martes, 1 de octubre de 2024

Intriga - Las Cloacas de Pamplona

 


Una noche lluviosa de octubre, el sonido de las gotas resonaba como tambores en las calles vacías de Pamplona. Los callejones, habitualmente llenos de vida, estaban desiertos, sumidos en una atmósfera espesa y misteriosa. Pero bajo la ciudad, en las profundidades de las cloacas, un entramado oscuro se tejía, uno que pocos conocían, pero que mantenía en vilo a ciertos sectores de poder.

Álvaro, un joven abogado que apenas había comenzado su carrera, había recibido un sobre sellado con un emblema antiguo, uno que no había visto antes. Dentro, una nota con letras claras y concisas: "Encuentra lo que está oculto bajo la ciudad, antes de que sea demasiado tarde."

No era raro que, en su incipiente carrera, le llegaran casos extraños. Sin embargo, este era diferente. No había remitente, y la dirección indicaba una boca de alcantarilla en las afueras de la ciudad, cerca de la Taconera.

El abogado decidió que lo investigaría personalmente. No era habitual para él, pero la sensación de que algo grande se ocultaba lo llevó a adentrarse en lo desconocido. Esa misma noche, vestido con ropa que no llamara la atención y con una linterna en mano, se dirigió al punto marcado en el sobre.

Levantó la pesada tapa de hierro y descendió por la escalera de metal oxidado hacia las entrañas de Pamplona. Las cloacas de la ciudad, construidas hace siglos, eran un laberinto de túneles antiguos, muchos de los cuales conectaban con áreas olvidadas. Álvaro, con la linterna temblorosa, avanzaba entre los ecos de agua corriendo y las sombras danzantes en las paredes.

Cuanto más avanzaba, más notaba señales de actividad reciente: pisadas en el barro y marcas en las paredes, algunas de ellas recientes, otras mucho más antiguas. De repente, un crujido resonó en el aire. Se detuvo. ¿Quién más podría estar allí abajo?

Siguió el rastro hasta una cámara amplia, donde la luz de su linterna reveló una escena inquietante: en el centro, una mesa de piedra cubierta de papeles, mapas antiguos de Pamplona, con marcas en lugares estratégicos, muchos de ellos alrededor de los edificios más importantes de la ciudad. Las marcas parecían indicar una red secreta de túneles que conectaban no solo las cloacas, sino otras áreas subterráneas desconocidas para la mayoría.

De pronto, escuchó pasos acercándose. Apagó su linterna y se escondió tras una columna. Dos hombres, vestidos de manera formal pero con botas sucias de barro, discutían en susurros. Mencionaron un plan para desestabilizar a ciertas figuras clave de la ciudad, usando los túneles para infiltrarse y robar documentos comprometedores.

Álvaro contuvo la respiración. Sabía que había caído en medio de algo mucho más grande de lo que jamás había imaginado. Estos hombres no eran simples ladrones; estaban conectados con algo mucho más poderoso, una conspiración que amenazaba con hacer caer a figuras importantes de Pamplona.

Cuando los hombres se marcharon, Álvaro tomó algunos de los documentos y decidió salir de allí lo más rápido posible. Pero justo cuando estaba a punto de regresar al punto de salida, notó algo en el suelo, brillando tenuemente bajo el barro: una insignia dorada con el mismo emblema que había visto en el sobre.

De vuelta en su despacho, ya a salvo, comenzó a investigar. Lo que descubrió lo dejó helado. El emblema pertenecía a una antigua orden secreta, una organización que había operado en la sombra durante siglos, controlando el destino de Pamplona desde sus entrañas.

Ahora, Álvaro tenía en sus manos pruebas suficientes para exponer la trama. Pero sabía que hacerlo pondría en riesgo su vida y la de los suyos. Las cloacas de Pamplona guardaban secretos que no todos estaban preparados para desenterrar, y la verdad que él había descubierto era una de las más peligrosas.

Mientras observaba los documentos sobre su escritorio, tomó una decisión: no podía guardar silencio. Sabía que tenía que actuar antes de que los hilos invisibles de la conspiración lo envolvieran también a él.

Con una mezcla de miedo y determinación, comenzó a redactar un informe. La intriga había comenzado, y ahora, Pamplona estaba a punto de ser testigo de una lucha por el control de su propio corazón subterráneo.


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