Capítulo Final: La Última Aventura del Club de los
Olvidados
La noticia corrió rápido entre los residentes: esa
noche habría una fiesta sorpresa en el comedor. Nadie sabía quién había tenido
la idea, pero se decía que habría música, dulces, y hasta “premios especiales”
para los protagonistas de tantas aventuras.
Al caer la noche, el comedor estaba lleno de vida.
Luces de colores decoraban el lugar, y un viejo tocadiscos soltaba música de
otras épocas que hacía que más de uno moviera los pies al ritmo. Doña Paca,
Concha, Ernesto, y por supuesto, el “escapista” Anselmo, no podían contener su
entusiasmo.
—¿No os parece curioso que haya una fiesta sin motivo?
—preguntó Anselmo, mirando alrededor con una media sonrisa—. Yo digo que aquí
alguien está tramando algo.
Justo en ese momento, la directora de la residencia
entró con un micrófono en la mano. Con una sonrisa traviesa, se dirigió a
todos:
—Queridos, esta fiesta es un homenaje al “Club de los
Olvidados,” que nos ha recordado lo que significa vivir con humor, ingenio y
espíritu aventurero.
Los abuelos se miraron entre ellos, entre risas y
alguna lágrima, y alzaron sus copas improvisadas con zumo.
—A nosotros, que no nos olviden nunca —declaró
Anselmo, haciendo un brindis—. ¡Y si se les ocurre olvidarnos, volvemos y
montamos una fiesta mejor!
Rieron todos, y aquella noche fue recordada como una
de las más memorables. Porque al final, entre canciones, anécdotas y risas, el
club de los olvidados se había convertido en el club que nadie quería olvidar.
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