Capítulo
6: Sombras Reveladas
El frío en la
habitación se intensificaba con cada segundo que pasaba. Marta y Sara estaban
inmóviles, rodeadas por las siluetas sombrías que parecían moverse al ritmo de
una canción silenciosa. Aquella figura alta, con su presencia imponente, las
observaba desde las sombras, mientras su voz resonaba como un eco distante.
—No sois las
primeras —dijo la figura con un tono suave pero autoritario—. Y no seréis las
últimas.
Las sombras a su
alrededor empezaron a cerrar el círculo, pero Sara, con los puños apretados,
dio un paso hacia adelante, decidida a no dejarse intimidar.
—¿Qué quieres de
nosotras? —preguntó, tratando de mantener la calma.
La figura esbozó
una sonrisa que apenas se distinguía en la penumbra.
—Yo no quiero
nada... Pero ellos —dijo, señalando a las sombras que se agitaban alrededor—
sí. Quieren lo que vosotras tenéis: esperanza, recuerdos, vida.
El susurro en el
aire se hizo más intenso, envolviendo a Marta y Sara en una sensación de
opresión que las hacía sentir atrapadas, como si el aire mismo se hubiera
vuelto espeso y difícil de respirar. Marta, sin embargo, no podía dejar de
pensar en Jon. Si estas sombras tenían las respuestas, necesitaba saberlo.
—¿Jon está aquí?
—preguntó Marta con la voz temblorosa, mirando directamente a la figura.
Por un momento, el
ambiente pareció cambiar. El susurro cesó, y las sombras se detuvieron. La
figura permaneció en silencio, como si hubiera escuchado algo que no esperaba.
—Jon... —repitió
en voz baja, como si saboreara el nombre—. Ah, sí, el que buscáis. Él pasó por
aquí, como todos los demás. Pero su destino... no está en vuestras manos.
El pánico empezó a
crecer en el pecho de Marta. Las palabras de la figura confirmaban sus peores
temores: Jon había estado allí, pero ya no. ¿Qué significaba eso? ¿Estaba muerto?
¿Perdido para siempre en aquel mundo oscuro?
—No... no puede
ser —murmuró, dando un paso atrás.
Sara la sujetó por
el brazo, tratando de mantenerla firme. Sabía que cualquier muestra de
debilidad podría ser fatal en un lugar como ese. Las sombras se alimentaban de
su miedo, de su desesperación.
—Tiene que haber
alguna forma de sacarlo —dijo Sara, mirando desafiante a la figura—. No creemos
en tus trucos.
La figura rió
suavemente, un sonido que resonó en las paredes agrietadas.
—¿Trucos? Esto no
es un truco, querida. Este es el final del camino. Todos los que llegan aquí
buscan algo, pero lo que encuentran... nunca es lo que esperan.
De repente, las
sombras comenzaron a moverse de nuevo, más cerca, sus formas distorsionadas.
Sara sabía que tenían que hacer algo rápido.
—¡Marta, ahora!
—gritó, tirando de ella hacia la puerta por donde habían entrado.
Pero la puerta ya
no estaba. Solo había una pared de piedra fría y áspera, como si la entrada
nunca hubiera existido. El círculo de sombras las rodeaba, avanzando
lentamente, y la figura alta se desvanecía entre ellas, como si hubiera
cumplido su misión.
En un acto
desesperado, Marta se volvió hacia las sombras.
—¡Llévame a él!
—gritó, sin pensar en lo que estaba diciendo—. ¡Llévame a Jon!
Por un segundo,
todo se detuvo. El susurro cesó, y las sombras se quedaron quietas. Luego, de
entre las figuras oscuras, una forma más pequeña emergió. Tenía la misma
silueta indefinida que las demás, pero había algo diferente en ella. Parecía...
familiar.
—Jon... —murmuró Marta,
acercándose, su corazón latiendo con fuerza.
La figura no
respondió, pero dio un paso hacia adelante, levantando una mano. Marta extendió
la suya, con los dedos temblorosos, hasta que sus manos se tocaron. Fue como
tocar el hielo. La figura permaneció inmóvil, observándola desde la oscuridad.
Pero en esos breves segundos, Marta lo supo.
—Es él...
—susurró, sus ojos llenos de lágrimas.
Pero antes de que
pudiera decir o hacer algo más, las sombras se abalanzaron sobre ambas,
envolviéndolas en un torbellino de oscuridad. Marta sintió cómo el mundo a su
alrededor se desvanecía, como si estuviera siendo arrastrada hacia otro lugar,
un lugar donde la luz no tenía cabida.
El último
pensamiento que cruzó su mente fue la mirada vacía de Jon, antes de que todo se
apagara.
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