martes, 8 de octubre de 2024

Capitulo 8 "Las Cloacas de Pamplona"

 


Capítulo 8: El Guardián del Umbral

El silencio en la cámara subterránea era denso, como si cada sonido se perdiera en una profundidad insondable. Tras la advertencia de los ecos, Sara, Álvaro y Mateo se miraron en un intercambio silencioso. Sabían que no podían ignorar lo que se avecinaba. Con la piedra rota a sus pies y las sombras aún acechando en las paredes, tenían que seguir adelante.

"Debemos encontrar la siguiente cámara antes de que... lo que sea que esté despertando lo haga completamente," dijo Sara, con una mezcla de urgencia y temor en su voz.

"Pero, ¿y si no lo logramos? ¿Y si no tenemos tiempo?" preguntó Álvaro, preocupado por lo que los ecos les habían revelado. "Esto va más allá de nosotros."

Mateo, siempre pragmático, les indicó con un gesto que comenzaran a moverse. "No tenemos opción. Hay algo grande detrás de esto, algo que ha estado esperando durante siglos. Y sea lo que sea, no va a detenerse."

El trío avanzó por uno de los túneles, dejando atrás la cámara que casi había sellado su destino. La niebla seguía arremolinándose a su alrededor, pero ya no había figuras en su interior. Ahora, solo el eco de sus pasos resonaba en las profundidades.

A medida que se adentraban más, las inscripciones en las paredes se hacían más nítidas. Sara las observaba de reojo, reconociendo ciertos símbolos, pero había algo nuevo: imágenes grabadas en la piedra que representaban figuras humanoides, pero torcidas y deformes, como si hubieran sido atrapadas en un estado intermedio entre dos realidades.

"Estas inscripciones...", murmuró Sara, pasando los dedos por las tallas. "Cuentan una historia. Un pacto antiguo, algo que se selló aquí abajo. No lo entiendo completamente, pero... estas figuras, estas criaturas, fueron guardianes. Y ahora, con el portal dañado, puede que estén despertando."

Álvaro sintió un nudo en el estómago. "Guardianes de qué exactamente?"

Sara negó con la cabeza. "Eso es lo que no sé. Pero estas inscripciones no hablan de ellos como aliados. Son prisioneros. Fueron sellados aquí por alguna razón."

El pasillo se ensanchó repentinamente, y frente a ellos apareció una enorme puerta de piedra, tallada con símbolos aún más elaborados. A diferencia de las cámaras anteriores, esta puerta no parecía haber sido tocada por el tiempo. Era imponente, casi como si estuviera esperando.

Mateo se adelantó, inspeccionando los bordes de la puerta. "Esto es lo que buscábamos. Pero parece... más reciente. Como si alguien la hubiera sellado nuevamente."

Sara frunció el ceño, tratando de descifrar los símbolos. "Está escrito en un lenguaje antiguo. Dice algo sobre un 'Guardián del Umbral'... una entidad encargada de proteger el paso entre mundos."

Álvaro sintió que el aire a su alrededor se volvía más denso. "¿Crees que el ritual estaba destinado a despertar a este Guardián?"

Antes de que Sara pudiera responder, un ruido sordo resonó desde detrás de la puerta. Un crujido profundo, como si algo inmenso estuviera moviéndose lentamente. El suelo bajo sus pies vibró, y el sonido se hizo más fuerte, acompañado de un viento frío que se filtraba por las grietas de la puerta.

"Algo se está moviendo ahí dentro," dijo Mateo, retrocediendo instintivamente.

De repente, la puerta comenzó a abrirse, pero no por sus manos. Un aura oscura emergió del interior, como si la propia sombra de la cámara hubiera cobrado vida. Los tres dieron un paso atrás, viendo cómo la negrura se extendía hacia ellos.

Y entonces lo vieron.

Una figura gigantesca, hecha de sombras y piedra, surgió lentamente del umbral. Tenía una forma vagamente humanoide, pero su tamaño era descomunal, y su rostro estaba oculto bajo un yelmo oscuro. Los símbolos de las paredes brillaban débilmente en su cuerpo, como si estuvieran grabados en su carne misma.

El Guardián del Umbral había despertado.

Con una voz que parecía surgir desde el centro de la tierra, la criatura habló en un lenguaje antiguo, profundo y resonante. Aunque no podían entender las palabras, el mensaje era claro: estaba allí para proteger algo, y ellos habían sido considerados una amenaza.

"¡Corred!" gritó Mateo, pero antes de que pudieran moverse, el Guardián levantó su mano y una ola de oscuridad los envolvió.

Álvaro sintió el peso de mil sombras sobre él, como si cada rincón de su ser estuviera siendo arrastrado hacia el vacío. Sara y Mateo cayeron de rodillas, luchando por respirar en medio de la presión abrumadora.

Pero en medio del caos, Sara notó algo. Un símbolo, apenas visible, brillaba débilmente en el pecho del Guardián, y reconoció el mismo patrón que habían destruido en la primera cámara.

"¡El símbolo!" gritó, señalando con dificultad. "Es su fuente de poder. ¡Tenemos que destruirlo!"

Mateo, todavía aturdido, asintió. "¿Pero cómo? No podemos acercarnos sin ser aplastados."

Álvaro, con una última chispa de determinación, sacó el cuchillo ritual que había recuperado en la cámara anterior. "Este cuchillo... ya destruyó un portal. Tal vez funcione aquí también."

Con el corazón latiendo en sus oídos, Álvaro se lanzó hacia adelante, cada paso una lucha contra la oscuridad que lo consumía. Con un grito desesperado, saltó hacia el Guardián, y con todas sus fuerzas, clavó el cuchillo en el símbolo del pecho.

La criatura emitió un grito gutural, como el rugido de una montaña que se derrumba. La oscuridad se disipó de inmediato, y el Guardián se detuvo, tambaleándose, antes de caer de rodillas.

La sala quedó en silencio, excepto por el sonido de la respiración entrecortada de Álvaro, Sara y Mateo.

"Lo... lo conseguimos," murmuró Sara, aunque su voz no estaba llena de victoria. Sabía que lo que acababan de enfrentar era solo una pequeña parte del misterio. Y lo que había detrás de esa puerta aún estaba por descubrir.


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