sábado, 5 de octubre de 2024

Capitulo 5 - "Las Cloacas de Pamplona"

 


Capítulo 5: El Ojo de la Oscuridad

Álvaro no podía apartar su mente de lo que había visto bajo la plaza del Castillo. Mientras caminaba por las calles de Pamplona, el bullicio habitual de la ciudad parecía un lejano eco comparado con la intensidad de los secretos que acechaban bajo sus pies. La figura de Eduardo Zabalza, inerte en aquella losa de piedra, y las palabras de las figuras encapuchadas resonaban en su cabeza. "Vosotros sois los siguientes." ¿Qué significaba todo aquello? ¿Qué relación tenía él con ese ritual macabro?

De vuelta en su despacho, Álvaro desplegó el libro antiguo sobre la mesa una vez más. Aquel símbolo en el suelo, los ritos grabados en las paredes de las cloacas, las figuras encapuchadas... todo apuntaba a algo más antiguo y más oscuro de lo que había imaginado. No podía enfrentarse a esto solo, y aunque Sara había sido de gran ayuda, necesitaban más información. Decidió contactar con un viejo amigo, Mateo, un experto en ocultismo y sociedades secretas.

Mateo no tardó en llegar a la oficina de Álvaro. Llevaba una chaqueta de cuero gastada y una expresión que indicaba que estaba acostumbrado a lidiar con lo desconocido. Después de escuchar la historia, Mateo frunció el ceño.

"Esto no es solo una orden secreta cualquiera", dijo mientras revisaba el libro con ojos agudos. "Lo que has descrito suena a una de las órdenes más antiguas de Europa, conocidas por sus rituales de poder... y sacrificios. Se dice que controlaban no solo Pamplona, sino muchas otras ciudades desde las sombras."

Álvaro sintió un escalofrío recorrer su espalda. "¿Sacrificios? ¿Qué tipo de sacrificios?"

Mateo cerró el libro lentamente y lo miró a los ojos. "Humanos, Álvaro. Si Zabalza está ahí, es porque probablemente fue uno de ellos."

La conversación fue interrumpida por un repentino ruido en la puerta. Sara entró apresuradamente, su rostro pálido y sus manos temblando.

"Álvaro, tenemos un problema. Mientras revisaba los planos antiguos de la ciudad, descubrí algo más. Hay una entrada bajo la catedral de Pamplona que conecta directamente con las cloacas, y parece que ha sido utilizada recientemente."

Los tres intercambiaron miradas de preocupación. Si alguien había estado usando esa entrada, significaba que los encapuchados seguían activos y que el círculo aún no se había completado.

Decidieron no perder tiempo y dirigirse a la catedral esa misma noche.

La oscuridad se había apoderado de la ciudad cuando llegaron a la entrada secreta detrás de la catedral. Mateo usó una vieja llave que había conseguido en uno de sus muchos contactos, y la puerta se abrió con un crujido escalofriante. Bajaron por una escalera de piedra que parecía descender eternamente en las profundidades de la tierra. A medida que avanzaban, la temperatura bajaba, y el aire se volvía denso y húmedo.

Finalmente, llegaron a un pasillo que conectaba con las cloacas. Las inscripciones en las paredes eran similares a las que habían visto antes, pero esta vez, algo era diferente. Había símbolos adicionales grabados sobre las antiguas escrituras latinas, símbolos que Mateo reconoció inmediatamente.

"Este es un sello protector", murmuró Mateo mientras pasaba los dedos por las marcas. "Pero está incompleto. Alguien o algo lo ha roto."

De repente, el sonido de pasos resonó en el túnel. Los tres apagaron sus linternas y se ocultaron en las sombras. A lo lejos, pudieron ver una figura encapuchada caminando lentamente por el pasillo, con una linterna de aceite en la mano. Sus movimientos eran lentos, meticulosos, como si estuviera esperando algo.

Álvaro contuvo la respiración mientras la figura pasaba junto a ellos. Podía sentir su corazón latiendo con fuerza en el pecho, pero la figura no parecía notar su presencia. Cuando la figura desapareció por una bifurcación en el túnel, los tres salieron de su escondite.

"Tienen algo planeado", susurró Sara. "Pero no sabemos qué."

Álvaro miró a Mateo, quien asintió. "Si quieren completar el círculo, tienen que hacerlo pronto, probablemente durante la próxima luna llena. Eso nos da solo unos días."

Siguiendo los pasos de la figura, llegaron a una sala amplia, similar a la cámara que habían encontrado bajo la plaza del Castillo. Pero esta era diferente. En el centro de la sala, había una enorme piedra negra con inscripciones aún más antiguas que las que habían visto antes. Mateo se acercó a la piedra, fascinado por los símbolos que cubrían su superficie.

"Esto... esto no es de este mundo", murmuró. "Estas marcas no son humanas. Este lugar es más antiguo que Pamplona misma."

Álvaro sintió una mezcla de miedo y curiosidad. ¿Qué era esa piedra? ¿Qué papel jugaba en los rituales de la orden secreta? De repente, las inscripciones comenzaron a brillar con una luz tenue y azulada, similar a la que habían visto en la cámara de Zabalza.

"Algo está despertando", susurró Sara, retrocediendo.

De repente, el suelo comenzó a temblar levemente, y las inscripciones en la piedra brillaron con mayor intensidad. Álvaro pudo escuchar nuevamente ese susurro en el aire, como si la piedra misma estuviera hablando en un idioma que él no podía entender.

Mateo dio un paso atrás. "Nos están llamando... pero no de la manera que imaginamos."

Antes de que pudieran reaccionar, las paredes de la sala comenzaron a cerrarse, y de las sombras emergieron más figuras encapuchadas. Esta vez, no estaban solos. Los ojos de Álvaro se abrieron de par en par al ver que entre ellos había figuras que no eran humanas. Eran sombras deformes, criaturas que parecían surgir de las mismas entrañas de la tierra.


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