domingo, 13 de octubre de 2024

Capitulo 4 - "Las Sombras del Casco Viejo"

 


Capítulo 4: La verdad oculta

El aire en la pequeña habitación era denso, cargado de una energía que parecía antigua, como si siglos de secretos se acumularan en cada rincón. Marta y Sara se quedaron paralizadas en la entrada, incapaces de apartar la vista de la figura que se movía lentamente en la penumbra.

—He estado esperando... —repitió la voz, ronca y susurrante.

La figura dio un paso hacia adelante, y la débil luz de la bombilla reveló a un hombre de aspecto desaliñado. Su rostro estaba cubierto por una barba descuidada, y su mirada parecía perdida, como si llevara demasiado tiempo en ese lugar.

—¿Quién... quién eres? —preguntó Marta, con la voz temblorosa.

El hombre se rió, pero era una risa amarga, carente de alegría. —¿Quién soy? La pregunta es... ¿quiénes sois vosotras para estar aquí?

Sara, sin poder resistir más, dio un paso adelante. —Estamos buscando a nuestro amigo, Jon. Desapareció hace unos días, y creo que este lugar tiene algo que ver con ello. —Su voz, aunque firme, ocultaba el miedo que sentía en lo más profundo.

El hombre entrecerró los ojos, estudiando a las dos mujeres. Luego, señaló las fotos en las paredes. —No es solo Jon... Mira bien. Él no es el primero.

Ambas miraron las fotos más de cerca. Los rostros en esas imágenes parecían familiares. No solo porque Jon estaba entre ellos, sino porque, al igual que Jon, esas personas habían sido parte del Casco Viejo, rostros que solían verse por las calles, los bares, pero que de repente... habían dejado de aparecer. Sara reconoció a uno de los hombres de una tienda cercana, y a una mujer que solía sentarse en una terraza, siempre con un libro en mano.

—¿Qué está pasando aquí? —murmuró Marta, tratando de unir las piezas.

El hombre suspiró profundamente. —Este barrio... no es lo que parece. Hay algo aquí, algo que vive entre las sombras. Al principio, pensé que eran solo desapariciones. Pero no. Es algo más. Algo que acecha y se lleva a la gente... y los convierte en parte de su oscuridad.

Marta dio un paso atrás, horrorizada. —¿Qué quieres decir?

—No sé exactamente qué es —continuó el hombre—, pero sé que se alimenta del miedo, de la soledad... y una vez que alguien desaparece en este lugar, es como si nunca hubiera existido. Las sombras los devoran, y sus recuerdos se desvanecen lentamente. Nadie los busca porque nadie los recuerda.

—Eso es imposible... —dijo Marta, sacudiendo la cabeza. Pero algo en su corazón sabía que las palabras del hombre tenían sentido. Jon había desaparecido, y aunque ellas lo buscaban, el resto del barrio parecía haberlo olvidado por completo.

Sara, sin embargo, estaba decidida. —Entonces, si sabemos lo que ocurre, podemos detenerlo. ¿Cómo podemos encontrar a Jon?

El hombre rió de nuevo, esta vez con una mezcla de lástima y desesperación. —No es tan sencillo. Si entras demasiado en las sombras... te conviertes en una de ellas. Como yo.

Sara dio un paso hacia él, sus ojos buscando respuestas en los suyos. —¿Cómo podemos detener esto?

El hombre la miró directamente. —Debéis ir al corazón de las sombras. Al lugar donde todo comenzó. Allí encontraréis lo que buscáis... o perderéis lo que os queda.

Un estremecimiento recorrió a ambas mujeres. Marta tomó la mano de Sara, con la intención de alejarse de ese lugar, pero Sara no podía irse. Sentía que estaban más cerca de la verdad de lo que nunca habían estado.

—Dime dónde es ese lugar —dijo Sara.

El hombre señaló hacia la ventana rota que daba a un callejón oscuro. —Las sombras del Casco Viejo nacen en lo más profundo. El Callejón de los Susurros... allí es donde todo comienza y todo termina.

Las palabras quedaron suspendidas en el aire mientras Marta y Sara se miraban. El Callejón de los Susurros. Un lugar que evitaban incluso los lugareños más atrevidos. Un lugar que siempre había estado envuelto en leyendas y rumores... hasta hoy.


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