domingo, 6 de octubre de 2024

Capitulo 6 - "Las Cloacas de Pamplona"


 

Capítulo 6: El Ritual de la Luna

La sensación de peligro era palpable en la sala subterránea. La piedra negra pulsaba con una energía que parecía desafiar las leyes del mundo natural, mientras las sombras alrededor de Álvaro, Sara y Mateo cobraban forma. Las criaturas deformes se deslizaban desde las esquinas oscuras, sus cuerpos retorcidos reflejaban una naturaleza que no pertenecía a la tierra. Los encapuchados, ahora en un semicírculo alrededor de la piedra, levantaban las manos en un ritual ancestral.

Mateo, mirando fijamente la piedra, susurró: "Esto no es solo un ritual. Es un portal. Están tratando de abrir algo… algo que no debería ser liberado."

Álvaro sintió el frío recorrer su columna mientras las palabras de Mateo se hundían en su mente. El aire estaba cargado de electricidad, y las inscripciones en las paredes de la cámara brillaban cada vez más intensamente. La energía en la sala era tan densa que era difícil respirar.

De repente, una voz resonó desde el centro del círculo de encapuchados, profunda y gutural, como si hablara desde las entrañas de la tierra misma.

"El momento ha llegado. La luna llena iluminará el portal, y el guardián será liberado."

Álvaro intercambió una mirada desesperada con Sara, quien estaba pálida y aterrorizada, pero sus ojos no dejaban de estudiar cada detalle. Como historiadora, sabía que las respuestas podían estar escondidas en los símbolos o en las palabras que escuchaban.

"¿Qué hacemos?" susurró Álvaro.

Mateo retrocedió lentamente, tratando de mantener la calma. "Necesitamos detener el ritual. Si lo completan, algo muy antiguo y poderoso será liberado. Pero no sé cómo."

De repente, uno de los encapuchados dio un paso adelante, deslizándose hacia la piedra negra. Levantó un cuchillo ritual, forjado en algún metal oscuro y brillante, y lo alzó sobre la piedra. Los susurros en la sala aumentaron de intensidad, como si las mismas paredes estuvieran cantando. Álvaro sintió cómo la desesperación se apoderaba de él, sabiendo que debía hacer algo, pero sin tener claro qué.

En ese momento, Sara, que había estado observando atentamente, dio un paso adelante. "Espera", susurró, señalando una inscripción en el suelo justo al borde del círculo ritual. "Este es el símbolo de contención. Si logramos destruirlo, el ritual no podrá completarse."

Mateo, al escuchar eso, corrió hacia el lugar que Sara señalaba. "Tienes razón. Pero destruirlo sin ser vistos no será fácil."

El ambiente en la sala se volvió aún más opresivo cuando el cuchillo ritual descendió lentamente, acercándose al centro de la piedra. Álvaro, en un impulso desesperado, se lanzó hacia uno de los encapuchados, derribándolo al suelo, rompiendo el círculo por un breve instante.

Los encapuchados emitieron un grito ahogado, y en ese momento, las criaturas deformes comenzaron a moverse, avanzando rápidamente hacia Álvaro. Mateo, con una piedra en la mano, golpeó la inscripción del suelo con toda su fuerza. Una grieta recorrió el símbolo, y las luces azules que brillaban en la sala se desvanecieron por un instante.

La sala tembló. Las criaturas emitieron gritos de agonía, y los encapuchados comenzaron a retroceder, desorientados.

Álvaro se levantó justo cuando una de las criaturas lo atacaba, pero Mateo la golpeó antes de que pudiera alcanzarlo. El cuchillo ritual cayó de las manos del encapuchado que lo sostenía y rebotó en el suelo de piedra, emitiendo un eco metálico.

"¡El portal!" gritó Sara. "Se está cerrando, pero no por completo."

Efectivamente, la piedra negra seguía brillando, aunque más débilmente. Las criaturas comenzaron a desvanecerse, pero una de ellas, más grande y más feroz que las otras, resistía el colapso del portal. Su cuerpo, una amalgama de sombras y carne, parecía retorcerse en una lucha para permanecer en este mundo.

Álvaro, exhausto pero decidido, agarró el cuchillo ritual y, sin pensarlo dos veces, lo clavó en el centro de la piedra negra. Un grito ensordecedor llenó la sala mientras la criatura final se disolvía en el aire. Las luces azules se extinguieron por completo, y la cámara quedó sumida en una oscuridad sofocante.

Por unos segundos, nadie se movió. El único sonido era el jadeo de Álvaro, Sara y Mateo, recuperando el aliento después de lo que acababa de suceder.

Finalmente, Sara rompió el silencio. "Lo hemos detenido… por ahora."

Álvaro miró la piedra, que ahora estaba apagada y rota. Aunque el ritual había sido interrumpido, la sensación de que algo oscuro seguía latente en las profundidades de Pamplona era innegable. Sabía que esto no había terminado.

"El círculo se ha roto", dijo Mateo, limpiándose el sudor de la frente. "Pero hay más de estos lugares. Este solo era uno de muchos."

La mirada de Álvaro se oscureció. Sabía que su vida nunca volvería a ser la misma. Ahora, era parte de algo más grande, algo mucho más peligroso. Y aunque habían evitado un desastre en ese momento, la amenaza seguía acechando en las sombras, esperando su oportunidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, todo comentario o escrito CONSTRUCTIVO, espero entre todos no avergonzarnos de ponernos al nivel de los que no queremos.
Gracias