Capítulo
5: La Lista Secreta de Doña Paca
Los detectives del
Club de los Olvidados estaban aún disfrutando de la resuelta "misteriosa
desaparición" de los objetos cuando Maruja, con su implacable sentido de
la justicia, decidió que debían seguir investigando. Después de todo, ¿quién
había escondido los objetos? ¿Podría haber alguien más detrás de todo?
—Esto no puede
terminar aquí —dijo Maruja, agitando la lupa frente a su cara—. Puede que
hayamos encontrado el pastillero y las gafas de Don Ramón, ¡pero aún no sabemos
quién lo hizo!
—¿No será que
alguien simplemente está jugando con nosotros? —preguntó Ernesto, quien se
había acostumbrado a Maruja tomando las riendas.
Antes de que
Maruja pudiera replicar, Doña Paca, que había estado sentada en su sillón
favorito, sonrió con su típico aire de misterio.
—Tengo algo que
podría interesaros —dijo despacio, como si estuviera revelando un secreto bien
guardado.
Todos los ojos se
volvieron hacia ella. Doña Paca, la residente más veterana, siempre había
tenido un aura de sabiduría, como si conociera cada rincón oculto de la
residencia. Incluso los cuidadores decían que nada se escapaba a su mirada.
—¿Qué tienes, Doña
Paca? —preguntó Julián, con los ojos abiertos como platos.
Paca, con un gesto
lento y deliberado, sacó un papel doblado de su bolsillo. Lo desplegó y lo
sostuvo en alto como si fuera un documento clasificado.
—Esta... es mi
lista de observaciones —dijo con voz solemne—. Llevo semanas tomando nota de lo
que veo y escucho por aquí. Hay algo raro en esta residencia, y no hablo solo
de objetos perdidos.
Maruja saltó de su
asiento, emocionada.
—¡Dámelo!
Necesitamos esa lista para resolver el caso.
Pero Paca no
estaba dispuesta a entregar su preciada lista así como así.
—No tan rápido,
jovencita —dijo Paca, disfrutando del poder—. Hay cosas en esta lista que
podrían sorprenderos... o incluso asustaros.
Con esas palabras,
un silencio cayó sobre el grupo. ¿Qué podría ser tan grave? Incluso Concha, que
había estado distraída con sus pantuflas nuevas, dejó de reírse y prestó
atención.
—Paca, por favor,
comparte lo que has descubierto —insistió Maruja, visiblemente intrigada.
Paca observó a sus
compañeros durante unos segundos antes de empezar a leer con voz grave.
—He anotado
algunos movimientos sospechosos... Como, por ejemplo, la señora Carmen siempre
lleva una bolsa grande a la cafetería, pero nunca se la abre delante de nadie.
O el señor Antonio, quien dice ir al jardín a leer, pero siempre regresa con
las manos vacías, sin libros ni nada... Además, he notado que cada vez que
desaparece algo, la televisión está encendida en el canal de las telenovelas,
aunque nadie esté viéndolo.
Todos se miraron
entre sí, sorprendidos. ¿Carmen con una bolsa secreta? ¿Antonio sin libros? ¿La
televisión encendida sola?
—Eso es raro...
—murmuró Ernesto, inclinándose hacia adelante—. Siempre pensé que Antonio era
el más normal de todos.
—Normal no significa
inocente —dijo Maruja con firmeza, apuntando su lupa hacia el aire como si ya
estuviera conectando todas las pistas en su mente.
Pero Paca no había
terminado.
—Y hay algo más
—dijo, bajando la voz—. Hace una semana, vi a uno de los cuidadores salir de la
sala de manualidades con algo en la mano. No pude ver qué era, pero lo guardó
rápido en su bolsillo y se fue.
Esto dejó a todos
boquiabiertos. ¿Estaba un cuidador involucrado en los extraños sucesos?
—¡Tenemos que
investigar eso! —exclamó Maruja, ya planeando su próximo movimiento.
Pero antes de que
pudieran reaccionar, Julián levantó la mano con una sonrisa traviesa.
—Esperad,
esperad... ¿y si en realidad todo esto es parte de una broma? —dijo,
disfrutando del desconcierto en las caras de los demás.
—¡Una broma!
—exclamó Maruja, casi ofendida—. ¡Esto es serio, Julián!
Pero Julián seguía
riéndose. Al parecer, la idea de un cuidador cómplice o una residente con una
bolsa misteriosa le parecía demasiado exagerada.
—No os preocupéis
tanto, estoy seguro de que esto tiene una explicación sencilla —añadió, aún
divertido—. Aunque claro, siempre es divertido imaginar que estamos en medio de
una película de detectives.
Pero Maruja, con
la lista de Doña Paca en la mano, no iba a dejarlo pasar tan fácilmente.
—Lo que sea, lo
descubriremos. El Club de los Olvidados nunca se da por vencido.
Y con esa frase,
el equipo se preparó para seguir adelante con su misión. La lista de Doña Paca
había abierto nuevas incógnitas, y el caso estaba lejos de cerrarse. Lo que no
sabían era que el verdadero misterio estaba mucho más cerca de lo que pensaban.
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