visto bueno de la UE
(que aprobó el año pasado un catálogo de nuevos alimentos llamado 'Novel Food'
en el que se incluye esta opción) podría alcanzar los 18 meses, de ahí la fecha
de 2021 para estar en los mercados. Suficiente, según Vila, para estar
produciendo cantidades que posibiliten venderla a sus potenciales clientes al
mismo precio que la carne de cerdo que hoy encontramos en forma de salchichas o
similares
Pero es la compañía norteamericana Just la que
pretende llevarse el gato al agua: acaba de anunciar que su pollo 'in
vitro' estará en los supermercados a finales de año, a pesar de que
aún tiene que pasar la regulación de la agencia gubernamental estadounidense
responsable de la regulación de alimentos (FDA), con lo que muchos dudan de que
puedan cumplir este plazo. Entre ellos, la doctora en Física de Materiales
Mercedes Vila, cofundadora de Biotech Foods, esta 'startup' nacida en 2017 tras
varios años de investigaciones con inversores privados y ayudas públicas de los
Ejecutivos vasco y central: «No conozco bien los plazos de la FDA, pero no sé
cómo les va a dar tiempo. En nuestro caso, somos capaces de fabricar ya la
carne de cerdo, aunque nos estamos moviendo en escala de kilos y tenemos que
lograr saltar a la de toneladas. Para ello, estamos inmersos en la labor de
captar inversores que nos permitan adquirir la tecnología necesaria para este
salto: biorreactores mayores...».
Al precio de
salchichas
Sus competidores tienen tras de sí millones de
dólares aportados por magnates como Bill Gates, Kimbal Musk, Richard Branson...
que han visto un negocio aliñado con tintes éticos. En Biotech Foods, lejos de
preocuparse por tamaña competencia, creen que les ayuda a que no les vean «como
unos friquis con un producto friqui».
El tiempo de ensayos de alérgenos, toxicidad,
nutrición, conservación... que deben pasan para obtener el visto bueno de la UE
(que aprobó el año pasado un catálogo de nuevos alimentos llamado 'Novel Food'
en el que se incluye esta opción) podría alcanzar los 18 meses, de ahí la fecha
de 2021 para estar en los mercados. Suficiente, según Vila, para estar
produciendo cantidades que posibiliten venderla a sus potenciales clientes al
mismo precio que la carne de cerdo que hoy encontramos en forma de salchichas o
similares
Es evidente que esta carne 'in vitro'
tendrá que vérselas con las suspicacias de los consumidores, entre ellos los
vegetarianos -y quizás aún más con las de los apasionados 'carnívoros'-, que se
hallan de repente ante un producto libre de las connotaciones éticamente
negativas por las que huyen de la carne. David Román, presidente de la
Unión Vegetariana Española, considera «interesante» esta propuesta, aunque se
pregunta si industrial y comercialmente será viable a corto plazo y a gran
escala. Admite que aún no se ha abierto en el colectivo un debate sobre este
asunto «por ser novedoso y desconocido». Pero reconoce que su primera impresión
es «positiva, porque implica la reducción de los impactos mencionados».
«Aun así, habrá algún sector de nuestro grupo que cuestionará la obtención de
las células base. Todo el proceso implica reforzar la idea de que el consumo de
productos animales es esencial y necesario para el ser humano desde el punto de
vista nutricional, y no es cierto. Somos más partidarios de crear y consumir
alternativas basadas en productos vegetales, aunque comprendemos que la
industria está apostando por esta vía de laboratorio para ofrecer soluciones a
los problemas de la ganadería».
Al otro lado están los productores de carne,
agrupados en la Asociación Nacional de Industrias de la Carne de España
(ANICE), que preguntados por este periódico no se pronuncian sobre un negocio
que viene a quitarles parte del pastel. A juicio de Bittor Rodríguez,
nutricionista, dietista y profesor investigador de la UPV, esta opción es una
«alternativa de mercado» que deberá pasar por los controles sanitarios: «En
este sentido, no hay que llamar a la alarma. Yo mismo la probaría, aunque solo
sea por curiosidad»
Ya lo
hicieron en 2013 dos críticos gastronómicos británicos que comieron ante los
medios de comunicación la primera hamburguesa de vaca de laboratorio, fabricada
por científicos holandeses que luego montaron Mosa Meat: costó 300.000 euros y
su sabor, según uno de los 'cobayas' , tenía un gusto «intenso, cercano al de
la carne, aunque no tan jugoso. Pero es carne, no se desarma». El otro opinó:
«Me falta grasa, es algo magra, pero el bocado en general se siente como una
hamburguesa».
En cuanto a la reducción de los males que provoca
en el medio ambiente la ganadería intensiva, Rodríguez apuesta mejor, con el
comodín de la salud en la mano, por «comer menos carne, bajar el consumo a tres
veces por semana como mucho, y elegir la proteína vegetal, legumbres, por
ejemplo». En cuanto a paliar hambrunas, recuerda que «cuando salieron los
transgénicos, se hablaba de que iban a acabar con el hambre mundial, y no ha
sido así. Son estrategias comerciales».
Ya lo
hicieron en 2013 dos críticos gastronómicos británicos que comieron ante los
medios de comunicación la primera hamburguesa de vaca de laboratorio, fabricada
por científicos holandeses que luego montaron Mosa Meat: costó 300.000 euros y
su sabor, según uno de los 'cobayas' , tenía un gusto «intenso, cercano al de
la carne, aunque no tan jugoso. Pero es carne, no se desarma». El otro opinó:
«Me falta grasa, es algo magra, pero el bocado en general se siente como una
hamburguesa».
En cuanto a la reducción de los males que provoca
en el medio ambiente la ganadería intensiva, Rodríguez apuesta mejor, con el
comodín de la salud en la mano, por «comer menos carne, bajar el consumo a tres
veces por semana como mucho, y elegir la proteína vegetal, legumbres, por
ejemplo». En cuanto a paliar hambrunas, recuerda que «cuando salieron los
transgénicos, se hablaba de que iban a acabar con el hambre mundial, y no ha
sido así. Son estrategias comerciales».
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